La primera infancia, que comprende desde el nacimiento hasta los cinco años, es un momento fundamental para dar forma a lo que seremos, es “una etapa durante la que el cerebro se desarrolla rápidamente para construir las bases de las habilidades cognitivas y conductuales necesarias con las que alcanzaremos el éxito en la escuela, la salud, la profesión y la vida”. Eso defiende la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI) que insiste en que “no hay docentes de primera o segunda categoría. Hay que superar la creencia de que la etapa de Educación Infantil es una etapa de preparación para Primaria, porque se trata de un ciclo con carácter y autonomía propios”.

1. Valores y convivencia

Está claro que la base de la educación es enseñar a compartir, respetar, amar... Es decir, desde la primera infancia hemos de educar en valores. Y el papel de la educación infantil es el de enseñar a los niños a convivir, no solo entre ellos, sino también con su entorno.

“Va muy ligado a la idea de sostenibilidad que hay actualmente: para cuidar al medioambiente también tiene que cuidarse a sí mismo y a los demás”.

Y si educamos al niño o la niña para la vida en sociedad, debemos reflexionar también sobre el tipo de sociedad en la que va a desenvolverse: sus roles, normas, pautas y valores, además de las pequeñas sutilezas implícitas en los aspectos relacionales: igualdad de sexos, etnias, religiones...

Convivencia INFOGRAFÍA: SIMÓN ESPINOSA

2. Desarrollo afectivo y emocional

Conocer su propio cuerpo y el de los otros, aprendiendo a respetar las diferencias físicas mientras desarrollan capacidades relacionadas con emociones y afectos, como el consentimiento o la empatía: “detectan las propias emociones y cómo los comportamientos que uno mismo pone en práctica influyen en las emociones de los demás”.

La competencia social se ve igualmente afectada por el mundo afectivo: aprender a pedir ayuda cuando se necesita o mostrarse asertivo con lo que siente. “Los afectos y las emociones tienen una probada capacidad para motivar la conducta, dado que el ser humano tiende a poner en práctica los comportamientos que le hacen sentir bien y evitar los que le hacen sentir mal”.

Así, las emociones proporcionan información fundamental para tomar decisiones, relacionarnos con los demás o ser conscientes de necesidades o intereses.

Desarrollo emocional. INFOGRAFÍA: SIMÓN ESPINOSA

3. Aptitudes mentales y físicas

Por supuesto, en la etapa de infantil también se inician los aprendizajes lectivos: suelen aproximarse e inician un acercamiento a una lengua extranjera y también a las habilidades lógico-matemáticas, a la lectura y la escritura, y al movimiento, el gesto y el ritmo.

Es la etapa de la alfabetización básica e inicial, donde se practican las destrezas del lenguaje y se comienza a hablar correctamente, desarrollando habilidades comunicativas en diferentes formas de expresión (verbal y no verbal). Las tareas en clase implican estudiar el alfabeto y reconocer los números.

Entra en este punto la capacidad de orientarse correctamente en el espacio, donde también podemos reconocer problemas de motricidad que necesiten más atención.

Aptitudes mentales. INFOGRAFÍA: SIMÓN ESPINOSA

4. Destreza social

Como decíamos, educar a los más pequeños implica también prepararlos para integrarse en la sociedad que les espera. Es por eso que, en esta etapa, aprenden a relacionarse con los demás en igualdad y adquirir pautas de convivencia y de relación, así como aprender a ponerse en el lugar del otro y comprender los procesos de resolución de conflictos, evitando cualquier tipo de violencia.

Promover y desarrollar las normas sociales que fomentan la igualdad entre hombres y mujeres… “Se trata de un aprendizaje deseable en niños y en adultos, que sienta las habilidades sociales básicas: apego, empatía y asertividad”.

Este desarrollo también está caracterizado por una actividad fundamental: el juego. Funciona como estímulo y cuenta con un fuerte potencial educativo, que le permite intercambiar ideas con otros mientras se divierte.

Destrezas sociales INFOGRAFÍA: SIMÓN ESPINOSA

5. Autonomía y autoestima

Es una etapa clave para adquirir una imagen ajustada de sí mismos al tiempo que van ganando progresivamente autonomía en sus actividades habituales. Son dos conceptos que se retroalimentan entre sí, ya que el verse capaces de conseguir cosas ellos solos favorece su autoestima.

De cara a su crecimiento personal, durante este ciclo aprenden rutinas relacionadas con su propia higiene, la alimentación, el descanso… Son aspectos fundamentales para su desarrollo y que pueden realizar por sí mismos (con algo de vigilancia) que los hará sentirse bien y “protagonistas del aprendizaje”. De la autoimagen que genere en esta etapa dependerán en gran parte sus relaciones en el futuro.

Autonomía y autoestima. INFOGRAFÍA: SIMÓN ESPINOSA

6. Identidad

En esta etapa se instauran las bases fundamentales del desarrollo de la personalidad. Construir la identidad de un niño es un proceso muy complejo en el que influyen muchos aspectos, como las interacciones sociales, el temperamento de cada uno o, valga la redundancia, su propia personalidad.

Las personas que conviven y se relacionan con los pequeños son claves para que conformen su identidad de forma sana. “Las primeras experiencias de la vida maduran biológica y funcionalmente el cerebro, esto es un hecho médico que a su vez confirma que, durante la infancia, se construyen los primeros vínculos y se viven las primeras experiencias. Estas, con el paso del tiempo, serán la base no solo del aprendizaje o de la personalidad, sino también de su salud mental”.

En función de cómo sean dichas relaciones o experiencias durante la etapa de Educación Infantil, tendrán diferentes repercusiones en la edad adulta.

Identidad INFOGRAFÍA: SIMÓN ESPINOSA

7. Atención y autocontrol

Estar en grupo, respetar el turno de palabra, colocarse en fila, aprender que hay que seguir un orden, mantener la concentración... Habilidades que tienen más que ver con la responsabilidad y la disciplina. Para los niños, ser capaces de mantener un autocontrol es útil en todas las áreas de su vida.

Pero se vuelve especialmente importante cuando se trata de socializar (la base de todos los proyectos en Educación Infantil es la participación en grupo). Manejar el control de sus acciones y reacciones ayuda a los niños a encajar y hacer amigos.

Y una vida social activa contribuye a mejorar su autoestima. Es decir, “aprender a portarse bien y a atender en clase”, puntos que les ayudarán en el futuro, tanto en la parte lectiva como en la social.

Autocontrol. INFOGRAFÍA: SIMÓN ESPINOSA