Fútbol - Primera Divisiónj

Un día gris en el Bernabéu

El Madrid resuelve con tono rutinario gracias a los goles de Brahim y Joselu

Vinicius sufre una falta de Araujo. |  // JUAN MEDINA

Vinicius sufre una falta de Araujo. | // JUAN MEDINA / Fermín de la calle

Fermín de la calle

El Real Madrid ha fichado seis jugadores. Solo ha pagado por dos, Bellingham y Güler, recuperando a dos emigrados como Fran García y Brahim y obteniendo la cesión de Kepa y Joselu. Mucha clase media y poco gol para una plantilla huérfana de excelencia en ataque. Ese fútbol opaco fue suficiente para vencer a un rival, Las Palmas, de una fragilidad casi ingenua (2-0). Un triunfo que llegó gracias a los goles de Brahim y Joselu, epítomes de este Madrid aburguesado en el que a falta de caviar se celebra la mortadela.

En el casting en que ha convertido Ancelotti el once madridista buscando lo que no tiene, un delantero al que se le caigan los goles, se anunció en los carteles a Rodrygo, Brahim y Joselu. Un tridente alejado del glamour de épocas pretéritas. Todo ello sin Bellingham, que tuvo descanso. Los primeros 45 minutos sirvieron para delatar que además de brillo el Madrid ha perdido gol. Rodrygo desperdició una primera ocasión clara, Joselu hasta cinco clamorosas, y Brahim picó un mano a mano ante Vallés que ni siquiera cogió puerta. Ancelotti abría los brazos desesperado. Enfrente, el rival más accesible posible, una Unión Deportiva Las Palmas que nunca ha ganado en el Bernabéu. Buen pie y mejores intenciones, pero sin consistencia defensiva.

El 0-0 en la primera parte evidenciaba la vulgarización de este Madrid. Pero en la última jugada, la pelota le cayó a Brahim y el malagueño abrió el marcador con la derecha, su pierna mala. Fue una liberación para Ancelotti, que se sentó aliviado en el banquillo.

La segunda parte comenzó con buenas noticias para el Madrid. Un centro de Rodrygo fue cazado de cabeza por Joselu. Rabia en la celebración y justicia para el ariete. Un elegante Ancelotti retiró a los dos goleadores para que recogieran la ovación resignada de su público. La cruda realidad dio paso a la ilusión, con Vinicius y Ceballos regresando de lesiones en un pulso que no dio para más.