Operación Benín: ochenta cirugías en seis días
Un equipo con cinco sanitarios de Vigo y otros tres de otras áreas acaban de regresar de una campaña humanitaria en África

El único quirófano del que disponían, dividio por un biombo para hacer dos cirujías a la vez / Cedida
Desde las ocho de la mañana y hasta las ocho de la noche, a lo largo de seis días, un equipo formado por cinco profesionales del Complejo Hospitalario de Vigo (Chuvi) y otros tres de otras áreas sanitarias trabajó de forma incansable en el único quirófano de un pequeño hospital del país africano de Benín para atender a la mayor cantidad de pacientes posible, en el marco de una misión humanitaria llevada a cabo por la Fundación Cirujanos en Acción.
Un trabajo “muy cansado, de muchas horas”, pero que realizaron con gusto por la voluntad de “devolver a la sociedad algo de la suerte que hemos tenido por nacer en el primer mundo”, según destaca uno de los integrantes de la “Operación Benín”, el doctor Enrique Moncada Iribarren, jefe de Sección Unidad de Coloproctología del Chuvi. El equipo estaba liderado por la cirujana general del complejo vigués Ana Gay, una veterana en estas misiones solidarias y que tiene a Mongolia como próximo destino. Del área también se sumaron a esta expedición el anestesista Miguel Pereira y las enfermeras Verónica González y Eva Sánchez. La completaron la anestesistas Yolanda Sanduende, de Pontevedra; la cirujana Fátima Sánchez, de Madrid; y la también cirujana Cristina Roque, de Las Palmas.
Benín es una república del África Occidental, ubicada en el Golfo de Guinea, entre Nigeria y Togo. Es un país pobre. Una quinta parte de sus menores de cinco años están desnutridos –African Statistical Yearbook 2020– y tiene una tasa de pobreza extrema del 53,1% – African Economic Outlook 2020– de sus 12 millones de habitantes. El equipo se dirigió a la ciudad de Dangbo, de algo más de 110.000 habitantes, a 30 minutos en coche de la capital, Portonovo. Allí, las Hermanas del Amor Redentor de Jesús –católicas– tienen un pequeño hospital, por el que ya han pasado otras misiones españolas (ginecológica, pediátrica...)
La liderada por la viguesa Gay, partió el 8 de junio y concluyó el 18. Con una jornada entera de ida y otra de vuelta, así como la necesidad de desarrollar otras tareas previas y de recogida, pudieron intervenir durante seis días y medio.

Una de las doctoras, Yolanda Sanduende / Cedida
¿Y qué operaron? Cirugías con alta precoz, de postoperatorios sencillos, en los que los pacientes “no corran el riesgo de morir por falta de atención”, explica el doctor Moncada. La madre superiora, una médica internista, ya había realizado una preselección de pacientes. Sobre todo, hernias y bocios –18 extirpaciones de glándula tiroidea–. Esta última es endémica entre la población subsahariana por el déficit de yodo en su dieta. La prevalencia es alta y, como no disponen de medios sanitarios para controlarla, el equipo se encontró con algunos de “volúmenes brutales”. Es entonces cuando puede obstruir las vías respiratorias y la laringe, provocando dificultades para tragar o para respirar. “Están abandonados a su suerte y alcanzan tamaños tremendos”, detalla el cirujano. También en las hernias.
Además, abordaron otro tipo de problemas con los que llegaba la gente, como lipomas –bultos de grasa–. En total, llevaron a cabo 82 cirugías. A otros les tuvieron que decir que no.
“Tumores complejos, posibles cánceres de mama... Es bastante frustrante, pero no se pueden hacer, es una locura, pones en riesgo sus vidas”
Operaron en el quirófano del hospital dividido en dos mediante un biombo para rentabilizar el espacio. Se adaptaron “a las circunstancias”, pero el doctor, que ya estuvo en otra misión en Uganda, explica que las condiciones de este eran “bastante decentes”, incluso con aire acondicionado. “Un lujo”, destaca.
Además del tiempo, que tienen que sacar de sus vacaciones, otro de los límites a la cantidad de actividad posible es el material. Casi todo lo transportaron desde España. Ocho bultos de 23 kilos.
En la zona de hospitalización, los pacientes están acompañados por sus familias que son las encargadas de su cuidado y su alimentación. Ellos se hospedaban en un pequeño hotel cuyo coste, ya allí, decidió asumir un benefactor de las monjas. Ellos optaron por donar al hospital lo que iban a pagar. La comida se la preparaba las religiosas con los productos que ellas mismas cultivaban.
El equipo de la Operación Benín se encontró allí con “una población muy agradecida”, que tiene el francés como idioma oficial, pero con la que no hubo problemas para comunicarse. “Con buena voluntad, todo se entiende”, asegura.
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