El maquinista que el 24 de julio de 2013 conducía el tren Alvia que descarriló en Angrois se subió hoy al estrado dispuesto a poner en evidencia las supuestas carencias de seguridad de la línea. "El accidente sirvió de análisis de riesgos, para desgracia de las víctimas y mía", aseveró Francisco José Garzón Amo durante su declaración en la segunda jornada de la vista oral del juicio.

Estaba previsto que a continuación declarase el otro acusado, el exdirectivo de Adif Andrés Cortabitarte, pero la jueza aceptó un aplazamiento a la próxima semana. Su abogado esgrimió que está afectado por el incidente de ayer, cuando el familiar de uno de los 80 fallecidos en el siniestro le propinó un golpe en la cabeza. También apuntó que la comparecencia sería más larga que la del empleado de Renfe.

Garzón, que se derrumbó al comienzo y al final de su intervención, contestó durante unos 55 minutos a las preguntas de su abogado, Manuel Prieto, y luego declinó responder al resto de partes. Las cuestiones de su letrado estuvieron encaminadas a enfatizar que cumplió en todo momento la normativa vigente y que ningún elemento de seguridad impedía que entrase en la curva de A Grandeira a una velocidad muy superior a los 80 kilómetros por hora marcados. "Se podía llegar a la curva a 200 km/h sin incumplir la señalización y el libro horario", aseveró el maquinista.

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La juez da por terminada la sesión.

Un hombre relata las secuelas que el siniestro tuvo para su madre. Explicó cómo desde 2013 a 2016 se sucedieron las intervenciones en brazos y piernas y cómo desde el siniestro le fue “imposible recuperar su vida”. “Tenía una vida completa”, reseñó, y a partir del siniestro “la tuvo que dejar”. “Ha tenido que cambiar de vida, de hábitos, de todo. Y nosotros”, remachó.

Los hijos de un matrimonio lesionado en el encuentro explican que se enteraron a medianoche de a qué hospital los habían enviado tras contactar con los centros por vía telefónica. Cuentan cómo, en el caso de su madre, todavía se queda “paralizada” cuando escucha un ruido fuerte. “De lo único que se acuerda fue del ruido que escuchó y luego el silencio que había después”, comentan. Sobre su padre, ya fallecido, cuentan que perdió mucha movilidad tras el suceso o cómo “empezó a tener problemas psicológicos”.

Comparece un sobrino de dos fallecidos en el siniestro, que explica las relaciones estrechas que estos mantenían con su familia.

El marido de la anterior víctima explica que no pudo trabajar más tras el siniestro. "Aunque quisiera, no pudo", afirmó.

Otra víctima relata cómo después del siniestro las lesiones le impidieron trabajar como hasta entonces. Mencionó hasta diez huesos quebrados y contó cómo la rescataron. “No podía respirar”, explicó, porque una persona le oprimía el pecho.

Una nueva víctima explica cómo desde el siniestro no ha podido coger el tren nunca más y que el accidente le ha dejado lesiones en el brazo derecho y que desde entonces ha perdido oído y visión. Recuerda cómo fue sacado debajo de maletas y mochilas. “La gente decía “él vive, él vive”, explica. Al cabo de tres pasos por su propio pie, se desvaneció, cuenta.

Se reanudan las declaraciones.

La juez ordena un receso del juicio.

La madre de las entonces niñas víctima del siniestro explica además que para ella también fue necesario con posterioridad un tratamiento ante el “horror de ver la vida” de sus hijas “truncada” y el sufrimiento de su hermano, también víctima. Además, se vio obligada a dejar de trabajar para hacerse cargo de sus vástagos. A día de hoy así sigue siendo: “Mis hijas necesitan mucha atención y yo tengo que estar para sostenerlas”. Por otro lado, incidió en que la elección del medio de transporte para trasladar a sus hijas la motivó el que se “vendía” el tren de alta velocidad como "seguro” y con las tecnologías más avanzadas.

A la madre de las dos víctimas el trayecto desde Estados Unidos le pareció “terrorífico”. “No sabíamos si estaban vivas o muertas”, lamenta. La primera vez que vio a la mayor la encontró con el pelo lleno de sangre, entubada por todas partes y la mirada “perdida”. De la pequeña, leyó una carta en la que relata el horror del accidente y afirma cómo ahora “tiene miedo de todo”, desde medios de transporte a la oscuridad, y que las consecuencias psicológicas “han sido tremendas” y “a día de hoy” siguen “luchando” con ellas.

Habla de una de las dos víctimas, entonces niñas. Cuenta cómo la sacaron los bomberos porque se había quedado atrapada, pero tardaron “bastante” porque no se escuchaban sus gritos de auxilio. Relata que sufrió varias operaciones quirúrgicas, además de otros problemas “innumerables”, como un año sin poder hablar tras el accidente, y que ahora incluso tiene problemas para salir a caminar y a día de hoy sigue a tratamiento con fisioterapeutas y asistencia psicológica desde hace cinco años. No pudo hacer la carrera universitaria en Estados Unidos, como había planeado, al no tener acceso a beca deportiva.

Su otra hija mantenía una relación intensa con el deporte y a las secuelas psicológicas, en su caso, se suman las físicas. Con repercusiones en todas sus facetas vitales. Además de que ha tenido consecuencias en su plan familiar, implicando incluso el traslado de la familia de país, porque vivían en Estados Unidos, donde también recibieron tratamientos y fueron objeto de intervenciones quirúrgicas.

Habla el padre de dos víctimas. Una de ellas, explica, tenía 8 años en el momento del accidente. En su caso las lesiones físicas “fueron menores”, pero, al ser “de las últimas” en ser evacuadas, pudo contemplar “todo el horror” del siniestro y “a medida que madura, el problema se hace mayor”. A día de hoy, sostiene, es incapaz de hablar del siniestro.

El padre de la misma víctima explica el largo periplo que les llevó localizar a su hija tras el siniestro. Se pasaron la noche buscándola, pero no lo lograron hasta el día siguiente: permanecía en el hospital en Santiago sin identificar. En la actualidad, cuenta cómo su hija sigue con tratamiento, en rehabilitación y con medicación. Una persona les ayuda en casa porque, “aunque quiere, no puede”. Al respecto, incide en cómo antes del siniestro su hija tenía una empresa con su marido y se dedicaba profesionalmente a su carrera y ahora sus progenitores la tienen que ayudar.

Ahora declara la madre de la víctima, quien cuenta que su hija necesita ayuda económica y personal. En cambio, cuando sufrió el accidente estaba en “pleno” momento vital y laboral en su profesión, que tuvo que abandonar, y ahora “las secuelas están ahí”. 

El marido continúa explicando que desde el accidente han tenido a alguien en casa para ayudar en as tareas domésticas y al principio con el cuidado de los hijos. “Si pudiéramos tendríamos mucho más”, añade. Además, lamenta que es “muy difícil” encontrar atención especializada “neuropsicológica”, pero que su esposa sigue recibiendo asistencia psicológica y física.

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El abogado empezó su interrogatorio tratando de evidenciar las carencias en la formación que Renfe impartió al maquinista. Las prácticas las realizó en la vía 2, que cuenta con una señalización algo más detallada que la 1, en la que ocurrió el siniestro. También recordó, como ya hizo anteriormente, que un jefe de maquinistas había traslado la peligrosidad de la curva, una percepción que él compartía.

Otro de los puntos sobre los que se centró la defensa —Garzón está acusado de 80 homicidios por impudencia profesional grave— fue el de aclarar que estaba obligado a atender la llamada del interventor. Esa comunicación está en el origen de la "desorientación" del maquinista: "En ningún momento dejé de prestar atención a la vía, seguí respetando todas las señales [...] La llamada me desubicó, creía que estaba en el túnel anterior".

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El juicio del Alvia vive su segunda sesión con la declaración del maquinista EFE Lavandeira Jr / Xoán Álvarez

Al acabar la comparecencia, los letrados de la Abogacía del Estado y de la Fiscalía reclamaron que se incorporen las dos declaraciones judiciales de Garzón en la fase de instrucción, ya que apreciaron "contradicciones" con lo que afirmó hoy. La jueza no admitió la solicitud, de modo que la Audiencia resolverá la cuestión.