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TRAGEDIA EN TERRANOVA

El peor fin de marea de los hombres del “Pitanxo”

El Airbus A-400 del Ejército ha partido esta mañana hacia Terranova para la repatriación de los tres supervivientes y nueve fallecidos | La meteorología y la profundidad de la zona del naufragio reducen al máximo las opciones de localizar los cuerpos

Desembarco de uno de los cadáveres de la tripulación del “Pitanxo”. / JULIO CÉSAR RIVAS

El Villa de Pitanxo partió de Marín el 26 de enero. Proa a Canadá, dejó de ver las Cíes cuando faltaban unos quince minutos para las once de la noche, a una velocidad de 10,4 millas. A bordo, 24 tripulantes. Para marineros como Juan Martín Frías, que llevaba 14 años viviendo en Galicia, esta campaña era de estreno en el mundo del mar, tras haber trabajado en el naval. Miguel Ángel Lumbres embarcó de improviso, casi a última hora, para suplir una baja por COVID. A William Arévalo Pérez lo llamaron casi por lo mismo, y después de no haber podido embarcar en un palangrero de A Guarda, enfermo de coronavirus. Al observador del IEO Manuel Navarro, canario, la oferta para ir en este pesquero le llegó de rebote, porque una compañera no había podido ir.

Hay diecinueve historias de los que no volverán. Ayer, en torno a las 11:30 de la mañana, hora española, terminó la peor marea de los hombres del Pitanxo.

El pesquero de Cangas Playa Menduiña Dos llevaba a bordo a los tres supervivientes del naufragio (Juan Padín, Samuel Kwesi y Eduardo Rial) y siete cadáveres; otros dos cuerpos habían sido desembarcados el viernes por el offshore Maersk Nexus. La identificación de los marineros recuperados del mar, efectuada en el Hospital Health Sciences Centre de San Juan de Terranova, fue rápida. Fernando Santomé (cocinero), Daniel More (marinero), Miguel Lumbres (marinero), Rogelio Franco (marmitón), Juan Antonio Cordero (primer oficial), Diego More (marinero), William Pérez (marinero), Ricardo Cruz (engrasador) y Apaanah Pelungo (marinero). Podrán ser velados y enterrados, a lo que aspiran también las familias de los doce desaparecidos. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha garantizado que se retomarán los trabajos de búsqueda en la zona del naufragio, a unas 250 millas de la costa de Terranova, cuando mejoren las condiciones meteorológicas. Eso sí, no existe, de momento, ningún medio adscrito para esta tarea, en España o en Canadá. Sánchez apuntó que su homólogo en el país, Justin Trudeau, se avino a colaborar en el operativo. En la central de rescate de Halifax, que coordinó la primera búsqueda –abarcó unas 900 millas cuadradas durante 37 horas de despliegue–, no consta ninguna decisión al respecto. “No hemos recibido ningún aviso sobre esto (not been advised of this)”, respondió a FARO un portavoz de esta entidad, adscrita a la Armada canadiense.

El escenario

Hay tres factores que reducen al máximo no solo la posibilidad de que fructifiquen los trabajos de búsqueda en la zona del naufragio, sino de que efectivamente se retomen. El primero es que no existen precedentes: el Villa de Pitanxo se hundió fuera de aguas territoriales canadienses, motivo por el que su agencia de investigación TSB (Transportation Safety Board) no investigará el siniestro, y el operativo desplegado ya superó las 23 horas fijadas por Canadá para estas situaciones. Consideran allí que no hay opciones, y que sería un esfuerzo en vano. Tres buques gallegos (Eirado do Costal, Río Caxil y Ana Gandón) ya han comunicado, a petición de Madrid, que prestarán especial atención para localizar algún resto en el mar. Pero no es su cometido ni tarea principal; ya están pescando.

En segunda instancia está la meteorología. De acuerdo a las estimaciones que maneja el sistema europeo Copernicus (CAMS, por sus siglas en inglés), en la zona del naufragio se alcanzarán rachas de viento de 50 nudos esta semana, con olas de cinco metros y temperaturas de entre -5 y 6 grados. El Playa Menduiña Dos tuvo que esperar toda la noche a 25 millas del puerto de St. John’s para desembarcar a los del Pitanxo; no entró en la bahía hasta que el viento amainó algo, en el entorno de los 20 nudos. Por último, la probabilidad de que los tripulantes que faltan por localizar se hubiesen quedado dentro del buque es muy alta. En el momento del accidente, cuando el barco viraba el aparejo, había ocho marineros en cubierta, con el patrón y el primer oficial en el puente (de mando). A esa hora (poco después de medianoche) y con esa maniobra en marcha, había personal en camarotes, la bodega y el cuarto de máquinas. El pesquero de Grupo Nores yace a unos 1.000 metros de profundidad. En 2017, tras el naufragio del Senefand Uno, se descartó recurrir primero a un oceanográfico para localizar el barco (no saltó la radiobaliza), primero, y para optar a reflotarlo, después. El Senefand Uno se hundió a 600 metros, muy lejos –en lo literal y lo figurado– de las condiciones climáticas de Terranova.

El Airbus A-400 del Ejército del Aire se desplazará este domingo a San Juan de Terranova, y podrá iniciar el viaje de vuelta el lunes. Que lo haga va a depender de las gestiones burocráticas formales.

Entrada a puerto para el “Playa Menduiña Dos”

El barco gallego transportaba a los tres marineros supervivientes y a siete de los fallecidos tras el naufragio del Villa de Pitanxo. Aunque llegó a las proximidades de Terranova el viernes por la tarde, las extremas condiciones climáticas le impidieron entrar en la bahía hasta la mañana de ayer. El pequero de Cangas, de la armadora Moradiña, abandonó después el puerto de St. John’s pasadas las 19:30, hora española.

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