Este inmenso y confuso páramo

Este inmenso y confuso páramo

Este inmenso y confuso páramo

María Oruña

María Oruña

Dicen que noviembre es el mes de los muertos, o de la Muerte, que es parecido, pero ahora que ya tenemos las luces de Navidad en la ciudad no nos vamos a poner en plan oscuro. Hablando de oscuridad, podríamos hoy adentrarnos en las listas literarias. Entre los libros más vendidos se encuentra siempre en los últimos tiempos la llamada “novela negra”, cuyo concepto se ha estirado y diversificado tanto que, en realidad, con que se muera alguien ya tenemos la etiqueta puesta.

Pero volvamos a las listas. Sin perjuicio de que tengamos en primera fila a los Premio Planeta —que al menos en relación al título finalista, con Alejandro Magno de por medio, ya les digo yo que ahí seguramente muere hasta el apuntador— desde hace semanas van desfilando distintos autores que, ya sea desde el punto de vista más intelectual e ingenioso o desde el abiertamente descarnado y escatológico, nos acercan a ese lado oscuro y salvaje que tenemos dentro. Desde Pérez Reverte en su claro homenaje a la novela de detectives de comienzos de siglo XX con “El problema final” hasta Stephen King, con su “Holly”, que en mi opinión se queda, por cierto, un poco más flojo en la trama a favor del enfoque político en varios puntos de la novela. ¿Debe el autor ceder parte del espacio del manuscrito de misterio/terror/suspense a sus ideas y posicionamientos políticos? Ah, ese es un debate siempre inacabado. Por una parte, el artilugio literario debe ser suficiente por sí mismo, pero también tiene la obligación de funcionar como un espejo social y cultural. El equilibrio no es estricto ni fácil de conseguir. Pero sigamos con nuestras listas criminales. Entre los libros más vendidos, por supuesto, aparece la gran novelista francesa Fred Vargas con “Sobre la losa”, y con ese título no hay ya ninguna duda de que alguien va a terminar en el cementerio. ¿Qué tendrá el crimen, que tanto nos atrae? ¿O será la Muerte, que por incognoscible resulta magnética? Es curioso, porque en estas listas que les indico, además de otros muchos autores y autoras calificados de “novela negra” lo que abundan son libros religiosos y, en mayor medida, ejemplares de autoayuda o crecimiento personal. Hay dos títulos en concreto que tiene un mérito extraordinario, dado que el tiempo de vida de los libros en estas estadísticas de venta es de tres o cuatro meses; les hablo de “El poder del ahora” (publicado en 2013 en España) y de “El monje que vendió su Ferrari” (publicado en 2010). Cuando unos títulos de este tipo siguen tanto tiempo en el mercado, nunca sé si es que son buenísimos o si es que en realidad son tremendamente malos: si su contenido fuese tan resolutivo y práctico, los usuarios de la “autoayuda” no precisarían leer más trabajos similares, ¿no? Sin embargo, los textos de crecimiento y cuidado personal no dejan de producirse y, sobre todo, de venderse.

He pensado que, si nos preocupa tanto la vida y, desde luego, la muerte, ¿por qué no hablamos más de ello? ¿Por qué cada vez son los entierros más rápidos? ¿Por qué si ya no creemos tanto en dioses, ni en religiones, no empezamos a cultivar de alguna forma directa el espíritu? Qué se yo: meditación, taichí… Supongo que tenemos algo abandonada la visión antropológica de nosotros mismos, de entender qué pintamos en medio de todo este caos planetario político, cultural y social. E imagino que buscamos respuestas en los pensamientos de otros, en los libros. Será imposible que nos rescaten de todo este desconcierto, pero al menos comprobaremos que no estamos solos en este inmenso y confuso páramo.

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