Un 19 de junio de 1921 el matrimonio formado por Juan Antonio Quintela y Victorina González inauguraba en el entorno de Petís el restaurante Casa Quintela. Los dos llegaban desde sendas aldeas de Ourense –Santa Cruz de Arrabaldo y Feá– y se establecieron en Bueu. El negocio se trasladó poco después a la entonces calle del Príncipe (la actual Eduardo Vincenti): primero en el tramo inferior de la vía y a principios de la década de 1930 a su actual emplazamiento. “No sabemos exactamente por qué decidieron venir a Bueu, pero cuando llegaron abrieron la casa de comidas, que es como se llamaban entonces este tipo de locales, y se establecieron en el pueblo”, cuenta su nieto, Antonio “Toño” Quintela, representante de la tercera generación y actual responsable.
Fue el inicio de un negocio familiar que hoy perdura y en el que entre los fogones ya se cocina una cuarta generación. “Es un orgullo llegar a los 100 años porque no son muchos los restaurantes que lo consiguen y estamos muy agradecidos a todos los clientes y personas que nos ayudaron a que esto sea posible”, afirma detrás de la barra. En Bueu está A Centoleira, cuyos orígenes se remontan a 1884, o incluso la taberna La Viuda, que el año próximo soplará las 110 velas.
La barra desde la que habla Toño Quintela es el lugar en el que prácticamente creció y se crió. “Tengo 56 años y desde pequeñito ya andaba por aquí pegando tiros y cañonazos”, cuenta con buen humor. Sus padres, Constante Quintela y Emilia Martínez, asumieron el negocio familiar entre finales de la década de 1940 y principios de la de 1950. Venían de tiempos difíciles, sobre todo por la Guerra Civil y los posteriores años del hambre. “Mi abuela tenía un gran corazón y no le negaba a nadie un bocadillo para poder comer”, cuenta. En los primeros años la barra se situaba a la derecha de la puerta de la entrada y en uno de los lados había una amplia variedad de quesos que abrían muchos apetitos.
Antonio y su mujer, Ana Nantes, son la tercera generación de un negocio que nunca ha perdido su carácter familiar y algunas de las señas de identidad de la gastronomía tradicional: el pescado, las diversas formas de preparar el pulpo y una serie de especialidades que se mantienen desde la apertura de Casa Quintela. “Son los ‘platos de la abuela’ y así aparecen reflejados en la carta: callos, lengua y riñones de ternera con Jérez. Son intocables”, afirman.
El respeto y la conservación de la cocina tradicional no son contrarios a la innovación y apertura a influencias más modernas y de otras gastronomías. De ello se encarga Cristina Quintela, representante de una cuarta generación que viene abriéndose paso. Ella también lleva en las venas el negocio familiar porque desde muy pequeña ya echaba una mano y luego decidió formarse como cocinera profesional. “Intentamos dar un toque de modernidad, pero sin olvidar las raíces de la cocina tradicional”, subraya Cristina, bisnieta de los fundadores de Casa Quintela.
Durante años encima del restaurante había también una pequeña pensión en la que se alojaban veraneantes, viajantes comerciales y los agentes de la Guardia Civil que llegaban a Bueu. “Como en el cuartel no tenían espacio para todos, los nuevos vivían y comían aquí”, recuerda Toño Quintela. Esa parte del negocio cerró en 1990.
La “casa de comidas” Quintela comenzó su historia justo después de la pandemia de la conocida como “gripe española”. Ahora, al igual que todos, ha tenido que sortear la del coronavirus. “Ha sido un periodo de gran incertidumbre y que nos obligó a reinventarnos, sobre todo con todo lo referido a los encargos y comida para llevar”, explican desde el restaurante ya centenario.
El domingo será un día de celebración con familia, amigos y clientes. A mediodía habrá en la calle una actuación musical con Adolfo FH, de Stoned at Pompeii, y por el lugar se pasarán otros incondicionales, como los integrantes de la comparsa Vou nun Bou.