Un cine de película

Minicines Central, las únicas salas que resisten en la zona, repunta en espectadores y cierra 2023 por encima de los 16.000. Perseverancia, trato y precio, claves de su éxito

Niños aguardando a entrar en las salas de Minicines Central.

Niños aguardando a entrar en las salas de Minicines Central. / Bernabé/Darian

Ana Cela

Ana Cela

A Estrada tiene cine y, con ello, un auténtico lujo. De hecho, Minicines Central son las únicas salas cinematográficas que resisten abiertas en la zona, pese a que algunos pudiesen considerar que la cercanía entre la capital de Tabeirós y la ciudad del Apóstol pudiese ser un problema añadido para la pervivencia de esta industria cultural en el municipio. La perseverancia que demostraron Luis Rivadulla y Pili Matalobos por mantener las puertas abiertas ha sido de película. En realidad, de Oscar.

Esta pareja retomó hace ya 20 años el proyecto de unos cines locales, después de una primera apuesta por la apertura de estas dos salas en el centro de la villa, en la calle Justo Martínez. Desde 2004, emprendieron un camino tortuoso, que no estuvo exento –ni muchísimo menos– de obstáculos. Sin embargo, con mucho esfuerzo, sacrificio y no menos fuerza de voluntad, Rivadulla y Matalobos consiguieron esquivar un cierre que, en algún momento, llegó a presentarse como la alternativa más clara e, incluso, más sencilla. “Si la gente supiese lo mal que lo tenemos pasado para mantener el cine abierto, tendríamos las dos salas llenas”, llegó a confesar Luis Rivadulla. Después de vivir momentos tan malos para su negocio como una pandemia, las cifras de espectadores comienzan a recuperarse, aproximándose a los niveles de 2019, un año de récord.

Luis Rivadulla explicó ayer que el 2023 se cerró con alrededor de 16.000 espectadores que disfrutaron del séptimo arte en estas salas de A Estrada. “Estaremos un 15% por debajo de 2019”, estimó Rivadulla. Detalló que el estreno de películas como Barbie u Oppenheimer, entre otras, tuvieron gran importancia en el incremento de los espectadores registrados en el último año de referencia.

Un público fiel

El de A Estrada es un cine familiar, con un público muy fiel. Quienes frecuentan estas salas valoran el trato cercano que brindan Luis y Pili a todos los que cruzan su puerta. Es una de las grandes bazas para el éxito de estas salas de cine, que cada vez reciben más espectadores llegados de otros municipios cercanos. En este caso el precio se convierte en otra carta ganadora. Y es que hace al menos 12 años que no se tocan las tarifas del cine, situándose los accesos en 5 euros. A ello se suma el hecho de que comprar unas palomitas y un refresco no se haya vuelto privativo. Para muestra, un botón: un botellín de agua cuesta un euro. De este modo, la horquilla de precios para una familia de cuatro miembros que quiera pasar una tarde de cine es muchísimo más asequible que en las salas de una ciudad. Ello hace que muchos cambien el rumbo y decidan darse un paseo por A Estrada para ver la película de la que desean disfrutar en pantalla grande.

“Tratamos de que los espectadores estén lo mejor atendidos posible en calidad de sonido y visionado”, señala Rivadulla. Asume que subir el precio de la entrada no vendría nada mal para el negocio, pero reconoce que, después de hacer muchos números, llegaron a la conclusión de que ese no es el camino correcto. “El cine es una opción de ocio de la que la gente puede prescindir”, explica. Consciente de ello, y aunque los márgenes que les quedan son cada vez más pequeños, considera que la apuesta ha de ser por que cada vez haya más gente en las salas. “Vamos a intentar no subir, salvo que las cosas se compliquen mucho”, resuelve. Destaca que el público es consciente de que el precio es bajo, en comparación con el de otras salas, y que también puede consumir sin dejarse más dinero que en la propia entrada.

Además, resulta importante que la gente sepa que en la cartelera de A Estrada puede encontrar películas de estreno, que no por ser un cine de pueblo tiene que esperar más. Lógicamente, el hecho de tener solo dos salas hace que cada semana sean cuatro o cinco las películas disponibles, jugando con los horarios.

Recuerdos y anécdotas

En casi 20 años ininterrumpidos de emisión con esta gerencia, son muchos los estradenses que tienen sus propios recuerdos y anécdotas del formato de cine que han sabido construir, hombro con hombro, este matrimonio de A Estrada: desde la pareja que se pudo ir al cine con su hijo recién nacido para no dejar a su otra pequeña sin ver la película de dibujos que tanto deseaba ver con sus padres a alguna ocasión en la que los dueños llegaron a sugerir a unos espectadores volver a poner la película porque habían llegado tarde y, mientras se acomodaban, se habían perdido unos minutos muy importantes para el desarrollo de la historia. Esas cosas solo suceden en un cine como el de A Estrada, una oportunidad que los estradenses deben reconocer y mimar como lo que verdaderamente es: un lujo. Un cine, en sentido muy amplio, de película.

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La innovación constante y la sensibilidad forman también parte de la receta del éxito de Minicines Central. En estas salas se puso en marcha con gran acierto el programa Cine Encontros, sesiones en las que la proyección de la película se acompaña de un debate posterior y enriquecedor sobre cuestiones diversas. Estas sesiones han ido ganando cada vez mayor afluencia y tienen su público fiel. Además de apostar por una cartelera para todos los gustos y edades,se intenta pensar en todos los sectores de la población. Es por ello que se ofertan los lunes tarifas reducidas para mayores de 65 años –solo dos euros– emprendiendo también sesiones de cine neurodiverso, a las que llovieron aplausos. Se busca también ofrecer estrenos de películas diferentes, “que hagan pensar”, con una apuesta decidida por el cine europeo. A mayores, la última iniciativa ofrece filmes en versión original.

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