Un diputado del PP al votar a Rueda: “No, digo sí”
Santalices a Ojea: “Quedaches ben así”
Un despiste le permitió al diputado del PP de Carballo Rubén Lorenzo acaparar la atención del Parlamento. “No”, dijo cuando el presidente de la Cámara, Miguel Santalices, le preguntó si apoyaba la investidura de su jefe de filas, Alfonso Rueda. “¡Cómo que no!”, le gritaron algunos de sus compañeros, como Carmen Pomar. “Perdón, sí”, acotó rápidamente, sintiendo el calor escalar por sus mejillas, víctima de los sucesivos noes que le precedieron entre miembros de la oposición. Fue el único momento en el que intervino en una sesión que comenzó a las 11.30 horas de la mañana, paró de dos a cuatro y acabó al filo de las siete. Y fue el único que se equivocó de los 75 diputados.
“Perdón”, le pidió a Rueda luego durante el turno de abrazos, en el que se mezclaban entusiastas de su liderazgo y conversos que hace dos años dudaban de que pudiera reeditar la mayoría absoluta de Feijóo.
Tanto el martes como durante todo el debate de ayer, el sopor invadió O Hórreo. La efusividad y el entusiasmo brillaron por su ausencia hasta después de la votación. Rueda, que dedicó el mediodía a comer solo en la residencia de Monte Pío, subió a la zona de invitados del Parlamento, cerca de la escalinata de acceso al hemiciclo y los populares estallaron al grito de “¡presidente, presidente!”, mientras él se fundía en abrazos y besos con su esposa y su madre y luego con amigos, como el alcalde de A Estrada, uno de los favoritos en la quinielas de candidatos a conselleiro. “¡Hala, para casa todos!”, les pidió. Luego, sin embargo, cerró la tarde con unas cañas junto a parte de sus conselleiros y equipo de confianza en un bar cercano al Parlamento.
Antes, la sesión dejó los chascarrillos de Santalices desde la dirección de la sesión, cuando el alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, buscó su momento de atención al gritar “bravo” a la intervención de Armando Ojea, el único diputado de Democracia Ourensana. El presidente del Parlamento pidió a los invitados silencio –tampoco pueden sacar fotos como las que realizó Jácome– y Ojea dio media vuelta y preguntó si podía aplaudirse a sí mismo. “Quedaches ben así”, tiró de retranca Santalices.
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