A debate: “¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?”

De los claustros a nuestras páginas, la sección ‘A Debate’ se estrena con la calidad de la formación del alumnado que llega a la universidad bajo el foco

Estudiantes universitarios suben  a un autobús urbano  en  Vigo en el año 1996.

Estudiantes universitarios suben a un autobús urbano en Vigo en el año 1996. / Ricardo Grobas

María Bueno

María Bueno

 La educación emocional es protagonista desde ayer, la neurodidáctica no llegó a nuestros oídos hasta prácticamente los 2000; y el uso de anticonceptivos aún eran delito en el 78. De la idea de la IA recogida por Terminator hemos pasado a la de Chat GPT. Google solo tiene 25 años

Desde entonces, España ha vivido cinco leyes educativas, ha creado una cuarta parte de sus universidades y ha doblado el porcentaje de su población adulta con un título universitario, según datos de la Fundación CYD. 

El acceso a la educación superior se ha, sino universalizado, desde luego que sí ampliado en nuestro país, pero este no ha sido ni mucho menos el único cambio en dos décadas de profunda transformación social y educativa. 

Los tiempos cambian, a veces incluso vuelan; y pueden aumentar nuestra tentación de sentir con nostalgia que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, pero: ¿tenemos argumentos para sostenerlo? 

En un contexto en el que cobra fuerza el debate sobre la calidad de la formación del alumnado que llega a las facultades españolas, en FARO EDUCA recurrimos a dos voces autorizadas —tanto por su trayectoria como por su contacto diario con esta realidad — para mostrar dos de las posturas más comunes a este respecto. Les preguntamos: ‘¿De verdad llegan hoy los jóvenes peor preparados a la universidad que antes?’ 

Xosé Manuel Cid, Decano de la Facultad de Educación y Trabajo Social de Ourense (UVigo).

Xosé Manuel Cid, Decano de la Facultad de Educación y Trabajo Social de Ourense (UVigo). / Iñaki Osorio

“Cabezas ben feitas e non tan cheas”

“El fin no siempre fue formar, sino escoger; pero la cuestión pedagógica nos anima a decidir qué necesita la infancia y la adolescencia en cada etapa de su vida, en lugar de enfocar toda su formación en función de lo que van a ser de mayores”

“¡Hola, soy Cid! Para el reportaje”. En el mensaje de whatsapp que envía para completar sus declaraciones para esta pregunta, el decano de la Facultad de Educación y Trabajo Social del campus de Ourense de la UVigo, José Manuel Cid, responde animándonos a cuestionarnos para qué educamos y es que, es cierto, parece ilógico juzgar la calidad de un sistema sin tener claro primero cuál es su objetivo.

“El fin no siempre fue formar, sino escoger; pero la cuestión pedagógica nos anima a decidir qué necesita la infancia y la adolescencia en cada etapa de su vida, en lugar de enfocar toda su formación en función de lo que van a ser de mayores”, añade. 

A sus 66 años, no tiene nada claro aquello de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Cree que es más bien al revés y viaja en el tiempo, para demostrarlo, a las escuelas rurales de finales de los 60, a la época en la que él aún salía con las vacas por los caminos de Morgade, en Xinzo de Limia; la misma en la que su destino cambió gracias a saber rezar bien en Latín.  

“Yo probablemente no habría estudiado si no fuese porque las señoras del pueblo se peleaban por ponerse a mí lado”, sonríe y continua: “Pero las épocas históricas cambian y no necesitan lo mismo de cada generación. Yo, desde luego, prefiero que los estudiantes lleguen sin prejuicios, con curiosidad y capacidad para aprender, a que sepan conjugar los verbos en Latín. Te pongo el ejemplo del alumnado de Trabajo Social, lo que espero es una actitud de respeto hacia a las personas porque esa será la base que les permita diseñar programas que realmente mejoren su calidad de vida”. 

Frente a los “prejuicios actuales contra la juventud” y teniendo siempre en cuenta “que hay muchas carreras con especificidades”, Cid cree que las sociedades necesitan de muchas habilidades que antes ni se planteaban como las competencias sociales, el respeto a la diferencia o la educación emocional: “Ahora todavía tenemos currículos muy sobrecargados de contenidos que son innecesarios en muchos casos. Tenemos que replantearlos y el camino para hacerlo ya lo apuntó el Seminario de Estudos Galegos hace cien años: “Necesitamos cabezas ben feitas e non tan cheas”. Con eso creo que quedaría bien resumido con qué competencias ha de llegar el alumnado a la universidad”.

Miguel Ángel Mirás Calvo , docente del Departamento de Matemáticas de la UVigo.

Miguel Ángel Mirás Calvo , docente del Departamento de Matemáticas de la UVigo. / Cedida

Aprobar la ABAU vs aprender

“Creo que la obsesión con la nota en selectividad es uno de los problemas de hoy en día. Creo que se está preparando a los chavales para sacar adelante a un examen, y me parece entendible, pero eso no es lo mismo que prepararles para aprender"

“Habíamos estudiado medidas geométricas, volúmenes e integrales y les pedí que me explicasen cómo calcularían el volumen de un huevo. Esto era para un trabajo evaluable: uno de ellos me dijo que cogería una cuerda y la estiraría alrededor del huevo; otro que lo pondría entre dos libros con cuidado y mediría la distancia”.

“Piensa en el tamaño relativo de una cuerda y un huevo”, se muestra divertido el profesor de Matemáticas de la UVigo Miguel Angel Mirás Calvo, que, con todo, cuenta que al poco decidió eliminar este trabajo del programa de su asignatura: “Muchas veces nos autolimitamos ya en los exámenes, yo lo reconozco abiertamente que hay cosas que no quiero ver”. “Sí, es un poco triste”. 

Cuando le llamamos para preguntarle si, en base a su experiencia, diría que ha empeorado el nivel de la formación del alumnado que llega a las aulas de 1º de Grado en las que imparte Matemáticas I y II, Mirás Calvo no parece indignado ni tampoco pone el grito en el cielo, sencillamente responde que él cree sí.

Se muestra preocupado por “errores de cálculo y lógica impensables hace años”, describe “mayores dificultades de comprensión lectora y expresión escrita”, y argumenta: “Hasta hace poco no había oído hablar de cursos 0, una especie de mini sesiones que imparten los centros antes del primer cuatrimestre. Eso para mí ya es indicativo de que, aunque no lo digamos, somos conscientes de que no van a llegar bien preparados”. 

Al tiempo, pone también en valor otras habilidades: “Sí, manejan muchísimo mejor las presentaciones visuales, participan más, tienen mucho menos miedo a contestar”. “Y obviamente son muy hábiles en los programas informáticos”, añade, aunque sorprende: “Pero sí les les sacas de su zona de confort con programas de programación en los que tienen que ingeniárselas para que la máquina haga lo que ellos quieren, las dificultades son similares a hace 15 años”. 

Además de profesor de matemáticas en la universidad de Vigo, Mirás es también padre de dos hijos en 1º de Bachillerato y 2º de Carrera. Así, su experiencia es doble cuando dice: “Creo que la obsesión con la nota en selectividad es uno de los problemas de hoy en día. Creo que se está preparando a los chavales para sacar adelante a un examen, y me parece entendible, pero eso no es lo mismo que prepararles para aprender. Hay mucho margen de mejora y creo que se debe empezar desde la base. Puede que estemos impartiendo los contenidos matemáticos con demasiados formalismos y que tengamos que centrarnos mucho más en su aplicación de la vida diaria. Es complicado, vamos dando pasos”.