Los vecinos de Serafín Avendaño desalojados en junio reclaman el arreglo urgente de sus pisos

Critican la inacción de responsables de la obra contigua: les causó grietas en viviendas y zonas comunes y un desplazamiento del edificio

Los vecinos, frente a los edificios de Serafín Avendaño.

Los vecinos, frente a los edificios de Serafín Avendaño. / Marta G. Brea

A mediados de junio, tuvieron que ser desalojados de sus pisos del número 5 de la calle Serafín Avendaño –entre Areal y Rosalía de Castro– sin tiempo para nada más que coger lo esencial después de que se produjesen desprendimientos de su fachada principal, con grietas importantes –en la parcela contigua, donde se levantaban antaño las instalaciones de Conservas Mauro Alonso, la constructora Desarrolla ejecuta las obras para dar vida a cuatro plantas de sótano y un edificio de 52 pisos–. Mes y medio después, más de lo previsto inicialmente –dos o tres días–, pudieron regresar a sus viviendas ya descartadas las opciones de derrumbe. Lo hicieron con medidores de fisuras y controles periódicos. Sintieron tristeza, rabia, fastidio y preocupación en ese momento... y también ahora.

Y es que la promotora de la actuación del solar anexo –el fondo inmobiliario con capital gallego Seagull Real Estate–, la constructora y la dirección de la obra se comprometieron por escrito a arreglar los desperfectos que se hayan producido en las viviendas del número 5 de Serafín Avendaño por el proceso de edificación una vez la altura del bloque nuevo supere la del ya habitado, pero, hasta la fecha, “no han movido un dedo”, según denuncian los vecinos: residen dos familias –viven en el tercero y el quinto (con tres menores)–. En el bajo y la segunda planta, se alojan los trabajadores de una empresa. Subrayan que otros edificios de la zona también sufren las consecuencias de las obras de la esquina con Rosalía.

Los residentes aseguran que la altura del edificio en construcción ya supera la del suyo desde Navidad, aproximadamente. “Es más, alcanzó ya la altura prevista”, abunda Paula Soto, una de las vecinas. “Les hemos dado un tiempo de margen, pero ya es suficiente. Hemos enviado varios correos y, hasta hace dos semanas, no nos habían contestado. Nos aseguraron que, en dos semanas, ya estaría todo solucionado, pero no han comenzado”, explica. “Tenemos grietas en las zonas comunes y en viviendas, algunas son grandes y nos preocupa qué pueda pasar”, explica otro vecino, Guillermo González, mientras enseña en su teléfono móvil las fotos de fisuras generadas en su piso.

Las familias denuncian, además, que se ha separado su edificio del que se levanta en el número 3. Se puede comprobar rápidamente observando la fachada trasera. “Hay una brecha grande por la que entra el agua. Creemos que la intención tanto de la promotora como de la constructora es pasarles la pelota a las aseguradoras”, lamentan tras indicar que el único arreglo que está en marcha es el de la cornisa de la fachada: “Está en el cantero”.

Brecha entre los edificios del número 3 y 5 de Serafín Avendaño.

Brecha entre los edificios del número 3 y 5 de Serafín Avendaño. / Marta G. Brea

Para asegurar la estabilidad del edificio, durante el tiempo que estuvieron desalojados, se realizó una inyección “de 90 toneladas de lechada bajo el inmueble”, describe Soto. “Fue el gasto más elevado. Ahora, pedimos que efectúen los arreglos menores a los que se comprometieron por escrito”, apostilla, a la vez que recuerda el sufrimiento que les está causando la obra. “Instalaron una estructura para asegurar la fachada y, cuando la retiraron a principios de enero, nos marchamos unos días por miedo a problemas de estabilidad”, asevera.

Advierten de la opción de acudir a la justicia

Los vecinos dejan claro que están desesperados por las molestias que genera la obra de la parcela contigua, pero también por la escasa atención de los responsables. Detallan que ya han perdido mucho dinero durante este calvario. La comunidad contrató a un técnico y un abogado –la familia del tercero contactó con otro abogado a mayores–.

“En el tiempo en el que estuvimos desalojados, gastamos más de 12.000 euros: principalmente, en alojamiento para dejar de ir de un sitio a otro, pero también en ropa para los niños y utensilios de casa”, detalla Soto, que estuvo alojada con su familia en diferentes lugares, hasta en un hotel en Sanxenxo, a varios kilómetros de Vigo, donde tienen su vida. “He tenido que estar de baja cinco meses por todo esto. Es una agonía. Si no nos ofrecen soluciones, recurriremos a la vía judicial”, sentencia.

Situación similar padecen las vecinas del número 23 de López de Neira. Lamentan la inacción de los responsables de la reforma del Círculo Católico de Obreros –Oreco Balgón y Barcial Inversiones– ante los desperfectos que provoca la obra en sus pisos, así como su postura “amenazante”: la promotora advirtió a una de las residentes de que la denunciaría si volvía a hablar con la prensa.

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