Profesores 2.0 y todoterreno

La Xunta aspira a un docente que domine el mundo digital, pero también entrenado para detectar maltrato y acoso o para impulsar la sostenibilidad y los hábitos saludables

Candidatos a la oposición de maestros hacen cola.

Candidatos a la oposición de maestros hacen cola. / Alba Villar

Carmen Villar

Carmen Villar

Hasta mediados del siglo pasado los alumnos que acudían a las escuelas aprendían con pizarrín, un material que podía reutilizarse. Esa es una de las tres “R” que se promocionan al apelar al desarrollo de hábitos de consumo sostenible. Aunque poco se parece la educación del siglo XXI a la de entonces, entre los “deberes” de los docentes del futuro, y ya del propio presente, está precisamente promover la conservación y protección medioambientales y la “lucha activa” contra los efectos del cambio climático. Al profesor o maestro no le basta con conocer su materia, sino que debe adaptarse a los nuevos tiempos y al modelo competencial al impartir clase y no solo debe asegurarse de que sus discípulos aprendan reglas gramaticales o numéricas, sino también de formarlos para ejercer como ciudadanos, incluido el prepararlos para su futuro laboral.

El profesor del futuro, y del presente, es, o debería ser, todoterreno, al menos tal y como lo pintan los planes. En el documento analizado entre las autoridades y los responsables de la formación inicial y continuada del profesorado para repensar la figura, "As competencias profesionais docentes”, se dibuja un perfil complejo en el que a las destrezas didáctico-metodológicas o de organización escolar se suman las de salud, seguridad, bienestar o inclusión.

Formación continua

Galicia comparte con el Ejecutivo central la visión de la Comisión Europea, que observa “una correlación significativa y positiva entre la calidad del profesorado y los logros de los alumnos”. Esa calidad va ligada a la formación, tanto inicial como la vinculada al “reciclaje” constante, señaló el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, en un reciente congreso donde se debatieron las competencias profesionales docentes. En ese foro, la Xunta puso sobre la mesa un esbozo de perfil que exige “saber trabajar en un contexto de cambio continuo” o ser “buen comunicador”.

La competencia digital se da por supuesta en un mundo en cambio en el que los libros y cuadernos en papel podrían seguir el destino del pizarrín. Otra cuestión es el nivel que alcance, que puede ir, y así se acreditará, desde el de un usuario de materiales elaborados por otros al de un referente que los crea.

No obstante, si un área gana relevancia en la actualización del docente ideal que prepara la Xunta es la social. Tras la pandemia, con las autoridades educativas y sanitarias preocupadas por las conductas suicidas de los estudiantes, el concepto de bienestar emocional llegó para quedarse. En el nuevo esquema, se espera del docente que ponga su grano de arena para crear ambientes “saludables, seguros y sostenibles ecológicamente” mediante una apuesta por la prevención de conductas violentas o discriminatorias, la detección precoz de situaciones de riesgo o la promoción de hábitos saudables tanto en el nivel físico como en el mental. En lo físico, la pretensión es que la comunidad educativa “se implique y adopte un estilo de vida saludable” en lo que respecta a dietas equilibradas, práctica de deporte y prevención de dependencias y consumo de drogas. En lo psíquico, la meta es “mejorar la atención al alumnado” ante situaciones de riesgo o sospecha de maltrato o acoso, no solo estando atento a los posibles casos, sino para saber derivarlos si procede.

Al docente se le confía la promoción de espacios inclusivos, respetuosos e interculturales e impulsar un “buen clima” escolar que favorezca la convivencia y la inclusión y se le conmina a prevenir el abandono o a favorecer el desarrollo integral del alumno a partir de la construcción de su propia identidad de género.

Todavía más: el profesor del futuro debe autoexaminarse para detectar “flaquezas y oportunidades” en el objetivo hacia convertirse en un “mejor docente” y un “motor del cambio social”. En ese camino, deberá saber comunicar y hacerlo con un “sentido estético, dramático y con capacidad de emocionar”. Porque, sostiene el perfil, el humor, la sorpresa o la intriga ayudan a ganarse al alumno en los procesos de enseñanza-aprendizaje.

La revisión de las competencias docentes se reflejará en los planes de estudios de Magisterio. Un grupo de trabajo se encarga de ese alineamiento entre la teoría y la práctica.

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