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José Faustino Portela | Secretario del Colegio Oficial de Enfermería de Pontevedra (COEPO)

El denunciante del Colegio de Enfermería: "Mostraban una fachada austera: coches viejos, mal vestidos..."

José Faustino Portela R. Grobas

José Faustino Portela se sentía ayer aliviado después de conocer la decisión del juez de designar un administrador para gestionar el Colegio Oficial de Enfermería de Pontevedra (COEPO) y devolverle un correcto funcionamiento. Él pertenece a su directiva desde 1998, pero no tuvo atribuciones hasta 2018, cuando fue nombrado secretario y su rúbrica pasó a ser necesaria. “No te firmo una cosa que no esté legal”, cuenta que le dijo al presidente, Carlos Fernández. Ahí empezó una “guerra”, que acabó hace un año con la presentación de la denuncia que llevó a la detención de Fernández, su mujer y su hija.

–¿Cómo es posible que en un colectivo tan grande y reivindicativo como el de Enfermería, pueda aguantar el “chiringuito” que denuncia durante más de dos décadas sin que nadie lo saque a la luz?

–Mediante el engaño, que no se presentaran alternativas, sus triquiñuelas de interpretación estatutaria… A mí me daba las cosas resueltas en nombre de la Junta ejecutiva a la que yo no pertenecía, mientras fui vocal, sin atribuciones. Tienes que creer al presidente. Si hay, aún encima, cuatro personas más dentro y dicen que todo está bien, ¿quién soy yo para ponerlo en duda? Su forma de actuar era paternalista. Te vendía la estabilidad, que aquí se daban los mejores servicios de España… Habría alguno que no se lo creería, pero muchos sí. Y eso nos llevó a donde estamos ahora. 

–Usted lleva en la Directiva desde el 1998. ¿Cuándo empezó a ver estas cosas y por qué no las denunció antes?

–Porque la estructura que tenía era una Junta Ejecutiva, que tomaban las decisiones, y luego estábamos los demás. Me llamaba cada x tiempo y me decía: “Hicimos esto pero ya hablamos con el catedrático de Valencia y está bien, es legal…” Si no controlas de eso, lo das por bien hecho. Fueron pasando años y, como tenía otra persona de fuera interviniendo en el colegio…

Faustino Portela R. Grobas

–¿De quién hablamos?

–De Dimas Gallego, que estaba con él en las empresas. Un señor correcto. Él siempre me tranquilizaba diciendo que no tenía nada que ver, que estaba colaborando, que controlaba de esto de las empresas… Bueno, te lo crees y confías. Van pasando años, en los que no se hacían juntas ni nada, hasta que hace dos me propone ir en su candidatura de secretario. Mi primera advertencia: “Ojo, mídete si me pones de secretario que a mí me gustan las cosas legales y muy rectas”. “Sí, sí”, me dijo. A partir de ahí, a mí no me da funciones, todas las manejan su mujer, su hija y él... Le digo: “Eh, que yo no soy aquí un hombre de paja. Tengo una responsabilidad recogida en los estatutos y no me lo permites”. Respondió: “Si esto ya Carmen hacía igual con los anteriores”. “Yo no sé lo que hacían, yo solo sé lo que voy a hacer yo y no te firmo una cosa que no esté legal”. Y empezó a hacer triquiñuelas con los abogados, que si me han dicho, que si hay que hacer… Yo le dije: “No te firmo”. Entonces empezó la guerra. Tuve que hablar con el personal que estaba allí dentro, que conocía bastante más que yo. Al empezar a profundizar, me entero de esto y me digo: “Dios mío, yo no puedo seguir así, me estoy metiendo en un lío sin comerlo ni beberlo”. Mi decisión fue buscar ayuda de los que tenían información y llevar todo a donde lo llevamos.

–¿Y eso cuándo fue?

–Hace más o menos un año. Ante la UDEF.

–Esa figura que nombra, Dimas Gallego, ¿qué papel tenía?

–Quiero entender que era un colaborador suyo o socio. No lo supe nunca. Todo eso lo ocultaba. Solo decía que no se pagaban las cuotas [al Consejo General de Enfermería] porque se le iban a dar muchísimos más servicios a todos los colegiados. “Mira hasta qué punto que compramos locales”, decía. No hace mucho que me enteré que no eran de los colegiados, sino de él, bueno, de una empresa. En Vigo tiene unos doscientos metros cuadrados de mil y pico. En Pontevedra, nada. Eso ya me puso de los nervios.

–¿Tienen pruebas de que los compraron con dinero de los colegiados?

–No puedo decir eso porque no lo sé. Está en vía judicial. 

–¿Lo sospecha?

–Hombre, está en sospechas. Además, él todo lo oculta. Te miente, te obstruye y encima busca que los demás miembros se posicionen a su lado. Al final, acabamos otro vocal y yo apestados por los demás. 

–¿Él decía que los locales eran del colegio?

–Sí, muchas veces y públicamente. “Mira que instalaciones tenéis”. Si desconoces la cosa, pues en principio le das el beneficio de la decencia, por qué no. Como además se rodea del aura espiritualista y es muy paternalista y se da de humilde -“ya ves cómo vivo”-. El escenario es el idóneo para que piques.

–¿Cómo funciona la trama?

El chiringuito se cuece en casa, con los tres. ¿Por qué no quería que yo tuviese la Secretaria [del COEPO] activa? Porque si no, no podría hacer chanchullos, que los hacía su mujer, que era la que me suplía, sin mi autorización. Las pocas actas que hay son las que yo peleé para que se hiciesen. Vejaciones, insultos… Todo lo que quieras.

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Salida de los detenidos tras el registro en la sede viguesa del Colegio de Enfermería R.V.

–¿Cómo se hacían con el dinero?

–A ver qué nos cuenta la Justicia. Yo no tengo acceso.

–¿Qué sospecha de cómo funciona el entramado de empresas?

–Manejan el dinero entre ellas. No puedo decir más, porque lo que yo pueda decir de lo que sospecho no me parece prudente. 

–Está recogido en la denuncia.

–Sí, claro, pero eso ahora hay que cotejarlo como verdadero. Y eso será cuando el juez lo confirme y diga que se robaba de esta manera. Hay que ser cauto.

–En la denuncia estiman que, presuntamente, se pudieron apropiar de 11,5 millones de euros. ¿Cómo calculan esa cifra?

–Los números reales no los conocemos. Esa es la cifra de impago al Consejo General de Enfermería. Hay sentencias. ¿Dónde está ese dinero? Sale de ahí el cálculo. Otra cosa es cuando esté en vía judicial resuelto y se pueda decir exactamente cuánto. Es aproximado.

“Nos presentaron unos auditores falsos; les pedí que certificaran la auditoría y se negaron”

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–¿Tiene alguna idea de cuál es la situación económica del colegio? ¿Está arruinado?

–Aquí nos ha presentado unos falsos auditores. Digo lo de falsos porque le pedí que me certificasen la auditoría y se han negado. Cuando entré dije que lo primero que quería hacer era la memoria, las cuentas y que se publicara en la página web y estuviera en la sede en soporte papel.

–¿No consiguió saber cuál es la realidad del colegio?

–No, no. Y además está grabado que he preguntado a los auditores si habían tenido acceso a los documentos para hacer esto. Me dijeron que sí. Me dirigí al presidente: “Dígame usted como ellos han tenido acceso a los datos y yo no”.

–¿Y qué le responde?

Que yo los puedo tener. “Tráigamelos”. Hasta hoy que estoy esperando.

–Cree que el colegio tiene fondos?

–Sospecho que de la deuda ejecutada por el juzgado [por la causa con la CGE] hay cuotas que no pagó. Nos constan dos. 

–¿Sabe que hay asociados que dicen que les obligaron a pagar la matrícula de primera colegiación en mano?

–Sí. 

“A la mujer le vi un montón de talones en blanco firmados por la tesorera”

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–¿Es irregular?

–Por supuesto, como muchas otras cosas. Que su mujer tenga dinero en efectivo, nunca lo entendí. Llamé a la tesorera: “¿Tú controlas en qué se gasta el dinero?”. La respuesta fue llamarlo a él [al presidente]. Le vi un montón de talones firmados en blanco por la tesorera. Me asustó y fue por lo que la llamé. “¿Sabes en lo que te estás metiendo? ¿Tienes control de esto?” Si firmas, luego tienes que comprobar que las cantidades que se usaron están documentadas, digo yo. No me contestó. En la Junta de Gobierno, que está grabado, se negó a contestarme, por orden de él. ¿Con esos bueyes quién ara el prado? ¿Qué me queda? Irme a la Justicia.

–Y otras irregularidades de ese tipo, ¿qué se encontró?

–Hay falsificaciones de documentos. No quiero imaginar. Llegamos a un punto que, como el economista me pasó información, lo echó. Como trabajaba con el periodista y me pasó información, por orden de él además, lo despidió.

–¿Cuál es el papel de la hija?

–Lo desconozco. Estaba en todas las salsas, pero no sabría qué sabor tiene. Una persona que está hasta en las juntas de gobierno. Bueno, solo hubo dos. Hicimos una sin acta porque era un bodrio, hasta me daba vergüenza. Y provoqué otra, la del 5 de marzo del año pasado. Ese día sentí bochorno. No era una junta, era una comparsa. Fueron tres horas que se grabaron. Me vino con los auditores. Le dije: “Creo que tenemos un problema grave en la economía del colegio y tú sigues negándote a compartir conmigo los datos”. Ya tenía datos que me pasó el economista y no me cuadraban. El abogado asesorándome en favor del presidente. 

–A su hija la llamaban jefa, ¿no?

–Sí, porque tenía mando en plaza.

–¿En qué plaza?

–En todo el colegio. Con acceso a los expedientes que son de mi competencia. No puedo permitir eso. Aunque no pasara nada más, eso simplemente me parece muy grave.

“Todo lo que puedas ver de ellos es mentira. Una fachada aparentemente austera: coches viejos, mal vestidos...”

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–¿Pudo ver qué tren de vida llevaban?

–Todo lo que puedas ver es siempre mentira. Una fachada, aparentemente, muy austera. Coches viejos, mal vestidos… Y sin más comentarios, porque sería entrar en su vida privada y no quiero. Hay que ser aguililla para que aquel que era amigo del alma te esté traicionando. Es que no te lo puedes creer.

–¿Entonces ustedes tenían una buena relación?

–Hombre, sí. Si tú me brindas confianza y me das una credibilidad, no puedes estar desconfiando de todo el mundo. 

–¿Qué cree que va a suceder ahora con el colegio?

–Yo, ahora mismo, tengo tranquilidad absoluta [por la decisión del juez de designar un administrador]. Si viene una persona que toma el mando y va a establecer las reglas, el colegio va a mejorar el 200 por cien.

–Su imagen sí ha quedado deteriorada, ¿no?

–Yo quisiera pensar que quedó mal la del trío familiar y no la del colegio. En el momento que se deje claro que las cosas se van a hacer rigurosamente, todos se van a sentir orgullosos de pertenecer a él. Eso es en lo que yo creo. Por eso estoy aquí peleándome. Me operé hace tres años de una enfermedad grave y viví lo que es estar en una cama atendido por tus compañeras y eso te hace preguntarte qué puedes hacer por estas personas que están dejándose el alma y la vida. Pues esto que he hecho. También por los pacientes, porque el colegio debe ser garante de que se cumplan las leyes y la salud de las personas no corra riesgo. Tiene el deber de formar, informar y proteger a la Enfermería, pero no se estaba haciendo. Me comprometí a que eso iba a ser así y no he podido. Eso es lo que quiero transmitir, porque parece que lo hago como un capricho. Este señor pasó por lo mismo que yo y se ve que no aprendió. Siempre pensé que reflexionaría.

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