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Bienvenido, Mister Jove

El empresario fue mucho más que Fadesa: Fenosa, BBVA, NCG, Blusens, Caramelo... y un recuerdo permanente a su hija fallecida

Manuel Jove en la salida a Bolsa de Fadesa. // FDV

Dos de los rostros televisivos más conocidos en aquel momento, Belinda Washington y el gallego Liborio García, se encargaron de amenizar las casi cuatro horas de travesía en el crucero con 300 inversores a bordo entre Málaga y el nordeste de Marruecos. La fiesta continuó en tierra. Otro showman local pinchaba música disco con el límite justo de decibelios para escuchar su particular bienvenida al nuevo héroe económico del país: "Señor Jove, esta es su casa".

Tras los proyectos inmobiliarios desarrollados en Rabat y Agadir, el empresario desembarcó en Saidia, la pequeña "perla azul" del Mediterráneo, con un megacomplejo de seis hoteles, 3.000 viviendas, tres campos de golf, un centro comercial, puerto deportivo y helipuerto en 700 hectáreas de terreno, al amparo del Plan Azur con el que Marruecos quería duplicar la entrada de turistas. Fadesa asumía entre el 60% y el 70% de la inversión, por encima de los 1.000 millones de euros. "Este es un buen ejemplo de la solidez de las relaciones con España", destacó Driss Jettou, el entonces primer ministro, acompañado de los titulares de seis carteras del Gobierno en la visita institucional con Manuel Jove a las obras ese 7 de abril de 2005. "Puede que sí, puede que no", contestó ante la posible puja por nuevas aventuras en la zona. Lo suyo, dijo, era estudiarlo todo "con cariño".

Sin ese matiz, una visión más allá de la rentabilidad, nada se entendería en la larga y fructífera trayectoria del "milmillonario" que empezó a trabajar a los 11 años de carpintero con su padre y a los 19 tenía un taller propio junto a su hermano Ángel, otro nombre destacado del ladrillo gallego con su compañía Anjoca. Cuando Manuel Jove se dio el baño de masas en Saidia, Fadesa era ya una de las inmobiliarias más fuertes de Europa, pionera en la expansión por el suelo marroquí y por los países del Este. Nada hacía presagiar el pinchazo de la burbuja ni la hecatombe que vino después. Si él la vio y eso explica su inesperada decisión de vender la compañía a Fernando Martín en septiembre de 2006, antes de que todo eso pasara, nunca lo dijo. La única explicación que transcendió fue la negativa de sus dos hijos, Manuel Ángel y Felipa, a heredar las riendas de un gigante que robaba todo el tiempo de su padre.

Jove y Martín eran viejos conocidos. Los dos formaban parte en aquellas fechas del accionariado de la desaparecida Unión Fenosa. Un mes después del fallido intento de Amancio Ortega y Caixanova para comprar el paquete con el que el Santander controlaba la eléctrica para regalleguizarla, el constructor coruñés se hizo con el 5,151% en varias pequeñas compras que volvieron a alterar el equilibrio interno en la firma. Junto a las dos cajas gallegas y el Pastor, los inversores de la comunidad sumaban el 21,6%, frente al 22% que Botín había vendido finalmente a ACS. El grupo de Florentino Pérez acabó comprando la participación de Jove en noviembre de 2006, cerrando así definitivamente el sueño de que Galicia volviera a contar con la sede y el poder de decisión de un emblema de la historia de la economía de la región y en un sector tan, tan estratégico.

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Muere el empresario Manuel Jove, una de las mayores fortunas de Galicia

A Manuel Jove le gustaba la energía. De hecho, es una de las patas de Inveravante, la corporación que levantó con los más de 2.000 millones de euros recibidos en la transacción por Fadesa. El mismo día de la presentación del holding, el 9 de julio de 2008, el presidente y su equipo anunciaron una inversión de 1.200 millones de euros con la vocación de crear un grupo gallego especializado en energía y petróleo. El estreno llegó con el polémico concurso eólico impulsado por el bipartito del PSdeG y el BNG en la Xunta. Jove concurrió en alianza con los también empresarios Epifanio Campo y Jacinto Rey. Fue una de las solicitudes con más revuelo porque ofrecían como plan industrial el esperado traslado de Ence fuera de la ría de Pontevedra. "El proyecto nace de la necesidad, de la demanda social", explicó Jove en una de las escasas comparecencias públicas de su vida. El empresario admitió que le "invitaron" a formar parte de la candidatura, que todavía quedaba "mucho por hablar" y que la pastera veía "con buenos ojos" la iniciativa. "Luego me reñiréis", comentaba, irónico, hacia sus colaboradores, porque esa vez optó por no morderse la lengua del todo.

Una parte de la caja hecha con la venta de Fadesa se destinó a la entrada en el BBVA. Manuel Jove llegó a ser el primer accionista individual del segundo mayor grupo financiero de España. Nada menos que el 5,067% de los títulos, de los que se deshizo durante 2013 para reducir la deuda de Inveravante. Sabía que emprendimiento "era sinónimo de riesgo", pero los abultados apalancamientos no iban con él. De ahí que no se marcara tiempos y huyera de las prisas habituales de los inversores a través de su fondo de capital riesgo Arnela, orientado a forjar el músculo de empresas no cotizadas con potencial de crecimiento y el enésimo guiño al futuro del tejido productivo de su tierra.

Lo hizo con Blusens. Poseía el 47,5%, hasta que en junio de 2013 se destapó la investigación de un juzgado de Santiago por supuesto fraude fiscal en la tecnológica, con su presidente, José Ramón García, imputado. Y lo hizo también con Caramelo, al que rescató de la deriva e incluso volvió a reflotar con su hija Felipa al timón tras un duro concurso de acreedores, hasta su liquidación en 2016. Fue una de sus grandes operaciones en esta tercera vida de Jove tras la venta de Fadesa, junto con los 8,5 millones inyectados en NCG por consejo de José María Castellano y que la nacionalización de la entidad se llevó por delante, obligándole a acudir a los tribunales para reclamarlos. "Invertí pensando que era seguro", esgrimió en el juicio. La sentencia de primera instancia reconoció la devolución, pero la Audiencia Provincial tumbó el fallo.

Manuel Jove falleció ayer en medio de otra etapa de bonanza de su sector de cabecera. Sí, fue un visionario del ladrillo. Uno de los top de la Lista Forbes de acaudalados de España con una fortuna estimada en 1.600 millones de eurostop. Protagonista de muchos de los grandes hitos en la economía gallega de los últimos 30 años. Pero, sobre todo, fue un padre que nunca se recuperó del todo de perder una hija. Su primogénita y previsible sucesora en los negocios, María José, murió el sábado 23 de marzo de 2002 a causa de un derrame cerebral. Los que conocen a Jove dicen que nunca lo acabó de superar. Fue el fin de su primera vida. El perfil enviado ayer por Inveravante para anunciar su pérdida arranca en sus primeras líneas con el recordatorio de la hija perdida y la fundación creada en su nombre.

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