Patricia Pedrido | Vigo

Galicia cuenta con cientos de parajes naturales y enclaves patrimoniales de lo más impresionantes, pero no todos ellos se muestran siempre en las mismas condiciones. Para disfrutar de algunos de ellos en su máximo esplendor hay que tener en cuenta determinadas circunstancias como las mareas, la luz o la época del año.

Los buzos a los pies del Capitán Nemo en Cesantes

La estatua del Capitán Nemo con los buzos, en Cesantes. // M.G. Brea

La ensenada de San Simón es un paisaje digno de visita en cualquier momento del año, pero es cierto que en verano gana atractivo. Más allá de la playa de Cesantes, con sus calmas aguas, y de la hipnótica belleza de las islas de San Simón y San Antón, existen otros encantos que no son visibles a diario.

Frente al archipiélago se yergue una escultura en honor al Capitán Nemo, protagonista de la novela "Veinte mil leguas de viaje submarino" de Julio Verne. El conjunto, inaugurado en 2004, eleva la estatua sobre una pilastra de bloques de piedra de más de tres metros. A sus pies, dos buzos del submarino 'Nautilus' recogen los tesoros de la Batalla de Rande que yacen escondidos en el lecho de la Ría de Vigo.

Este hermoso conjunto, ideado por Moncho Lastra y esculpido en bronce por Sergio Portela Campos, fue colocado en 2004. Pero no siempre es visible en su totalidad. Nemo despunta sobre la superficie del agua independientemente del nivel del mar, pero no ocurre así con los buzos. Solo cuando el agua se repliega a sus niveles más bajos es posible ver al completo a los acompañantes del capitán. Estas circunstancias se dan pocas veces al año: con mareas vivas o superlunas. Es en esos momentos cuando puedes acercarte a ellos y descubrir el tesoro que guardan.

Las columnas pétreas de As Catedrais

Los arcos de la playa de As Catedrais, en Ribadeo. // Turismo de Galicia

Este arenal de Ribadeo es uno de los más visitados de Galicia. La razón: las hercúleas columnas que dan forma a un paisaje singular y único en nuestra comunidad. Son estos arcos, de hasta 30 metros de altura, los que han rebautizado la playa, cuyo nombre original es el de Augas Santas. Estos cantiles pizarrosos que recuerdan a los arbotantes de los mayores templos católicos han motivado ese segundo nombre.

Aunque se puede acceder a la playa durante todo el año, en los meses de verano (del 1 de julio al 30 de septiembre) es necesario hacer una reserva previa. En 2015 se estableció un cupo diario de algo menos de 5.000 visitantes para proteger este Monumento Natural ante la gran afluencia de público que atrae.

A la hora de planificar una visita es fundamental consultar las mareas, ya que con pleamar los arcos quedan completamente sumergidos y la playa prácticamente desaparece. Para pasear entre las gigantescas columnas y conocer sus grutas se recomienda acudir en el punto más bajo de la marea. Una vez allí se debe estar muy atento a la subida del agua para evitar incidentes.

El vertiginoso puente colgante de Couso

El vertiginoso puente colgante de Couso, en A Estrada. // Bernabé / Cris M.V.

El coto de O Xirimbao, en A Estrada, es una conocida zona de pesca de salmón. Cada año, con la apertura de la temporada, decenas de aficionados se apostan en las orillas del río Ulla para hacerse con el campanu. Este bello entorno fluvial tiene un vertiginoso atractivo: el puente colgante. Es uno de los más largos de Galicia, con 80 metros de longitud y uno y medio de ancho, por lo que no es apto para personas con miedo a las alturas o que se mareen con facilidad.

Construido en 1964 por el arquitecto José Darque para unir las dos riberas del Ulla, no está abierto todo el año, tan solo en la temporada de pesca. En 2018 se adelantó su apertura a principios de febrero debido al estreno de una zona de adiestramiento de lance para pescadores. Una vez finalizada la actividad pesquera permanece cerrado debido a que hace unos años llegó a ser costumbre el paso de motos y quads con el peligro que conlleva para las personas y la propia infraestructura.

Las ruinas del campamento romano de Bande

Restos del campamento romano de

A las puertas del parque natural de Baixa Limia-Serra do Xurés, Reserva Mundial de la Biosfera, se encuentra uno de los campamentos romanos mejor conservados de la península y el más grande de Galicia. Se trata de un complejo de tres hectáreas que alberga un asentamiento militar, una posada de viajeros y unas termas.

Aquis Querquennis se construyó a finales del siglo I como base de operaciones para la construcción de la Vía XVIII o Via Nova, que unía Braga con Astorga. Las excavaciones revelan que apenas estuvo en funcionamiento unos 50 años y que acogió a unos 500 legionarios. Un paseo entre sus calles nos permite admirar los restos el pórtico, el foro, los graneros (hórreos), los barracones para la tropa, murallas, torres... con casi 2000 años de historia. Esto cuando se puede caminar por el yacimiento, que se encuentra en una de las márgenes del embalse de As Conchas, en Bande.

Parte de su superficie queda anegada varios meses al año. Desde la Fundación Aquis Querquennis indican que la mejor época del año para visitar el yacimiento arqueológico es entre los meses de julio y diciembre. Sin embargo, recomiendan llamar a su centro de interpretación antes de acudir para informarse sobre el nivel de agua.

Los miles de petroglifos que siembran los montes

El gran ciervo astado de la Laxe dos Carballos de Campo Lameiro. // Gustavo Santos

Galicia es un gran museo a cielo abierto de arte rupestre. Nuestros montes albergan miles de grabados en piedra de sinuosas y abstractas formas cuyo significado resulta un enigma. Dar con ellos también puede convertirse en un todo un misterio. ¿Por qué? Estos trazos esculpidos hace más 4.000 años apenas son perceptibles a plena luz del sol. La erosión causada por varios milenios expuestos a los elementos ha rebajado sus trazos, hasta tal punto que algunos casi no son identificables. Para contemplar petroglifos es aconsejable acudir a primera o a última hora del día: al amanecer o al atardecer. Es necesario que la luz incida en la piedra de forma oblicua para que los contornos del grabado cobren volumen. En las horas centrales del día, con luz solar directa, raramente se pueden distinguir.

En verano, coincidiendo en el buen tiempo, son muchos los centros y asociaciones que organizan visitas nocturnas a estaciones de lo más emblemáticas. De noche y bajo la luz de las linternas, las hendiduras afloran de las rocas creando momentos mágicos: cómo de una piedra lisa surgen de repente un laberinto, un ciervo, un caballo...

El Parque Arqueolóxico da Arte Rupestre en Campo Lameiro ofrece una ruta de tres kilómetros por algunos los grabados más espectaculares de Galicia, como el gran ciervo astado de la Laxe dos Carballos.

Más allá del valle del Lérez, la provincia de Pontevedra cuenta con auténticas joyas del arte rupestre diseminadas por las Rías Baixas: el Monte Tetón (Tomiño), los petroglifos de Mogor (Marín), Outeiro dos Lameiros (Baiona), A Cabeciña (Oia)...