¿Qué pasa cuando el paciente de salud mental se hace mayor?

Sanidade cree que las residencias específicas no son la solución ideal, pero sí una necesidad y asume que se precisarán más plazas

Instalaciones de la asociación DOA, que aspira crear la primera residencia de salud mental en el área de Vigo.

Instalaciones de la asociación DOA, que aspira crear la primera residencia de salud mental en el área de Vigo. / Alba Villar

La teoría es compartida por todos los agentes implicados: lo ideal es la integración de las personas con trastornos de salud mental en la sociedad, dotando a esta de los recursos comunitarios suficientes para darles el apoyo que necesiten, caminando juntos hacia una normalización que deje atrás el aislamiento y marginación de otras épocas y el estigma que todavía hoy padecen. Su aplicación a la realidad, en cambio, es otra cosa y flaquea en algunos aspectos. Como en las soluciones para ese colectivo que, por edad o por gravedad, no pueden vivir solos y no tienen cuidadores. ¿Qué pasa con ellos? ¿Qué solución dar ante la expectativa de que cada vez sean más?

El coordinador de los programas de promoción y prevención de la salud de mental en el Sergas, el doctor Alexandre García Caballero, recuerda como en la década de los 90 se procedió al cierre de los psiquiátricos y a la puesta en marcha de recursos para potenciar la autonomía de estos pacientes crónicos y que pudieran “seguir viviendo sus vidas de manera digna y en comunidad”, evitando su internamiento. Se apostó por centros de rehabilitación y pisos tutelados –hay 191 plazas en Galicia, siempre llenas–.

Pero hay otras con las que, por lo que sea, esto no funciona. García Caballero entiende que por el envejecimiento de la población y el cambio social hacia el individualismo, cada vez son más las que se encuentran solas, sin un entorno familiar o próximo que le cuide y cobije. Para ellos, se pensó las unidades residenciales específicas, pequeñas, de entre 25 y 30 plazas, para “una convivencia casi familiar”. “No es lo deseable, pero es una necesidad”, entiende. Hoy hay 131 plazas en toda Galicia, 25 a punto de sumarse y otras 25 en construcción. Y tal y como desveló FARO, la Asociación DOA aspira a crear otra en el área de Vigo, donde aún no hay ninguna –están recaudando en el número de cuenta ES70 2080 5000 6630 4021 2614–.

El modelo es que las promuevan agentes del tercer sector y la Administración concierta luego las plazas. “El talón de Aquiles es que requiere una inversión costosa que a las asociaciones les cuesta mucho reunir y no resulta atractivo para el sector privado porque tiene limitación a 25 plazas”, expone el psiquiatra.

Centros ordinarios de mayores

Hasta ahora, han tenido bastante lista de espera. Y no se espera que la situación mejore. García Caballero describe que, en algunos de estos casos, están “entrando y saliendo de agudos porque se descompensan”. Si no hay plaza para ellos en estas unidades residenciales, se remiten a centros sociosanitarios de mayores, dependientes de Política Social. Si tienen más de 65 años, ya que tienen derecho a acceder. “Con los menores 65 tenemos más problemas”, señala.

Sin embargo, a veces, que figure en el expediente un trastorno mental grave ocasiona obstáculos en su acceso. En ocasiones, Sanidade y Política Social tienen que discutir caso por caso. A las residencias de mayores acuden psiquiatras del Sergas para dar apoyo. En el área de Vigo es una profesional para 54 centros.

"Estamos estudiando qué camino seguir"

Alexandre García Caballero

— Coordinador del plan de salud mental en Galicia

¿Qué va a hacer la Xunta de cara al futuro? “Estamos estudiando qué camino seguir”, responde. En Sanidade sí tienen claro que hay que crecer en nuevas tipologías de fomento de la autonomía y, de hecho, han solicitado 34 millones del fondo europeo para, a lo largo de cuatro años, financiar de forma sostenible programas de empleabilidad y crear “viviendas de transición” vinculadas a la formación y acceso al mercado de trabajo, en las que estén acompañados por una nueva figura: el acompañante terapéutico.

"Debemos normalizar todo lo que podamos"

José Manuel Olivares

— Jefe de Salud Mental en el Chuvi

El jefe de Salud Mental del Chuvi, el doctor José Manuel Olivares, confiesa que les gustaría “gestionar mejor la cronicidad”. Coincide en que hay que apoyar las medidas normalizadoras –apoyo domicialiario, pisos tutelados..–. Para los que necesiten solución residencial, aboga por los mismos centros que el resto de la sociedad, salvo un “pequeño grupo” que requiere apoyo específico. “Para ellos deberían crearse espacios profesionalizados con especialistas”, defiende y considera que pueden ser tanto miniresidencias como las que promueven las asociaciones, como áreas integradas en complejos residenciales ordinarios.

"Pedimos apoyo más decidido de la Administración"

Xosé Ramón Xirón

— Presidente de Feafes Galicia

Xosé Ramón Girón, presidente de la Confederación de asociaciones de Salud Mental (Feafes) de Galicia, señala que “cada vez hay más preocupación por lo que va a pasar” viendo la edad media de los usuarios. “Tenemos una red enorme de pisos tutelados, pero cuando llegan a una edad, hay que buscarles apaño”. Les parece bien que sea en residencias de mayores ordinarias, pero reclaman apoyo para sus profesionales. “Necesitan personal entrenado y ahí pocas veces lo hay”, señala y explica que eso provoca “ansiedad a la plantilla”.

Asumen la “responsabilidad” de crear esas plazas en unidades residenciales específicas, con los “riesgos financieros” que les suponen, porque “es el único modelo encima de la mesa”, pero piden un “apoyo más decidido” de la Administración. También en lo que perciben luego al concertar las plazas, que denuncian que está muy por debajo de lo que se otorga a una plaza de discapacidad intelectual. “La atención a este colectivo requiere mucho personal”, reivindica y lamenta que la salud mental “siempre ocupa el furgón de cola de la financiación”.

Política Social ha rechazado participar en esta información, al considerar que ya habla en ella “un portavoz de la Xunta”, en referencia a García Caballero.

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