San Enrique deberá quintuplicar sus ventas en 20 meses para garantizar su continuidad
El astillero tiene hasta el próximo mes de mayo para alcanzar las inversiones exigidas por el Puerto: 2,45 millones
Cerró el pasado ejercicio con un único pedido para automoción
A los pies del monte vigués de A Guía, flanqueado por el puerto de Punta Lagoa y la terminal de contenedores de Guixar, latía una de las insignias de la industria gallega de construcción naval. De humildes orígenes que se remontan a 1919 a la calle Areal de Vigo, Factorías Vulcano lanzó al mar casi tantas embarcaciones como problemas sufrió en sus últimos años de existencia. Fue un referente, con unidades como los superarrastreros de la serie Vigo, quimiqueros como el Vicuña o Murmansk, los Ro-Ro Gloria del Mar y Gala del Mar o el sísmico Polar Duchess. Pero en sus estertores, absorto en una quiebra recurrente, el astillero se llevó por delante decenas de auxiliares, su propia filial Factorías Juliana y continuas promesas de reactivación. Dijo adiós en su centenario.
Su testigo lo cogió Astilleros San Enrique, de un José Alberto Barreras que había sido accionista de aquella Vulcano, en un controvertido procedimiento concesional que enfrentaría al entonces presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo, Enrique López Veiga, con el ya ex conselleiro de Industria, Francisco Conde. La partida la ganó el segundo: aquellos terrenos seguirían siendo para construcción naval. Aunque, dos años y medio después del “ok” al proyecto de San Enrique, el balance está muy lejos no solo de las aspiraciones de la empresa, sino de los requisitos fijados por el Puerto. Está en juego una eventual caducidad de la concesión.
La concesión a la nueva Vulcano se aprobó en abril del año pasado. La compañía garantizó inversiones por 2,45 millones de euros, de modo que el plazo de usufructo sobre los terrenos portuarios se extendió hasta los 15 años. En este punto hay dos cuestiones a atender: San Enrique tendría que realizar esas obras prometidas en un plazo de dos años –así lo habrá de demostrar la próxima primavera–, y su facturación debería superar en todo caso los 10 millones de euros anuales. Como avanzó FARO, la Autoridad Portuaria otorgó un año extra a la compañía para alcanzar esas ventas, hasta finales de este 2023. Pero fuentes de la entidad que preside Carlos Botana han aclarado ahora, a preguntas de este periódico, que su plazo será más extenso todavía. “Será a partir de la fecha de reconocimiento final de las obras. Tenían 24 meses desde mayo de 2022, es decir hasta mayo 2024, para finalizarlas”. Esto es: Astilleros San Enrique tendrá hasta mayo del año 2025 para que su actividad comercial le permita cumplir esta exigencia. De momento, su trayectoria en Teis marca una contrarreloj para la empresa que dirige Juan Moreno Portillo.
Los números
La sociedad acaba de presentar su balance anual en el Registro Mercantil, con un volumen de negocios de 1,83 millones de euros. Al margen de los ingresos por la venta de equipos, chatarra y alquiler de maquinaria, esta facturación obedeció a un único pedido: un túnel de viento climatizado para automoción, asignado por la empresa madrileña de ingenería Masdediagram e instalado ya en Gotemburgo (Suecia). Este encargo fue insuficiente para aportar beneficios al astillero, que obtuvo números rojos por algo más de un millón de euros. Hasta la fecha, además, no se ha materializado el contrato anunciado por la propia San Enrique durante la feria de Navalia de 2022, consistente en un arrastrero congelador de 80 metros de eslora y 35 millones de euros de coste para una antigua filial de Pescanova, Pesca Chile. Durante el ejercicio pasado, como también aporta en sus cuentas, la cifra media de empleados directos fue de nueve personas.
Por sus gradas han pasado en las últimas dos semanas dos barcos de pesca: el arrastrero Igueldo, participado por la marinense Marfrío para el caladero de Malvinas, y el harapiento Santa Isabel, apercibido por las autoridades por sus múltiples irregularidades y malas condiciones de habitabilidad. Este último arrastrero, con bandera de conveniencia de Belize, ha recalado en los últimos días en un astillero de Aveiro. El primero, de 83 metros, fue sometido a una puesta a punto. En el capítulo de inversiones, San Enrique apuntó en un comunicado que ya ha completado el “acondicionamiento” del muelle sur, un trabajo adicional a las tareas de hormigonado del norte. “El programa de inversiones se ha completado con mejoras en diversa maquinaria, incluidas las grúas, los puentes grúa y dos plataformas elevadoras de 30 y 125 toneladas, que ya están operativas”, abundó.
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