Ayer por la tarde se puso en marcha el dispositivo para retirar la ballena y proceder a su tratamiento en una planta incineradora. Una maniobra que se realizó en medio de un intenso olor a descomposición, un signo revelador del tiempo que llevaba muerto el animal. Los científicos del Cemma tomaron muestras de las costillas, columna vertebral e intentaron también obtener restos del estómago, algo que fue muy difícil debido precisamente a su estado de descomposición, tal como explicaban fuentes presentes en el lugar.

La retirada del rorcual común tuvo que hacerse en dos fases debido a su peso, que rondaba las 30 toneladas. Cuando una grúa del puerto estaba izando al animal una parte del cuerpo se desprendió y acabó en el mar.

El traslado a la planta incineradora tuvo que efecturase en dos viajes puesto que el camión desplazado inicialmente estaba preparado para una carga de 26 toneladas.