La ropa se reencarna para obrar el milagro textil

La viguesa Elena Hinrichs lidera Rudi, la empresa pionera que da otra vida a prendas y residuos como material de muebles y construcción

Elena Hinrichs, con uno de los muebles fabricados por Rudi con residuos textiles.

Elena Hinrichs, con uno de los muebles fabricados por Rudi con residuos textiles. / FDV

Julio Pérez

Julio Pérez

Después de trabajar en medio mundo para algunas de las grandes multinacionales de la industria textil, Elena Hinrichs tiene una visión privilegiada y muy lúcida del sector. Se formó en el Istituto Europeo di Design de Madrid y fue becaria en Selmark. En su salto a Nueva York cuando acabó la carrera, la diseñadora viguesa colaboró con Theodora y Alexandra Richards –hijas de Keith Richards, el mítico guitarrista de los Rolling Stones– en el catálogo de marca de Southpaw Pawewa, la exclusiva compañía de alquiler de ropa vintage con una larga lista de celebrities en la clientela y prendas de firmas de lujo como Ralph Lauren o Stella McCartney.

Luego se estableció en la ciudad china de Shanghái para desarrollar las colecciones de la marca holandesa Spoom. De la mano de Inditex regresó en 2008 a Galicia, donde también pasó por Lavamar, empresa especializada en lavado y tintura sobre prendas confeccionadas, antes de lanzarse como freelance en busca del tiempo que le faltaba para dedicárselo a su familia. En esta nueva aventura profesional se topó con “el lado más feo de la moda”.

Hinrichs, en el centro, junto a su socia Blanca de Castro (dcha.) y la consultora Rocío Márquez (izda.).

Hinrichs, en el centro, junto a su socia Blanca de Castro (dcha.) y la consultora Rocío Márquez (izda.). / FDV

¿Reciclar? Insuficiente

Preparando diseños externos para varias cadenas, Elena Hinrichs era el contacto directo con fábricas de Marruecos, Turquía, China, Bangladesh e India, ayudándoles incluso a ejecutar todas las mejoras necesarias para cumplir la auditoría de calidad que los gigantes del textil aplican a la red de proveedores. “Me impactaba mucho todo el desecho que hay, las imágenes de vertederos que cualquiera puede ver por internet. Llevaba años pensando en qué tipo de mundo dejaríamos a nuestros hijos y convencida de que, con el consumo de tanta cantidad de prendas, el reciclaje es insuficiente”, relata.

"Lo que quiero es retirar las mayores cantidades de textil posibles y proteger ese propósito"

Elena Hinrichs

— Fundadora de Rudi 1944

En 2022 se elaboraron en Galicia más de 108 millones de prendas por importe de 1.600 millones de euros. La comunidad concentra el 47% de la confección en España y el 2,1% de la rama textil, centrada en los tejidos, que sobrepasa los 4.000 millones de euros. Por la vía de la importación llegó otro millón de toneladas de ropa (valorada en 21.200 millones de euros), la misma cantidad que acaba cada año en la basura, según los cálculos de Moda Re, la cooperativa de carácter social impulsada por Cáritas para la reutilización, reciclaje, donación y venta de segunda mano. La moda es, a la vez, un motor clave de la economía –supone el 2,8% del Producto Interior Bruto (PIB), con 19.700 empresas activas y 130.000 trabajadores– y una máquina generadora de residuos a años luz todavía de la circularidad. Únicamente se recicla el 12,2% de sus residuos y de esa cantidad apenas se puede aprovechar el 60%.

Investigación en separación

“Del algodón la parte reciclable es de solo el 20% para mantener cierta calidad”, explica Hinrichs. El tratamiento del poliéster, básicamente quemar plástico, conlleva la emisión de gases contaminantes. Cuando se mezclan ambas fibras, la dificultad está en separarlas, “sobre todo en producciones muy grandes”. “Aunque se está invirtiendo mucho dinero en investigación, especialmente Inditex, no se ve un futuro muy cercano con separación real –añade la diseñadora–. Se puede ir haciendo para colecciones cápsulas, pero no a niveles de macroproducción como las que tenemos a día de hoy en el mercado. No existe una tecnología para separar y reciclar las fibras suficientes para, por ejemplo, una tirada media de 35.000 camisetas”.

Silla elaborada por Rudi con 42 prendas.

Silla elaborada por Rudi con 42 prendas. / FDV

Como en la historia de muchas emblemáticas start-ups convertidas ahora en gigantes de sus respectivos sectores, en un garaje se dieron las primeras puntadas de Rudi 1944, el proyecto vital de Hinrichs que aspira a sumar una nueva “r” en la sostenibilidad de la industria de la moda. Además de repensar, reciclar, redistribuir, reutilizar, reducir, rediseñar y recuperar, la empresa con sede en el polígono de Bergondo (A Coruña) quiere “reencarnar” la ropa “y darle una nueva mejor vida” como componente de un innovador material para la fabricación de muebles y la construcción. “Empecé con mezclas de textil, aglomerante, agua... probando proporciones y haciendo diferentes prototipos, hasta dar con uno consistente, lo suficientemente robusto para utilizarlo en lo que queríamos”, cuenta la emprendedora durante una conversación con FARO junto a su socia, Blanca de Castro, y Rocío Márquez, asesora de estrategia.

Su propia receta

En función del producto final, Rudi maneja diferentes tipos de conglomerados a partir del textil procedente de ropa usada o restos de tejido sobrante en la confección. Ha patentado los métodos de elaboración y uso de esta especie de cemento de fuerte resistencia, duradero y posibilidades casi infinitas. La apuesta por el respeto al medio ambiente guía el proceso al completo. “Intentamos que sea lo más ecológico posible”, remarca la fundadora. En lugar de emplear estufas y consumir más energía, en Rudi optan por el secado del material al natural “e incluso estamos intentando que el transporte sea sostenible para intentar reducir de verdad la huella de carbono”. De hecho, la compañía abrió una línea de investigación con científicos de Valencia para “cooperar en todas estas sinergias”.

Armario en el que se utilizaron 33 prendas.

Armario en el que se utilizaron 33 prendas. / FDV

¿Cuál es el secreto? “La receta de la Coca-Cola no te la dan en ningún lado”, bromea Hinrichs, que, a modo de escaparate, muestra el disruptivo material en una colección inicial de muebles de diseño bautizada como Huella y tomando prestado el nombre de sus hijos y otra gente cercana para las creaciones. Hay mesas, sofás, sillas y un armario de líneas minimalistas, fuertes, casi como si fueran elementos nacidos en la naturaleza. “Hacer muebles a medida es nuestra carta de presentación, pero el proyecto se extiende al interiorismo y la construcción”, apuntan las artífices del negocio. Desde hacer un hall en un hotel con las 5.000 sábanas que toca renovar, a la estructura interior de una casa como la que está preparando ya la compañía, pensando en el enorme reto a corto y medio plazo para la industria de la moda con toda la cascada reformas legislativas ligadas a la “Estrategia de la UE para la circularidad y sostenibilidad de los productos textiles” para fomentar la recogida selectiva, el reciclaje e, incluso, el impulso a un mercado de textiles usados.

Semillas de capital

Toda la aportación de Hinrichs y De Castro en la constitución de la compañía se ha destinado a certificados, autorizaciones y comprobación de la calidad. El equipo se abre ahora a pequeñas semillas de capital para ganar músculo. La inversión será fundamental para el escalado del proceso. En paralelo, se han iniciado los contactos con empresas y organizaciones para asegurar el aprovisionamiento y dar salida a su producción una vez se promulgue la futura ley de residuos.

Elena Hinrichs, fundadora de Rudi, posa con varios muebles.

Elena Hinrichs, fundadora de Rudi, posa con varios muebles. / FDV

Rudi 1944 se llama así por el apodo y el año de nacimiento del padre de Elena, el conocido abogado laboralista vigués y cónsul honorario de Alemania en la ciudad Rodolfo Hinrichs. Falleció el 23 de septiembre de 2021. “A la semana de morir, me asaltó esta idea un día por la noche”, recuerda su hija, empapada de la misma inquietud y creatividad que alaba de él como herencia sentimental. “No paraba, dentro y fuera de la abogacía –añade–; ayudando a todos los que se lo pedían me ha dado unas tablas enormes para que no se me caigan los anillos en nada”. Con esa inspiración, Elena fija su ambicioso reto: “Lo que quiero es retirar las mayores cantidades de textil posibles y proteger ese propósito”.

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108 millones de prendas confeccionadas en Galicia durante 2022 por valor de 1.600 millones de euros

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