El compromiso del ladrillo

La construcción gallega se arma contra el cambio climático con obras “sostenibles y resistentes”

Arquitectos advierten que el mayor riesgo se asocia a inundaciones: más frecuentes y registradas en mayor medida en la zona costera

Obreros reparan el tejado de una vivienda en Chapela (Redondela).

Obreros reparan el tejado de una vivienda en Chapela (Redondela). / MARTA G. BREA

La quema descontrolada de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, prolongada de forma reiterada y en masa durante las últimas décadas, ha impulsado fenómenos fatales como el calentamiento global a la par que traía consigo incuantificables desastres temporales, agravados todos ellos en el tiempo y plasmados sobre un entorno cuanto menos desfavorable. No son pocas las imágenes cada vez más comunes de riadas que engullen aquello que se entromete a su paso, entre fortísimas tormentas y lluvias torrenciales. Tampoco las enormes granizadas que arrasan con miles de cosechas o revientan cientos de tejados. Esta situación no ha pasado desapercibida a ojos de sectores como la construcción, y en el caso de Galicia se lleva trabajando años para aportar la máxima sostenibilidad posible. El objetivo es doble: frenar las causas del cambio climático, pero también contrarrestar sus consecuencias.

La industria del ladrillo se está centrando en hacer edificios eficientes a nivel energético y dotarlos de la mayor resistencia, contemplando múltiples variables extremas en favor de su consistencia. Así lo destaca Miguel Ángel Caruncho, presidente de la Asociación de Constructores de Pontevedra, explicando que a la hora de diseñar cualquier infraestructura se tienen en cuenta amplios márgenes de seguridad. No obstante, admite que si las condiciones meteorológicas continúan empeorando, como todo parece indicar, “evidentemente esos cálculos tienen que ir actualizándose y adaptándose a esta nueva realidad”.

En el plano de ahorro de recursos, destacan los “gigantescos pasos” que ha dado el sector, que ha realizado “un esfuerzo muy importante” para reducir la huella de carbono, por ejemplo reciclando materiales, evitando transportes de larga distancia y buscando materiales de proximidad o empleando máquinas eléctricas en vez de aquellas que funcionan mediante motores de combustión.

“Es evidente que el cambio climático está aquí, lo vemos todos los días. Antes las grandes lluvias torrenciales eran extrañas en el norte o por lo menos no representaban ningún tipo de problema. Deberíamos plantearnos el porqué se producen estos fenómenos. Ahí estamos haciendo un especial hincapié. En hacer construcciones mucho más sostenibles, con un menor consumo de CO2”, remarca Caruncho.

Para Diego Vázquez, presidente de la Fundación Laboral de la Construcción de Galicia, “uno de los grandes hitos que ha alcanzado el sector en este sentido es la evolución del Código Técnico de la Edificación”. A sus ojos la normativa ha avanzado “muy rápidamente”, obligando a que los inmuebles de nueva creación en España sean cada vez más eficientes y a que parte de la energía que consumen deba provenir de fuentes renovables.

Otra hazaña, más social que tecnológica, es el hecho de que la sociedad está más concienciada con el medio ambiente. “Cada vez hay más edificios con sellos que certifican parámetros como la calidad interior del aire de las viviendas”, pone como ejemplo, para referirse también a la iluminación natural frente a la artificial o la correcta regulación térmica. Estas variables cobran mayor peso “a la hora de realizar la decisión de compra” y evidentemente los promotores y constructores las toman en consideración, preocupándose por implementarlas en sus respectivos proyectos.

En relación al aguante de las infraestructuras y la necesidad de reconfigurar los estándares de seguridad con el objetivo de hacerlas menos vulnerables ante las condiciones meteorológicas adversas, confía en que “la innovación y los avances tecnológicos” deben dar respuesta a este reto. “El cambio climático es un auténtico desafío para nuestra sociedad y, por supuesto, para el sector. Está claro que la construcción debe dar una solución para que las nuevas edificaciones sean más resistentes de cara a temporales con efectos cada vez más nocivos en la vida de las personas”, sentencia Vázquez.

El presidente del Colegio Oficial de la Arquitectura Técnica de Pontevedra, Manuel Rañó, incide en que actualmente no se pueden comparar las características de las construcciones de zonas cálidas con las existentes en Galicia. Aquí, explica, los edificios se proyectan para tener una elevada resistencia al paso del agua y a los efectos del viento, entre otros parámetros, por lo que generalmente el nivel de construcción es mucho más elevado que en otras comunidades autónomas.

“Si las condiciones empeorasen mucho, será la normativa la que tendrá que determinar unos nuevos requisitos. No obstante, a la vista de lo sucedido en los últimos años, el mayor riesgo parece venir de las inundaciones, cada vez más frecuentes y que afectan en mayor medida a las zonas costeras”, comenta.

Conforme indican los arquitectos, las construcciones han mejorado su funcionalidad –en aspectos que van desde el confort térmico, acústico y lumínico hasta la estética– así como su eficiencia en el uso de recursos disponibles, apostando también por el consumo responsable de agua con griferías más eficientes. En este sentido, resaltan que las carpinterías han mejorado sus prestaciones un 400% respecto a 1981 y que las fachadas ahora no suelen tener menos de 10 centímetros de aislamiento, cuando antes del citado año no tenían ni uno.

Del mismo modo, Rañó recuerda que “las normativas urbanísticas cada vez exigen una mayor integración en su entorno, acorde a la cultura y patrimonio local” y que la tendencia actual, además de la mejora de su eficiencia energética y accesibilidad, pasa por contemplar “el ciclo completo de vida desde el punto de vista económico”, valorando el coste de construcción, mantenimiento, vida útil, reventa y fin de vida de cada obra.

Suscríbete para seguir leyendo