Historias irrepetibles

El ritual de los Agnelli

La Juventus se saltará este año la vieja costumbre que nació en los años cincuenta y que consistía en jugar cada verano en Villar Perosa, el pequeño pueblo del Piamonte donde están las raíces de la familia que compró el club hace ahora cien años

Imagen de un partido de la Juve en los años ochenta en Villar Perosa.

Imagen de un partido de la Juve en los años ochenta en Villar Perosa. / Juventus/FDV

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

Villar Perosa es un pequeño pueblo de cuatro mil habitantes situado en el Piamonte, a poco más de cincuenta kilómetros de Turín en la carretera que conduce a Sestriere, tierra de infinitas leyendas ciclistas escritas por las grandes glorias italianas como Coppi y Bartali. Un lugar idílico, de casas con tejados de pizarra y vida reposada que solo se ve algo alterada en verano por los excursionistas que van camino de la montaña. No tendría nada de particular si no fuese por la familia Agnelli que se instaló allí en el siglo XVIII y comenzó a acumular riqueza gracias a las explotaciones agrarias y la cría de gusanos de seda. La compra en 1853 del Palacio Turinetti di Priero por 220.000 liras fue un momento simbólico para la familia y para la comarca y “el castillo”, el nombre por el que se conoce la impresionante villa, se transformó en un centro económico pero también de poder en el norte de Italia.

A finales del siglo XIX los Agnelli empezaron a tener otras inquietudes diferentes a las de anteriores generciones. Giovanni, el heredero natural del pequeño imperio, es el mejor ejemplo. Después de licenciarse en el ejército y pese a que había estudiado mecánica su destino parecía ser ponerse al frente de los negocios en Villar Perosa. Pero no tardó en dar un giro importante a su vida. En 1896, pese a que un año antes había sido elegido alcalde del pueblo –cargo que mantuvo hasta el día de su muerte cincuenta años después–, se marchó a Turín donde con la ayuda de un grupo de socios acabó por fundar la Fabbrica Italiana Automobili Torino, que sería mundialmente conocida como la FIAT, bajo la premisa heredada de Henry Ford que defendía que el automóvil no podía ser un artículo de lujo y el objetivo era fabricar cuanto antes coches asequibles a los que pusiese aspirar el conjunto de la población. El negocio prosperó a toda velocidad y el imperio de los Agnelli transformó por completo la región. Ya no eran la familia que dominaba en las montañas que conducen a Sestriere sino la que impulsó de forma decisiva el crecimiento de Turín. Villar Perosa, donde seguía parte de la familia, se transformó para Giovanni y sus hijos en el lugar de vacaciones veraniegas. Los negocios solo le permitían visitar la zona en verano para instalarse en “El Castillo” y, entre otras cosas, ponerse al día con los asuntos municipales dada su condición de alcalde. Su decisión de que los habitantes de Villar Perosa estuviesen exentos del pago de impuestos porque la familia cargaba con los gastos municipales, una tradición que mantuvo su nieto Gianni (heredero del cargo) y que duró hasta 1980 momento en que la familia abandonó el despacho del alcalde, forma parte de la leyenda de la comarca.

En los años veinte, con el dinero de la familia diversificándose Edoardo, el hijo mayor de Giovanni Agnelli, le planteó a su padre un nuevo reto: hacerse con el control de la Juventus. Como buen aficionado al fútbol lamentaba que el equipo turinés no estuviese al nivel de los mejores clubes italianos del momento como el Pro Vercelli o el Genoa, que eran en aquel momento los grandes dominadores. Giovanni no sentía excesiva simpatía por el fútbol pero acabó accediendo a la insistencia de su hijo mayor y en 1923, hace ahora justo cien años, la familia Agnelli desembarcó en las oficinas del Juventus para transformar para siempre ese club y llevarlo a la cima del fútbol italiano y europeo.

Edoardo fue el primer presidente que tuvieron los Agnelli en la Juventus. Tardó solo dos años en conquistar por primera vez el título de campeón de Italia aunque su momento de mayor gloria fue cuando a comienzos de los años treinta creó un equipo dinástico que encadenó cinco títulos de forma consecutiva. Para celebrar el primero ellos, solo un año después de que naciese oficialmente la Serie A italiana, a Edoardo se le ocurrió una idea simpática. Que la Juventus subiese a Villar Perosa a jugar un partido de pretemporada. Y así fue. Acordaron con el Pro Vercelli un amistoso y en medio de un evidente jolgorio local y un amplio programa de actividades, que incluía visitas a las empresas de la familia en el valle y un generoso almuerzo, el improvisado campo del pueblo acogió el partido que la Juventus ganó por un concluyente 5-0 que ponía de manifiesto el nivel que iba a alcanzar aquella escuadra.

Por desgracia Edoardo no pudo estirar mucho más la racha exitosa de la Juventus porque después de los cinco títulos consecutivos murió de forma trágica después de sufrir un accidente el hidroavión en el que viajaba. La hélice le golpeó mortalmente y dio comienzo a la leyenda negra que ha acompañado a la familia desde entonces. La idea de Edoardo de llevar de nuevo a la Juventus a Villar Perosa tendría que esperar a que su hijo Gianni tomase el poder en el club. Quien sería mundialmente conocido como “L’avvocato” y llevaría a la familia y al grupo que encabezaba FIAT a su punto más alto de éxito, accedió a la presidencia en 1947 cuando solo tenía 26 años. Había heredado de su padre la pasión por el fútbol y por la Juventus. A comienzos de los años cincuenta decidió hacerle un regalo a la familia y un homenaje póstumo a Edoardo: la Juventus jugaría todos los veranos su primer partido de pretemporada en Villar Perosa delante de los vecinos del pueblo. Y a ser posible el 15 de agosto, día festivo. No hubo más que hablar. En los años cincuenta el equipo turinés inició la curiosa tradición de enfrentarse casi siempre a su equipo filial en un campo rudimentario a mayor gloria de los habitantes del pueblo y sobre todo de los Agnelli que con ese gesto dejaban bien claro a los jugadores a quién pertenecían. La tradición fue evolucionando con el paso de los años –el paraje incluso se convirtió en habitual escenario de algunas concentraciones de pretemporada– pero la esencia permanecía inalterable. En Villar Perosa se paseaban los títulos conseguidos en la temporada pasada y jugaban sus primeros minutos con la camiseta blanquinegra los nuevos fichajes. Gente como Platini o Cristiano Ronaldo, por citar a dos ejemplos relativamente recientes, se estrenaron en un campo que apenas da cabida a tres mil espectadores, de vestuarios modestos y en el que habitualmente compite un equipo de categoría regional. Pero era la tradición impuesta por Gianni Agnelli, aquella con la que honraba a su familia y que más ataba a la Juventus con su apellido.

Gianni Agnelli, “l’Avvocato”, fue quien instauró la costumbre

Con el paso del tiempo y las exigencias del fútbol actual (giras, calendarios llevados al extremo…) el amistoso de Villar Perosa no era necesariamente el primero del verano, pero la Juventus siempre tenía que encontrar un hueco en su calendario para visitar a los Agnelli y cumplir con el rito de visitar “El Castillo”, saludar a los propietarios y a sus invitados, y entretenerles luego con un partido de fútbol que siguió añadiendo pequeños ritos como que no hubiese pitido final ya que el choque acababa cuando los aficionados organizaban una pacífica invasión de campo para saludar a los futbolistas. Esa proximidad con los jugadores, que no se puede disfrutar en casi ningún otro momento del año, fue lo que provocó que cada vez más hinchas llegasen desde Turín o desde otros lugares para disfrutar del espectáculo. Aquello comenzó a desvirtuar un poco la experiencia porque el partido dejó de ser un producto exclusivo para los vecinos de Villar Perosa, el pueblo en el que llegó a emitirse un bando municipal que prohibía ser aficionado de cualquier otro equipo que no fuese la Juventus (ocurrencia de Gianni Agnelli que heredó de su abuelo el cargo de alcalde).

Pero el fútbol vive un momento en el que le cuesta proteger su propia historia y las tradiciones que le atan a sus esencias. En 2023, justo en el año en el que se cumple el centenario de la llegada de la familia Agnelli a la Juventus, el equipo no acudirá a su cita anual en Villar Perosa. Lo anunciaron hace días y es como si algo se hubiese roto en la esencia de la “vecchia signora”. La directiva ha prometido volver y achaca su ausencia al exigente calendario con el que deben cumplir en este mes para llegar en condiciones al comienzo de temporada. Cosas de entrenadores y de las nuevas generaciones. Pero no hay dudas de que si aún viviese “l’Avoccato” a nadie se le ocurriría la idea de no pasar por Villar Perosa a presentar sus respetos a la familia.

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