La presión cronifica los sobreesfuerzos como principal causa de accidente laboral en Galicia

Provocan un tercio de los siniestros, casi 9.000 en 2021 | Los expertos alertan de los ritmos acelerados de trabajo y de la merma de plantillas desde 2008 | El envejecimiento y la falta de mano de obra, dos retos para la prevención

Un trabajador en una oficina con dolor de espalda.

Un trabajador en una oficina con dolor de espalda. / FDV

Julio Pérez

Julio Pérez

Jorge Corbacho perdió la vida el pasado 30 de agosto durante su primera emergencia como bombero en Santiago de Compostela. Tras aprobar la oposición y finalizar la formación teórica, el joven vigués, de 25 años, acudió en calidad de observador a las labores de extinción del fuego declarado en un autobús en la parroquia de San Martiño de Aríns. No parecía una salida complicada a pesar de la cercanía de algunas casas, pero por causas que todavía no han transcendido, el vehículo se desplazó bruscamente, chocó contra el camión de los agentes y le atrapó en medio. Sus compañeros iniciaron las maniobras de reanimación allí mismo, hasta la llegada de un equipo de sanitarios del 112 que intentaron salvarle durante una hora. Él es una de las 56 víctimas mortales en accidentes laborales en Galicia entre enero y octubre, según el último balance del Ministerio de Trabajo, tras un incremento anual de casi el 37% por el impacto en las estadísticas de la tragedia del pesquero Villa de Pitanxo, donde murieron 21 marineros. En la cifra total de siniestros con baja en la comunidad apenas hay variación, después del importante repunte en 2021 (29.146 accidentes, un 17% más) por la vuelta a la normalidad con la tregua de la pandemia.

Causas al alza

“Podemos tener datos que aparentemente indican un retroceso, pero no es así. Cada vez hay más empresas concienciadas, más horas de formación y más técnicos contratados”, asegura María Botana, responsable de prevención de riesgos laborales en la Confederación de Empresarios de A Coruña. “Lo que ocurre es que el mercado de trabajo sí está cambiando –continúa–. Pones mucho peso del lado de la prevención para que el lugar sea seguro, pero, al mismo tiempo, se dinamitan los pilares que sustentan la relación laboral con más trabajo y menos personal, lo que hace que se mantengan ciertos datos de accidentes de manera constante e, incluso, suban”.

Eso es justo lo que está pasando con los percances provocados por sobreesfuerzos, la principal causa de accidentes laborales en Galicia. En 2021 aumentaron cerca del 10%, hasta los 8.799, como refleja el reciente informe Instituto de Seguridade e Saúde Laboral de Galicia (Issga). Con la economía todavía a medio gas, la cifra se mantuvo por debajo de los niveles precoronavirus, pero su peso entre todos los accidentes no baja del 30% desde que el órgano técnico de la Xunta en materia de prevención de riesgos laborales empezó a divulgar sus análisis en 2008.

ACCIDENTES

ACCIDENTES / Hugo Barreiro

Dos realidades

“Desde que se implantó la ley de prevención de riesgos, hubo una reducción clara de los accidentes mortales y muy graves y lesiones vinculadas a la seguridad, pero, paulatinamente, se fue incrementando el porcentaje de accidentalidad por los sobreesfuerzos”, explica César André, especialista en ergonomía y psicosociología aplicada. “Eso no significa que no se hubiera hecho nada”, remarca el también profesor del Máster en prevención de riesgos laborales de la Universidade de Vigo, “pero sí es verdad que la velocidad a la hora de hacer cosas en el ámbito de la ergonomía es mucho más lenta”. Hay “muchas empresas que avanzan en ese sentido desde hace décadas”, pero todavía “una parte importante ni siquiera son conscientes de los límites del cuerpo humano” en el manejo manual de cargas “y mucho menos si ese enfoque implica género o edad”.

La economía gallega sacó al mercado bienes y servicios por valor de 120.000 millones de euros con casi 1,3 millones de puestos de trabajo en 2008. Luego estalló la doble recesión y la recuperación de la actividad y el empleo fue muy desigual. El siguiente máximo se registró en 2019, por encima de los 122.700 millones, aunque con 140.400 ocupados menos. Más producción asumida por menos personas. “Eso implica mayor cantidad de esfuerzo cuando hablamos de manejar cargas, pero también de ensamblajes, de realizar movimientos repetitivos, que son la principal causa de las enfermedades profesionales –indica César André–. Si añadimos que la carga de trabajo también genera daño en el ámbito psicosocial, se retroalimentan dos aspectos cruciales: cuando psicológicamente la tensión del trabajo se eleva, muscularmente el cuerpo responde con más tensión”.

Presiones por el tiempo

La inmensa mayoría de los trabajadores de la comunidad confiesan que en algún momento han sentido la presión por falta de tiempo para finalizar sus tareas. Una situación continua para el 9,5%, frecuente en el 15,5% de los casos y de vez en cuando entre el 34,5%, según el informe elaborado por el Instituto Galego de Estatística (IGE) en 2020 a partir de la explotación de la Encuesta de Población Activa (EPA). El organismo sacó también hace poco otro análisis sobre los efectos adversos a los que se enfrentaban las plantillas en su día a día y las presiones de tiempo y la sobrecarga de trabajo destacan claramente como la gran queja entre los 478.300 trabajadores que reconocían factores de riesgo importante.

“Existen empresas en diferentes sectores que actualmente paran cada hora o cada dos, sobre todo cuando son tareas muy repetitivas o monótonas, o con exigencia física”, resalta André, que pone como ejemplo la incorporación hace años en la automoción de los sistemas de, al menos, tres paradas. “Otras, en el mejor de los casos, se ciñen a la pausa de 15 o 20 minutos recogida en el Estatuto con el pretexto de la merma de la productividad”, afirma, sin interiorizar todavía que los riesgos aparentemente pequeños pueden suponer un problema muy grave tarde o temprano. “Como se suele decir en la prevención, se empezó con que la gente no se muera, no sufra una amputación y se ha ido dejando un poquito atrás todo aquello que genera daño más a medio y largo plazo –señala el especialista–. ¿Qué ocurre? Que cuando pasas muchos años sometido a esos efectos, muchas personas no van a tener solución y hay que tomar decisiones habitualmente agresivas en poco tiempo, de impacto. Te hablo de empresas que manejan cantidades de bajas al año con personas también limitadas a manejar cargas, a realizar movimientos repetitivos o agacharse”.

Resto de causas

Las caídas y golpes con objetos inmóviles provocaron alrededor de 8.000 accidentes con baja laboral en Galicia en 2021. Los choques contra objetos en movimiento rondaron los 5.300; unos 3.200 se debieron al contacto con agentes punzantes o cortantes; 1.700 fueron aplastamientos o amputaciones; y las descargas eléctricas, el fuego y las sustancias peligrosas están detrás de otros 1.400, según el Issga. La lesión más común fueron torceduras y distensiones (15.400), seguidas de heridas superficiales o abiertas (8.800) y huesos rotos (3.000), especialmente en las manos (7.700 accidentes). La construcción se mantiene en cabeza de la siniestralidad laboral (4.700). A continuación figura el comercio (3.000), la industria de la alimentación (1.600) y la fabricación de productos metálicos (1.200).

Llama la atención que el día que acumula más cantidad de accidentes sea el lunes (6.000) y la hora predominante se sitúe entre las 10.00 y las 12.00 de la mañana (6.414). “Antes de que el Issga naciese, los informes de factorías industriales grandes con mucha labor de prevención de riesgos resaltaban eso”, cuenta María Botana. Nunca se llegó a hacer un estudio a fondo, “pero era vox populi que se achacaba a personas que aguantaban hasta el lunes una lesión que realmente se producía el fin de semana y disimulaban notificándola a media mañana y no a primera hora”. “Hay picaresca, al igual que hay absentistas profesionales, supercurrantes y personas explotadas –resalta la asesora de la patronal coruñesa–. Otra razón viene del arranque de la semana laboral sin adoptar pautas de calentamiento por la propia decisión del trabajador o porque la empresa no las tiene instauradas en su cultura de prevención”.

Problemas estructurales

Dos de cada diez accidentes laborales en Galicia el año pasado se dieron entre los trabajadores que llevan tres meses como mucho en la empresa. Acumulan más siniestros (6.200) que los que tienen una antigüedad de tres meses a un año (5.900). “Ahí a veces se ve cómo la falta de mano de obra en muchas actividades obliga a contratar a alguien sin experiencia, a lo mejor porque es su primer empleo, o sin el tiempo suficiente para prepararle”, advierte María Botana. Y no es el único problema estructural que supone un reto para los expertos en prevención de riesgos laborales. “Hasta ahora no era difícil renovar conocimiento, pero la pirámide laboral, igual que la demográfica, se está invirtiendo. Se va a jubilar muchísima más gente de la que se va a incorporar a la actividad –avisa César André–. Y tanto las expectativas, como la visión de los jóvenes respecto al trabajo no son las mismas que las que tienen las personas de 40 o 50 años. Solo se quedarán donde les cuiden”.

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