El bus urbano vuelve a la “normalidad”

Una extraña sensación se apoderó de los vigueses este martes y llamaba la atención por varios cambios significativos. El sol relucía, la temperatura invitaba a pensar en la inminente llegada de la primavera, el tráfico parecía menos caótico de lo habitual y hasta era posible vislumbrar varios autobuses urbanos circulando juntos. Después de 108 días de huelga, el transporte público de la ciudad recuperaba parte de su “normalidad”.

El acuerdo de los trabajadores para poner fin a los paros totales y poder seguir negociando la renovación del convenio caducado a finales de 2020 fue rubricado entre Vitrasa y el comité de empresa en la tarde del lunes a través del AGA, la entidad para la resolución de conflictos laborales dependiente de la Xunta. Esta decisión se tradujo en el fin de los servicios mínimos y la vuelta del grueso de los autocares a la circulación; por lo que su ocupación y los tiempos de espera en las paradas se redujeron significativamente.

Mercedes Novoa, vecina de Castrelos

“Estaba ben feita a folga pero aínda non están tardando o que debían”

Sin embargo, los viajeros se mostraban mayoritariamente escépticos ante esta tregua y recordaban que todavía no hay ningún acuerdo que ponga fin a un conflicto laboral que ha afectado a la calidad de vida, salud y rutinas de los vigueses. En la parada de Praza de América, una de las más concurridas –especialmente desde el cierre de Porta do Sol– al permitir los transbordos entre líneas señalaban que en las frecuencias a las parroquias aún veían incumplimientos en los horarios anunciados en Moovit, la web de Vitrasa o los paneles informativos.

Jesús Fernández, trabajador en Bouzas

“Tenía que salir una hora antes de casa y ahora solo me lleva 15 minutos”

Así lo denuncia Mercedes Novoa, vecina de Castrelos que necesita este servicio público para desplazarse al centro o a las citas médicas en el Hospital Álvaro Cunqueiro. “A folga estaba ben feita porque non lles pagaban o que debían” reconoce en solidaridad con los trabajadores. “Un alivio” resume Laura, quien gracias a tener coche propio no ha padecido de forma tan directa la huelga. Aún así, su hijo debía hacer un doble transbordo con coche para ir al instituto al desaparecer el horario que usaba.

Laura, vecina de As Travesas

“Es un alivio. Si no tienes coche no te queda otra cosa que aguantar”

A otros como Jesús Fernández, vecino de Gran Vía desde hace 3 años, el fin de los paros le ha pillado por sorpresa. De esta manera, cuando antes debía salir con una hora de antelación para llegar a su trabajo en Bouzas, ahora le basta con quince minutos. La mayoría de los conductores evitaron pronunciarse sobre la nueva situación y se remitían a la postura acordada por el comité de empresa y sus distintos portavoces. Aunque en algunos casos pudieron recuperar los “colchones” y realizar breves descansos antes del comienzo de cada servicio, apuntaban a que el problema estaba en las cadencias dinámicas de 34 y 72 minutos que rara vez se han cumplido desde su estreno antes del COVID.

Reunión en una semana

Esta situación de relativa calma se mantendrá al menos hasta el próximo jueves 21 de marzo, fecha en la que está programada la primera reunión para fijar el calendario de las siguientes reuniones entre comité de empresa y compañía.

“Encaramos esta nueva etapa con cierta cautela y optimismo” señalan desde los primeros mientras reconocen que las peticiones de la empresa “han sido enfocadas siempre hacia la recuperación económica y de viajeros”. De esta manera, esperan que con el anunciado reequilibrio económico de 12,1 millones de euros del Concello las negociaciones sean de una manera “más holgada”.

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