Mira Vigo

Un paseo con Eladio por el día de Samaín, y sus luciferinos

Fernando Franco

Fernando Franco

Fernando Franco

Fernando Franco

¡Qué lunes de Samaín y qué noche después más tenebrosa! Nada temo del diablo y del infierno pero el mundo de los espíritus no está cerrado cuando la luna esconde su luz y llega la noche. La mía comenzó por el Sinatra, ya en acción el astro de la luz argentada, donde entré sin soltar mi Vara Fulminante que hace temblar los malos espíritus y vi allí, entre débiles mortales que lo jaleaban, a Lucífugo Rofocale, primer ministro infernal travestido en el escenario de Eladio dos Santos cantando temas luciferinos como La Cruz, La Rabia y el Veneno, La Misa o Seremos Santos Inocentes, y vi cómo le aplaudía encendidos no pocos espíritus menores por allí dispersos (entre ellos Bael encargado del sonido bajo el nombre de Antonio, Agares y Marbas, sus lugartenientes) cuando cantó Coia o caos y empezó a sonar Ronsel, su último disco, subida al escenario para acompañarlo Ari Magritte , cuya inocencia es posible que sea el disfraz de Scheva, (otros la llaman Pititis), la única hembra de la Corte Infernal. Tan buena actuación solo pudo ser cosa de espíritus, nunca de mortales. Antes, en la atardecida, creí ver en Redondela y su Túnel del Terror a un conocido empresario practicando un exorcismo sobre un representante sindical gritándole “¡Panem celestem! (no era, no, Fernández Alvariño sino un lugarteniente, poseído por Satanakya, Gran General que somete a sus deseos) y en Navia a un Payaso Popin en acción tomado por Sargatanas, Brigadier luciferino especialista en hacer risas. En el Calvario vi entre magias al Mago Jorge, quizás poseído por Nebirus, mariscal luciferino y el mejor nigromántico, mientras por el barrio viejo desfilaba la Santa Compaña infiltrada por demonios menores como Aamón y Glasiabolus.

Y en el Día de Todos los Santos, al mercadillo de Fleurety

Ayer, Día de Todos los Santos, festejamos a los santos que viven ya en la presencia de Dios en su Iglesia triunfante. Mal día para los espíritus infernales. Amanecimos como pudimos por culpa de la luciferina noche anterior, pero nos fuimos por la mañana al Mercadillo de Todos los Santos, ahí en Canido, que organiza Luis Sangiao, nombre que encubre en la corte infernal a Fleurety, cuyo poder omnímodo se vierte sobre la noche. Por la tarde, sorteando espíritus de Samaín renqueantes, asistimos a la actuación del Diego Alonso Trío en La Casa de Arriba, el único lugar no tomado por el Mal por la presencia en la puerta de un enviado del alcalde Caballero (quizás Ángel Viñas, acostumbrado como sindicalista a lidiar con los malignos), tras una cruz y un letrero que rezaba: “Te conjuro Satán”. Pero mañana, pasado el Día de Difuntos, Lucífugo Rofocale nos cogió entradas para ir al Vitruvia sin que lo advierta su dueño Javier Ferreiro, que es un santo redimido. Oiremos a las 21 al neoyorquino John Stowel acompañado por su trío de referencia, Atlantic Bridge; casi nada: Alberto Conde, Kin García y Miguel Cabana. A su gran jazz lo protege un Círculo Cabalístico.

El Club de los Samaineros.

El Club de los Samaineros. Nada mejor que esta foto, tomada cuando sorprendimos e hicimos posar, maqueados ad hoc para el Samaín, a este pequeño grupo de compañeros de Política Social de la Xunta en Vigo, mientras lo celebraba con una comida en el restaurante “Sete Portas” masticando fieramente solomillo de cerdo ibérico. Se hacen llamar el Club de los Samaineros, nombraron su Bruja de Honor llamada Silvia, y se sabe que hicieron conjuros a la luz de las velas para preservar su buen humor de los espíritus malignos. Quizás hayan firmado el Pacta Demoniorum. / Fernando Franco