El dolor invade a todo el entorno familiar y de amigos del joven cangués de 24 años Raúl González Santiago, uno de los desaparecidos en el naufragio del "Villa de Pitanxo". Él encarnará la reivindicación del "abuso" que en algunos barcos de pesca se cometen con los alumnos en prácticas, como aseguran allegados al joven, que se embarcó en el arrastrero para realizar sus prácticas y completar así su titulación de patrón, pero nunca llegó a pisar el puente, en donde debería de ser su sitio para forjarse en maniobras difíciles del barco, como ante un temporal como el que ha hundido al "Pitanxo" o con otros buques, comentan estas mismas fuentes que aseguran que, sin embargo, Raúl estaba siempre en la bodega trabajando como un marinero más.

"Si llega a estar en el puente, él no se hubiera ido con el barco al fondo", se lamentan. La vida le dio una segunda oportunidad al poco de nacer, cuando estuvo ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), pero ahora el mar se la arrebató, cuando la estaba comenzando como adulto y solo dos días después de cumplir los 24, que celebró a bordo del "Pitanxo".

"Mi hijo está debajo del barco"

La madre del cangués se enteró del naufragio cuando iba en coche el martes a mediodía, a través de una amiga; y su padre embarcado en Las Malvinas. Ella ha tenido que recibir asistencia psicológica y el progenitor llora sin consuelo a bordo del pesquero en donde realiza la campaña. "Mi hijo está debajo del barco", es lo que repite la madre, tal y como señalan las fuentes consultadas: "Esto tiene que cambiar.

Con un temporal así ningún barco puede estar trabajando, nadie puede hacerse el valiente para llevar más capturas", repiten los allegados a Raúl González Santiago. Aseguran que sus últimos WhatsApps a la familia eran que aquello no le gustaba y que cuando acabara las prácticas -iba regresar en unos 10 días- tenía previsto cambiar y buscar trabajo en la ría, quizás en un remolcador.

Aseguran que sus últimos WhatsApps suyos eran que aquello no le gustaba y que cuando acabara las prácticas -iba regresar en unos 10 días- tenía previsto cambiar y buscar trabajo en la ría, quizás en un remolcador

Añaden que todas las personas que acuden a estas campañas saben también a lo que van, a jornadas que no son de ocho horas de trabajo, "pero lo que no puede ser es que sean 24". Quienes tienen experiencia en barcos en Las Malvinas, saben que la normativa inglesa exige turnos de no más de seis horas de trabajo y si el barco no está seguro, no sale, señalan las mismas fuentes consultadas del entorno del joven fallecido: "¿Por qué estaba faenando este barco cuando los demás capeaban el temporal?, se preguntan con rabia y llenos de dolor por la pérdida de tantas personas.

La familia de Raúl González Santiago recibió ayer la llamada de los familiares de los tripulantes peruanos fallecidos y desaparecidos en el naufragio para unirse y exigir conocer lo que pasó. Esta familia, como todas, no recibió ninguna llamada de la armadora del barco, Grupo Nores, es más, allegados a ella reprochan que el mismo martes, la madre de Raúl llamara a la empresa para saber qué había pasado y le comunicaran, varias horas después del naufragio, que "igual es una falsa alarma".