Las fuertes corrientes y la nula visibilidad en el fondo marino dificultan el trabajo de los buzos que inspeccionan el Santa Ana, hundido el pasado lunes en Cabo Peñas. Pasado el mediodía se realizaba una primera inmersión hasta los 30 metros -hasta la zona de popa- pero el movimiento del pesquero, sumado a que se encuentra envuelto en aparejos de pesca, ha impedido que se realizase una inspección del interior del barco. Salvamento Marítimo informa que a lo largo de la tarde se realizará una segunda inmersión aunque las previsiones apuntan a que hasta mañana jueves no se darán las condiciones óptimas.

Por otro lado, los buzos trabajan en la elaboración de un mapa topográfico del fondo marino para poder determinar sobre qué se apoya el barco que embarrancaba en la zona de Peñas después de partir con un rumbo con seis grados de error. Los equipos no tienen claro el alcance de los daños en del Santa Ana y tampoco se ha podido determinar si el casco permanece entero

El cabo Peñas amaneció ayer oculto por la niebla, presagio ya de una jornada complicada para los equipos de rescate, que comenzaron a llegar al entorno de La Erbosa pasadas las nueve de la mañana. A las 9.35 horas partió hacia la zona del naufragio la embarcación Salvamar Rigel con un equipo de cuatro buceadores de Salvamento Marítimo y un técnico de Operaciones Especiales de la Base Estratégica de Fene. Ya en la zona analizaron la posibilidad de acceder al interior del pesquero puesto que la operación de inmersión es compleja debido a las fuertes corrientes y los embates del mar en la zona.

Dos buceadores de Salvamento Marítimo consiguieron hacer una primera inmersión a la una menos cuarto de la tarde para evaluar la situación del pesquero, que permanece hundido- sólo es visible la popa- junto al peñasco conocido como Corberona, a escasos metros de la isla de La Erbosa.

Los buceadores consiguieron descender hasta los treinta metros de profundidad y se aproximaron a unos cuatro metros del casco del buque. Allí comprobaron que la visibilidad era nula (caminaban por el fondo cogidos de la mano y ni siquiera se veían el uno al otro) y dada la peligrosidad de la inspección, ésta quedó aplazada para hoy.

En la zona del naufragio se dan fuertes corrientes y los aparejos del pesquero (un kilómetro de red) entrañan dificultad para la aproximación de los buceadores. Además, y según explicó Salvamento Marítimo, el "Santa Ana" está inestable con un continuo balanceo por la acción de la rompiente. Y el principal objetivo es evaluar la situación del buque y su estabilidad para acceder al mismo en condiciones de seguridad.

El Centro de Coordinación de Salvamento mantuvo desplegado ayer hasta el ocaso el dispositivo de búsqueda marítimo y aéreo, que abarca la zona comprendida desde la isla de La Erbosa hasta unas diez millas alrededor.

A lo largo del día se fueron uniendo al rastreo el Guardamar Concepción Arenal, el Helimer 203, dos patrulleras de la Guardia Civil y el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (Geas) y una embarcación de Cruz Roja.

Los trabajos volvieron a generar gran expectación en el entorno del Cabo Peñas, donde decenas de personas siguieron a pie de acantilado los movimientos de los equipos de rescate bajo el sol que sucedió a la intensa niebla de las primeras horas de la jornada.

A largo plazo

El capitán marítimo de Avilés, Licinio Alonso de la Torre, compareció ante los medios de comunicación en dos ocasiones para informar sobre la evolución de los trabajos, incidió en la nula visibilidad bajo el agua y advirtió de que se trata de "una operación a largo plazo".

"Los buzos han conseguido bajar por primera vez pero han comprobado que la situación es muy turbia, no hay ninguna visibilidad. Han sentido que el barco está agarrado de popa y que está haciendo un movimiento parecido a una peonza, una situación muy peligrosa para cualquier actividad de buceo", señaló Alonso de la Torre, que subrayó que "para analizar cualquier operación resulta imprescindible el reconocimiento del casco de la embarcación".

En cuanto a la opción de reflotar el "Santa Ana", el capitán marítimo señaló que "existe esa posibilidad y hay medios para ello, pero estas son operaciones a largo plazo, de unos dos meses desde que se inicia la operación hasta que concluye". "Y lo primero", insistió, "es reconocer el casco".

El pesquero abanderado en Portugal llevaba a bordo unos 15.000 litros de gasoil y unos 200 litros de aceite, según explicó el armador a los coordinadores de la operación. "Es una sustancia volátil, no contaminante (como el fuel o el alquitrán). El armador cree que ya se ha esparcido todo y que no se ha producido contaminación fuerte, ni siquiera visible", concluyó.