Un juzgado de Vigo anula el despido de un contramaestre que hurgó en los sujetadores de una científica

Los hechos ocurrieron en el camarote de la mujer durante una campaña oceanográfica en el buque de investigación marina “Vizconde de Eza”

El buque "Vizconde de Eza", atracado en el puerto de Vigo tras una campaña.

El buque "Vizconde de Eza", atracado en el puerto de Vigo tras una campaña. / Marta G. Brea

Marta Fontán

Marta Fontán

Un extraño caso ocurrido en alta mar que derivó en un despido que acaba de ser revocado en vía judicial. El titular del Juzgado de lo Social número 1 de Vigo ha declarado improcedente el cese de un contramaestre que ostentaba este puesto en el buque de investigación marina “Vizconde de Eza” y al que se le extinguió su contrato de trabajo tras ser grabado en el camarote de una científica –con la que había mantenido una relación sentimental en una anterior campaña– hurgando en sus sujetadores.

Los hechos ocurrieron durante la campaña oceanográfica “Flemish Cap 2022” organizada por el Instituto Español de Oceanografía y realizada entre el 4 de julio y el 25 de agosto de dicho año. Fue concluida la misma cuando el capitán del buque informó al jefe de la campaña de un “asunto grave” que se había producido: dos tripulantes le habían comunicado que acababan de ver un vídeo en el que se observaba a dicho contramaestre “entrar” en el camarote de una de las científicas que participaban en la campaña y hurgar en sus cosas. La mujer confirmó los hechos, informando de que tras notar que alguien estaba manipulando sus pertenencias, decidió dejar su teléfono móvil grabando en el catre, constatando así lo ocurrido.

La empresa despidió al contramaestre por entrar en un lugar “inviolable” como es un camarote y por manipular pertenencias que había dentro, invadiendo la “esfera íntima” de la afectada. En la carta de despido relatan como la afectada, tras dejar el teléfono móvil grabando y regresar de su turno de trabajo, "revisó la grabación" y pudo apreciar como este hombre "entraba en su camarote, encendía la luz, rebuscaba entre sus enseres personales, salía del camarote, volvía a entrar y le cambiaba sus objetos personales de sitio". "Es por ello", le indicó la empresa al trabajador, "que las actuaciones llevadas a cabo por usted, en concreto entrar en el camarote de una persona sin su permiso y manipular sus pertenencias, son hechos de extrema gravedad, al considerarse el camarote domicilio constitucionalmente protegido, sin que ninguna persona ajena pueda entrar en el mismo sin el consentimiento del ocupante u ocupantes del mismo, dado que afecta a su esfera de privacidad".

Tras esta decisión empresarial, el cesado fue a la vía judicial y allí estimaron la demanda que presentó contra su despido. En la sentencia el juez afirma que efectivamente la científica dejó grabando su teléfono móvil escondido en el camarote. La grabación fue de una hora y durante un minuto se ve al hombre “entrar” en la cabina, coger sujetadores, examinarlos y dejarlos de nuevo en el catre. “Saliendo un momento, volviendo a entrar y haciendo lo mismo”, dice el fallo, que recoge que en un momento dado de esa campaña la mujer le había pedido al hombre que fuese al camarote a llevarle un teléfono.

El despedido alegó que fue al camarote porque se lo pidió ella y que no la insultó. El juez falla a su favor ante las versiones contradictorias de si tenía permiso o no para entrar que dieron ambos y porque el vídeo no es prueba “fehaciente” porque dura una hora y solo se aportó un minuto de imágenes. Considera que no se puede concluir que entrara sin permiso e incluso que no es descartable que hubiese sido víctima de “una trampa”. Los insultos que profirió él contra la mujer, “tonta y borracha”, por todo el “contexto” en el que se produjeron, tampoco, concluye el magistrado, “justifican” el despido.

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