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Dos acusados, dos talantes

Las declaraciones de Garzón y Cortabitarte, separadas una semana, presentan profundas diferencias en aspectos claves del accidente

Andrés Cortabitarte (izda.) y Francisco Garzón (dcha.). Xoán Álvarez

Los dos acusados por el accidente del Alvia, Andrés Cortabitarte y Francisco Garzón, prestaron declaración ante la jueza Elena Fernández Currás con talantes sustancialmente distintos, aunque ambos están imputados por los mismos delitos. Las diferencias en sus comparecencias –el primero, ayer, y el maquinista hace una semana– resultaron evidentes, con contradicciones profundas en elementos claves del accidente. Hubo algunas coincidencias (leves), como la de intentar diluir sus supuestas responsabilidades, pero hasta en eso los caminos divergieron enseguida. Garzón pidió, de nuevo, perdón, y apuntó a Adif y a Renfe por la falta de seguridad en la vía y el déficit de formación, pero tampoco esquivó que había perdido la “conciencia situacional” al recibir la llamada del interventor y llegar a la curva de Angrois a una excesiva velocidad. Cortabitarte, por su parte, negó con rotundidad cualquier responsabilidad suya y hasta rechazó que se tuviera que hacer un análisis integral de riesgo, alegando que ni siquiera sabía qué era eso. Y no pidió perdón a las víctimas.

Al contrario que el maquinista que solo respondió a las preguntas de su abogado, el exdirectivo de Adif sí contestó al fiscal, aunque fundamentalmente para responsabilizar a Garzón del descarrilamiento y sostener que el departamento al que pertenecía, la Dirección General de Seguridad en la Circulación, no tenía competencias para evaluar la seguridad y que eran las empresas constructoras y un operador independiente los que tenían que encargarse de valorar los riesgos, y que su informe –referido a si se cumplían los protocolos para elaborar la evaluación– era solo uno más de los ocho que se necesitaban para que el Ministerio de Fomento autorizase la puesta en servicio de la línea.

Aparente contradicción

El fiscal, Mario Piñeiro, incidió en la aparente contradicción de Cortabitarte, al recordarle que en la fase de instrucción declaró que él era el máximo responsable de seguridad y que, a ese efecto, había emitido un certificado sobre esa línea. “Es uno más de los ocho. Todos son necesarios”, respondió, echando balones fuera.

Mientras el maquinista, hace una semana, se mostró afectado durante todo el interrogatorio, llegando a las lágrimas en algún momento, y respondía, básicamente, con monosílabos, Andrés Cortabitarte evitó dar respuestas directas, tanto al fiscal como a su abogado. Inició su comparecencia un tanto nervioso, pero conforme pasaba el tiempo, se iba destensando, alternando largas respuestas de corte muy técnico con silencios para pensar la contestación. Quería proyectar gráficos, aunque la jueza se negó porque prefería que se explicara verbalmente y hasta en algún momento, con tanto rodeo para derivar responsabilidades, se perdió en sus propias palabras –“quería decir una cosa y estoy diciendo otra”, se excusó ante una pregunta del fiscal–.

Mario Piñeiro preguntaba y repreguntaba, pero sin levantar la voz, si mostrar agresividad, lo que llevó hacia un careo tranquilo hasta cierto punto con un Cortabitarte que se daba su tiempo para buscar las palabras con que contestar, siempre orientadas a echar la culpa a Francisco Garzón, a justificar que su gestión fue la correcta y que eran otros los que tenían que evaluar los eventuales riesgos.

Formación

El conductor del Alvia denunciaba la pasada semana la deficiente formación que recibió de Renfe, poniendo el foco en la operadora ferroviaria. Se quejó de que apenas había recibido 30 horas de curso, que hizo las prácticas en una locomotora diésel y que se usó la vía 2 –el accidente fue en la 1 y con un tren Alvia–.

La principal coincidencia, intentar diluir su supuesta responsabilidad

El exdirectivo de Adif coincidió con Garzón en que Renfe es la responsable de la formación, pero enfatizó que el maquinista estaba habilitado correctamente y que la vía en la se hicieran prácticas, siendo de la misma línea, era irrelevante. “Es indiferente la vía por donde vayas, da igual por la 1 que por la 2. ¿Por qué? Porque la habilitación para una línea no especifica si vas por una vía o por otra”, dijo.

Llamada telefónica

Las contradicciones también saltaron sobre la llamada telefónica que provocó la desorientación del maquinista antes del descarrilamiento. Cortabitarte sostuvo que atenderla fue “ilegal”, que no era procedente, que era como si el conductor de un autobús de distrajera bajando por el puerto de Despeñaperros.

El maquinista, por su parte, aseguró que era “obligatorio” coger el teléfono corporativo y que las llamadas de servicio eran habituales.

Otro punto de fricción entre ambas declaraciones fue que Cortabitarte aseguró que a Adif no había llegado ninguna denuncia previa de falta de seguridad en la curva de Angrois, mientras que Garzón afirmó que había avisado a Renfe del riesgo y que un jefe de maquinistas también lo había hecho.

Si la pasada semana estaban los dos acusados, ayer no acudió el maquinista. Primero, porque la jueza los exoneró de asistir a las sesiones hasta las conclusiones finales, dado el largo proceso que queda por delante. Y segundo, porque está aquejado de gripe.

El juicio se retomará ahora el día 25 con la declaración de los primeros policías que intervinieron tras el accidente.

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