El maquinista del tren que descarriló en Santiago, Francisco José Garzón, quedó ayer en libertad con cargos tras declarar durante dos horas ante el juez que instruye la causa por el accidente que el pasado miércoles provocó la muerte de 79 personas y heridas a más de un centenar de pasajeros. Por ello se le imputan delitos de homicidio y una pluralidad de delitos de lesiones, todos ellos cometidos por una imprudencia profesional. El conductor del Alvia admitió que circulaba a 190 kilómetros por hora en una curva limitada a una velocidad de 80 por "un despiste" y eludió achacar el siniestro a un fallo técnico o a las condiciones del trazado.

Todo apunta a que el tren descarriló por un exceso de velocidad y la investigación trabaja ahora en averiguar por qué razón un conductor experimentado como Francisco José Garzón no redujo la velocidad al llegar a la curva de A Grandeira. Se ha ordenado investigar las llamadas telefónicas que se realizaron desde el móvil del maquinista para comprobar o descartar que estuviese hablando por teléfono en los minutos previos al siniestro.

Ninguna de las partes solicitó ayer la prisión del imputado al no apreciarse riesgo de fuga ni destrucción de pruebas. El titular de Juzgado de Instrucción Número 3 de Santiago, Luis Aláez, acordó dejarlo en libertad provisional sin fianza, aunque le impuso medidas cautelares. Tendrá que comparecer semanalmente en el juzgado que se designe, se le retira el pasaporte y le queda prohibido salir del territorio nacional sin autorización judicial durante seis meses. Además se le ha intervenido de forma cautelar la licencia profesional para la conducción de ferrocarriles por igual plazo.

La Policía apuró al máximo el plazo legal de detención de 72 horas y no trasladó a Garzón al juzgado hasta pasadas las 18.20 horas de ayer. El maquinista, esposado y con gafas de sol, llegó en un coche policial escoltado por un furgón. Poco después, sobre las siete de la tarde, entró en la sala donde lo esperaba el juez Aláez. En primer lugar se hicieron copias del atestado entregado por la Policía y se repartieron entre las partes. Después se practicó "una diligencia relacionada con el móvil", tal y como informa el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia.

En la comparecencia estuvieron presentes, además del fiscal que lleva el caso, Antonio Roma, los abogados de las partes. Se han personado en la causa Renfe, Adif y dos compañías aseguradoras.

Garzón, que se había negado a declarar ante la Policía, contestó a las preguntas del juez durante más de dos horas. La mayor parte del interrogatorio se centró en averiguar por qué razón no frenó al llegar a la curva donde descarriló el tren. Según testigos presenciales, la intervención del maquinista fue "muy emotiva".

Aunque las pesquisas se centran en el exceso de velocidad del tren, la Policía mantiene abiertas todas las líneas de investigación y analizan también la señalización y seguridad de la vía.

La caja negra del convoy, que todavía permanece bajo custodia policial, será abierta en las próximas horas bajo la supervisión del juez y con la asistencia técnica de un perito especialista. La información que desvele será clave en la investigación de las causas del accidente.

Además, la Policía judicial está contactando con aquellos supervivientes que puedan desplazarse hasta dependencias policiales para tomarles declaración en calidad de testigos. El objetivo es averiguar cómo estaba transcurriendo el viaje del Alvia que cubría la línea entre Madrid y Ferrol, si habían percibido algo que les resultase extraño durante el viaje así como por lo sucedido tras descarrilar el tren.

Tras quedar en libertad con cargos, Garzón salió de dependencias judiciales en un coche policial en torno a las doce de la noche. Varios furgones policiales custodiaron la entrada del garaje por la que el maquinista accedió y salió del juzgado. Ninguno de los abogados de las partes quiso hacer declaraciones al finalizar la declaración.

La explicaciones de Garzón reconociendo su imprudencia van en la misma línea que las palabras que pronunció tras el accidente cuando en una comunicación al servicio de incidencias de Renfe, pocos segundos después del siniestro, reconocía el exceso de velocidad. "Tenía que ir a 80 y voy a 190", fueron sus palabras. "Somos humanos, somos humanos. Pobres viajeros. Espero que no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia", añadía.

Tras el accidente Garzón permaneció ingresado en el hospital hasta que el sábado le dieron el alta y fue trasladado a comisaría.

Tanto Adif como el Gobierno apuntaron también al maquinista como responsable del siniestro. El presidente el ente administrador de infraestructuras ferroviarias, Gonzalo Ferré, explicó que el conductor del convoy tenía que haber frenado cuatro kilómetros antes de la curva. Por su parte, el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, había asegurado que Garzón estaba detenido porque hay "indicios racionales de que pueda tener una responsabilidad en lo sucedido".