Giralt, pintura cocinada a fuego lento

El MARCO inaugura hoy la exposición más extensa dedicada al artista madrileño hasta la fecha

Los comisarios de la exposición de Juan Giralt, Miguel Fernández-Cid (director del Marco) y Marcos Giralt (hijo)

Los comisarios de la exposición de Juan Giralt, Miguel Fernández-Cid (director del Marco) y Marcos Giralt (hijo) / Marta G. Brea

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Es incapaz de desligar el recuerdo de su padre del recuerdo del pintor. Si bucea en la memoria, por las imágenes de la casa que se dibujan en su mente, calcula que sería a principios de los 70, cuando él tan solo tenía un par de añitos. Su padre le pidió que pintara unos círculos en un cuadro sobre el que estaba trabajando y, aunque lo ha buscado y buscado, aquella pieza se perdió con el paso del tiempo. Ya con seis o siete años de edad, aquel mismo padre y pintor le pidió que escribiera en una hoja los nombres de sus amigos, una cartulina que fue a parar a un collage que estaba creando. Juan Giralt siempre ha sido para su hijo, Marcos Giralt Torrente, su “padre pintor” y paseando entre los lienzos que reflejan la época de su plenitud artística, con la muestra a punto de caramelo para ser inaugurada en el Museo de Arte Contemporánea de Vigo (MARCO), comenta que “si me atrevo a comisariar una exposición suya es, en primer lugar porque soy hijo único y si no lo hago yo, ¿quién? Pero, sobre todo, si me atrevo a ello es porque he crecido entendiendo la pintura a través de sus ojos”.

Recorriendo las salas del museo vigués, todavía cerradas al público, pero envueltas ya por la simetría de las composiciones de Giralt que, de pronto, se ven desequilibradas por un brochazo, que albergan juegos con letras, todo tipo de texturas y un uso del color que huye de los caminos trillados, el director del MARCO, Miguel Fernández-Cid, señala que “queríamos que esta exposición fuese retrospectiva y que cubriese la totalidad del trabajo de Juan Giralt, reivindicando la época de plenitud. Es por eso que se divide en dos bloques y lo que buscamos fue que, en la selección de obras, se adecuara la excelente imagen del artista al recorrido que permiten las salas. Lo que ha hecho Marcos aquí ha sido lo que su padre, partir de situaciones geométricas y buscar equilibrio”.

Si me atrevo a comisariar esta exposición es porque he crecido entendiendo la pintura a través de sus ojos

A partir de hoy y hasta el próximo 25 de febrero, el MARCO albergará la exposición más extensa dedicada, hasta la fecha, a uno de los artistas que más sugestivos y singulares de la generación pictórica que protagonizó en España el cambio de siglo. A diferencia de la exposición que albergó el Museo Reina Sofía en el 2015, en la que se mostraron obras aisladas de Giralt sin un contexto, lo que encontrará el público que visite el MARCO será “sus distintas etapas, puesto que en Vigo se ha intentado entender la evolución del artista, con obras de los 60, 70 y 80 en adelante; es mucho más evidente la ductilidad del propio trabajo y las diferentes fases”, explica Marcos Giralt, quien define la obra de su padre como “pintura cocinada a fuego lento”, puesto que “para él el proceso era exigente, no se conformaba y cada cuadro era una lucha, él mismo se ponía obstáculos. Era muy comprometido”.

Marcos Giralt se detiene frente a la obra Árbol (1998) y confiesa que le parece “maravilloso” el movimiento de la brocha y, aunque no es fácil quedarse con solo uno, menciona que este es uno de los cuadros de su padre que más le gusta, mientras recuerda que mantuvo con él épocas de distanciamiento, pero cuando cesaban las hostilidades, su plan siempre era “ir a tomar un menú a algún restaurante y luego visitar alguna exposición. Mi idea de la pintura es indisoluble de él y siempre que preparaba una exposición me llamaba. Y ahora estoy yo aquí, años más tarde, intentando mostrar su obra”, concluye.

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