La primera revolución industrial irrumpió en escena para transformar los procesos productivos que hasta entonces requerían de mano de obra y tracción animal. La máquina de vapor fue el punto de partida para un aumento de la capacidad productiva que supuso un cambio radical en términos sociales y económicos. Pero sobre todo tecnológicos, porque los avances en este ámbito han sido exponenciales, hasta tal punto que ya hace años que somos testigos de la cuarta revolución industrial.
Ha llegado con la industria 4.0, con la robotización y automatización de los procesos productivos. Con la implementación del Internet de las Cosas (Iot) en los centros de producción. Y en un mundo hiperconectado, conviven los algoritmos de machine learning con una incipiente, pero prometedora, inteligencia artificial. Los datos, así como la comprensión y análisis de los mismos, ya se tildan de “nuevo petróleo”. En este escenario, el sector industrial es todo dinamismo. Irrumpen nuevas maquinarias, se simplifican procesos, se eliminan eslabones en la cadena y los profesionales del sector deben adaptarse a las circunstancias.
“Lo ideal sería la creación de un doble grado sobre datos y sensorización”
La industria gallega, la del automóvil, la del metal, la textil o la aeronáutica; necesita nuevos perfiles, tanto de formación universitaria como de formación profesional. Perfiles que sean “capaces de aplicar machine learning, inteligencia artificial y analítica de datos” para la mejorar los procesos productivos, introduce la situación Enrique Mallón, presidente de Asociación de Industrias del Metal y Tecnologías Asociadas (Asime). Se requieren para la implementación de tecnologías como los algoritmos de visión artificial para mejorar la eficiencia de los procesos, la calidad en tiempo real y la corrección de calidad de flujo, apunta el portavoz. “Con ello también se mejora la competitividad del sector. Lo ideal sería la creación de un doble grado o bien una formación reglada en ambas competencias, en el que las categorías técnicas tendrían que adquirir conocimientos y aprender sensorización y toma de datos”.
“Es tan grande la demanda de profesionales que la oferta no llega”
Por que, ciertamente, en el sector tecnológico puede verse cómo se demandan programadores Java y programadores de Html, recuerda Jorge Cebreiros, presidente de la Confederación de Empresarios de Pontevedra (CEP). Desde hace cuatro años las empresas buscan perfiles más verticales para inteligencia artificial, blockchain o big data, apunta. “Es tan grande la demanda que la oferta de profesionales, actualmente, no llega. Bien porque no ha habido tiempo de formarlos, bien porque aun están en formación, unas empresas se los están quitando a otras”.
“La gran empresa fichará estos perfiles, la pequeña puede subcontratar”
Las firmas buscan también matemáticos para gestionar toda la analítica de datos o filósofos que evalúan los límites éticos de los desarrollos tecnológicos, añade Alberto Rocha, secretario general de Cointega (Clúster Textil de Moda de Galicia). Concretamente, en el sector de la moda hay un tipo de profesional que va adquirir un papel cada vez más relevante: el experto en gestión de la cadena de aprovisionamiento. “Corremos el riesgo de que los compradores sean unos teóricos, que sepan de fábricas que producen en otros países y gestionar la producción pero no cómo se hace una chaqueta. Eso sería un problema. Ese conocimiento técnico se demandará cada vez más, que conozca como se trabaja desde el origen”, revela el portavoz.
“La capacidad de adaptación personal será crucial en un mercado cambiante”
El sector del metal y las tecnologías asociadas también tendrá sus necesidades específicas. Requerirá titulados en ingeniería de telecomunicaciones, en ingeniería informática, ingenieros industriales, navales o de minas, agrega Mallón. La pandemia ha digitalizado muchos procesos, expone el director de Negocio de Adecco Vigo, Álex Casal. “La empresa se ha tenido que adecuar a una situación excepcional”.
Pero no todo va de titulados universitarios, la demanda de profesionales de oficios en el sector industrial es relevante: operarios de construcción y estructuras metálicas, técnicos electromecánicos, electricistas, ajustadores, técnicos electrónicos de soldadura, caldereros o cortadores de madera. “Son muy demandados por que durante mucho tiempo no hubo aprendices en el sector”, analiza Cebreiros. “La crisis de la construcción o del naval ha implicado que se echara a muchos aprendices que han tenido que buscarse la vida con otra profesión. Ahora necesitamos ese personal en la industria y no lo encontramos”.
Más allá de los perfiles tecnológicos, los técnicos de márketing, ecommerce y publicidad serán una pieza clave en esta nueva comunicación digitalizada con el cliente. Los técnicos en logística, un sector cuya importancia quedó claro en la pandemia, serán cada vez más requeridos. “Todo el mundo necesita logística en la industria, o bien optimizada en la cadena de suministro para proveer a los clientes”, señala Cebreiros.
Aunque no cuenta sólo el currículum, también las competencias personales en las que la capacidad de adaptación se erige como un elemento crucial en un mercado cambiante, indica Casal. Pero más allá de eso, la asertividad, la flexibilidad, la empatía o la automotivación deben figurar en la lista. “También la resiliencia, esa capacidad de las personas para superar situaciones difíciles con resultados positivos”, apunta el portavoz de Adecco, “Se busca en todos los perfiles: directivos, mandos intermedios o trabajadores”.
¿Contratar al profesional o externalizar el servicio?
Los perfiles tecnológicos se demandan pero esto no implica que para todas las empresas sea requisito sumarlos a sus plantillas. “Hay que ver para qué clase de empresa es. Las empresas grandes sí incorporarán estos perfiles pero la pequeña no necesita esta profesionalidad en su estructura”, apunta el secretario general de Cointega, Alberto Rocha. Y es que el tamaño de la compañía marca la diferencia entre contratar a estos profesionales o externalizar el servicio, coincide Jorge Cebreiros, presidente de la Confederación Gallega de Empresarios (CEP), que suma a esta disyuntiva el modelo de negocio de la compañía y si se trata de un elemento crítico que la diferencie de la competencia.
Serán así muchas las proveedoras de esta tecnología las que trabajen con empresas del sector industrial y las que realicen la contratación de estos perfiles, especialmente para gestionar la tienda online o las redes sociales de una pequeña empresa de moda. “La pequeña empresa tiene que poder subcontratar. Que este servicio sea un coste variable y no fijo, porque son los costes fijos los que matan a estas compañías, advierte Rocha.
