Un piso para cocinar autonomía

DOA y el instituto Galicia Sur trabajan las habilidades emocionales y tareas básicas de la vida diaria con un grupo de once jóvenes con primeros episodios de brotes psicóticos

Nadia, Laura y Álex, preparando la comida.

Nadia, Laura y Álex, preparando la comida. / Ricardo Grobas

Laura cuenta que antes no cocinaba nunca porque sentía “inseguridad”. Ahora, ella y otros diez chicos que padecen primeros episodios psicóticos lo hacen todas las semanas en un piso de López Mora y raro es el día que les sale mal. Es un proyecto social financiado por Fundacion La Caixa y organizado por la Asociación DOA de Salud Mental y el Instituto de Investigación Galicia Sur (IISGS) que persigue promocionar la autonomía de estos jóvenes y favorecer también el desarrollo de sus habilidades emocionales. En un entorno menos institucional y más hogareño, confiesan que se sienten más relajados y unidos para hacer frente a estos desafíos.

El programa, que comenzó en septiembre, cuenta con apoyo para un año, aunque a la entidad le encantaría que fuera permanente. El neuropsicólogo David del Castillo explica que es un tipo de recurso del que carecían y que “resulta imprescindible para estos jóvenes que están experimentando por primera vez la psicosis”. La asociación ya tenía viviendas tuteladas, pero esto es diferente. Se trata de un piso al que este grupo de entre 16 y 33 años –con una media de 21– acude entre semana para practicar diversas tareas domésticas: hacer el menú semanal, ir a la compra, cocinar, limpiar... Incluso llevar la contabilidad.

Explica que permite “avanzar en la prevención, el tratamiento y la rehabilitación desde un enfoque integral”, en un ámbito en el que se tiende a focalizar la atención en los tratamientos farmacológicos y el estudio de las bases neurológicas y bioquímicas. “Hay que trabajar también ocio y entorno comunitario”, apunta.

Desde la izq., Tania, Carlota, Marietta y Emilio,
a la mesa. // Ricardo Grobas

Desde la izq., Tania, Carlota, Marietta y Emilio,a la mesa. // / Ricardo Grobas

En DOA subrayan que la adolescencia es un “período crucial” para la madurez emocional por lo que creen que un programa como este, en el que se trabajan habilidades para regular sus emociones y se mejora su autoestima, “puede mejorar significativamente su calidad de vida”. “Los jóvenes pueden sentirse más capaces de hacer frente a los desafíos de la vida y ser más efectivos en la gestión de situaciones emocionalmente desafiante, lo que puede reducir la intensidad y frecuencia de los episodios psicóticos”, detallan. En colaboración con los investigadores del IISGS, van a medir científicamente los resultados de la iniciativa con evaluaciones clínicas, neuropsicológicas, de calidad de vida y de proteómica –con muestras de saliva buscarán cambios en el comportamiento orgánico–.

“Es una herramienta muy útil para nuestro día a día”, asegura Carlota y Laura y Álex añaden: “Nos permite practicar tareas, relacionarnos y ser autónomos”. Y, ante los fogones, no se quedan en lo básico. Buscan recetas para un menú variado y saludable y escogen “cosas nuevas”. “Pillarle el punto” a las lentejas y al arroz es lo que más se les está resistiendo. Las familias transmiten sus trucos culinarios con talleres. En fechas señaladas, hacen sus celebraciones: un pre Fin de año, una chocolatada por Reyes... También cultivan. En la galería soleada experimentan con cucamelones, con la idea de trasplantarlos al huerto comunitario que frecuentan. “Con muchas ganas por aprender”, trabajan para ser independientes y autónomos, pero también para saber actuar en equipo. En un entorno en el que se sienten libres de estigmas y prejuicios, se consideran una “piña”.

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