Bicicletas en la niebla

El vigués Javi González, que reside en Ruanda con su mujer, la japonesa Yuko Kanto, y sus dos hijas, ha descubierto la pasión que existe por el ciclismo en este país africano

Reparando una bicicleta durante una de las salidas.

Reparando una bicicleta durante una de las salidas.

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Rueda Javi González, en un permanente tránsito. Rueda por el planeta y por la existencia. Rueda por Brasil, Angola, Zimbabue o Sudáfrica igual que por Galicia. Rueda felizmente junto a su mujer, la japonesa Yuko Kanto, y sudorosamente con la grupeta dominical. Rueda, ahora literalmente, por unas colinas africanas que le curan la añoranza de las cuestas olívicas. En Ruanda ha descubierto un país esperanzado, que intenta equilibrar memoria y perdón. Y entusiasta del ciclismo. Javi González, que rodó por la bruma de estas playas, rueda en la niebla de aquellos volcanes.

Javi González, de niño, ambicionaba otras travesías. Militó como portero del Areosa hasta División de Honor Juvenil. Fue ya en la tardía adolescencia que renunció a los sueños futbolísticos. No lo relata con amargura. Un horizonte misterioso y excitante se le ofrecía a cambio. Al concluir la carrera, lo contrató una empresa alicantina dedicada al granito. En ella sigue. Su firma produce en variadas latitudes. Mueve la piedra hacia China, Taiwan o India. González busca canteras –están abriendo una en Namibia– y gestiona clientes.

En Sudáfrica, el vigués conoció a Yuko, miembro de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón. Se casaron. Minami es su primogénita. Han residido en Vigo, Vietnam y Japón, donde se guarecieron cuando arreció la pandemia. En el pueblecito de Unzen, a hora y media de Nagasaki, se entretuvo Javi entrenando a los arqueros chiquillos del Shimabara Chuo, un equipo de instituto. “Siempre busco actividades relacionadas con el deporte”, explica.

Javi y Yuko, con sus dos hijas.

Javi y Yuko, con sus dos hijas. / Cedida

De agosto de 2020 a junio de 2022 esta itinerante troupe, políglota y mestiza, volvió a asentarse en Vigo. La pequeña Sayuri ha completado la familia. A Yuko le llegó entonces una oferta para trabajar en Ruanda. La capital, Kigali, le cuadra a Javi perfectamente como base de sus desplazamientos entre África y Asia. Lo cierto es que se sienten encantados. Yuko ha renovado su contrato bianual. “Buen clima, las niñas se desarrollan bien, el país es tan limpio y tan seguro...”, enumera Javi. “Estamos contentos”.

Ruanda conmemora desde el pasado 7 de abril el trigésimo aniversario del genocidio que en apenas cien días de 1994 implicó la muerte de alrededor de 800.000 personas; mayormente tutsis y hutus moderados. Una masacre de frenesí inmediato, tras el atentado que acabó con los presidentes ruandés y burundés, pero con raíces profundas. Ya las potencias colonizadoras habían avivado por propio interés el odio secular entre etnias.

Paul Kagame, antiguo guerrillero tutsi del Frente Patriótico Ruandés, gobierna desde 2000. Las críticas a la carencia de libertades se combinan con los elogios al progreso material. “Seguridad, limpieza, modernidad y mano dura”, ha titulado David Soler en El País. Javi González testimonia: “Realmente Ruanda ha evolucionado mucho. Sigue creciendo económica y socialmente. La gente ya no habla de hutus y tutsis, aunque recuerdan el genocidio una vez al año. Han intentado unificar el país. Y funciona. Es una población joven, muy seria, trabajadora y responsable”.

En Kigali, Javi y Yuko se han incorporado a una nutrida comunidad extranjera. Predominan los estadounidenses, británicos, franceses o belgas. A nadie se quiere entregar Kagame en exceso. “Ruanda está abriendo relaciones diplomáticas con varios países, sin centrarse en ninguno. Están en la idea de recibir cooperación hasta dejar de ser un país en vías de desarrollo y pasar a otra fase, estableciendo alianzas”.

Javier González con camiseta naranha rodeado de otros ciclistas en una montaña de Ruanda.

Javier González con camiseta naranja rodeado de otros ciclistas en una montaña de Ruanda. / FdV

Reconoce Javi que le ha costado intimar con los locales. “Me llevo muy bien con el profesor de tenis de mi hija o con mi preparador personal. Pero en general son reservados, no muy expresivos. Aunque majos, es difícil establecer amistad con un ruandés”.

El deporte le ha ayudado a tender puentes. Pero no el fútbol, en esta ocasión. Lo que despierta fervor es el ciclismo. El Tour de Ruanda, que se celebra a finales de febrero, “es un evento a nivel nacional”, detalla Javi. “La población lo vive cuando el pelotón discurre por las calles del centro de Kigali. Vienen escuadras holandesas, belgas, francesas, y alguna vez ha estado el Euskatel”. Para la bicicleta de montaña se organiza la Rwandan Epic. “Y existe, además, mucho turismo de bicicleta”, especifica. “Hay empresas de alquiler. Aunque me compré la mía en Vigo”.

Javi González, en una de sus excursiones al norte.

Javi González, en una de sus excursiones al norte. / Cedida

El ciclismo es el deporte popular, social, que te permite conectar más con la gente local”, confirma Javi. Se ha integrado en una grupeta de expatriados y ruandeses, entre ellos organizadores del Tour y de la Epic, con la que sale cada domingo, cuando no se encuentra de viaje. Van combinando diferentes rutas por los alrededores de Kigali y en alguna ocasión hacia el norte, “más húmedo y verde”; un perfil rompepiernas en la ‘tierra de las mil colinas’, como se conoce a Ruanda. ‘Las nieblas de África’, la llaman también, que se enseñorean sobre todo del Parque Nacional de los Volcanes. Ruanda comparte con Congo y Uganda esas montañas Virunga en cuyas faldas habitan los gorilas. Allí está enterrada la primatóloga Diane Fossey, que combatió a los furtivos “Cerca, en Musanze, a hora y media de Kigali, ha estado equipos ciclistas realizando concentraciones”, revela Javi.

Él se ha planteado participar en la Epic, pero se resigna a aplazar tal debut: “Acudí a la etapa previa de la última edición. Muchos vienen exclusivamente a participar en esta prueba. Están a un nivel superior. Con mi ritmo de vida...”. Tal vez pueda disfrutar como espectador del Mundial de ciclismo en ruta, que en septiembre de 2025 se celebrará por primera vez en África. La UCI se lo ha concedido a la federación ruandesa.

Rueda Javi González, siempre rodando, con sus compañeros por las duras pistas y a veces los chiquillos de los suburbios galopan junto a ellos, pidiendo dinero y regalando ánimos. “En esas zonas no poseen nada. Pero les encanta ver de repente a quince o veinte ciclistas. Nunca sientes peligro. Me parece un sitio ideal para conocer África”, propone. “Es gente con esperanza”.