El Celta sucumbe al síndrome del descuento

Un penalti pueril de Beltrán en el minuto 93 impide al Celta sumar un punto que se había ganado a pulso ante un buen Barça

Íñigo Martínez sujeta a Larsen en un lanzamiento de saque de esquina del Celta. // R. GEROBAS

Íñigo Martínez sujeta a Larsen en un lanzamiento de saque de esquina del Celta. // R. GEROBAS / j. bernardo

El síndrome del descuento ha vuelto a pasar una prohibitiva factura al Celta, que cedió en el último instante un punto que se había ganado a pulso con un pueril penalti de Fran Beltrán a Lamine Yamal. Un incomprensible tiro en la sien que desluce el buen trabajo del conjunto de Benítez y le deja sin colchón sobre el descenso antes del duelo con tintes de final anticipada que disputará el próximo domingo contra el Cádiz en el Nuevo Mirandilla. Como demasiadas veces ha ocurrido ya esta temporada, los celestes tiraron por la borda el partido con una acción tan innecesaria como infantil cuando estaban acorralando a un Barcelona que sufría para mantener el empate. Otro catastrófico error individual, el enésimo, que confirma los graves problemas de concentración que este equipo padece en los instantes finales de los partidos. Demasiados puntos se han ido por el sumidero esta temporada por la falta de tensión en momentos decisivos.

La derrota deja pelados a los celestes, que desaprovechan una buena ocasión para ganar algo de distancia frente al Cádiz antes de la visita al Nuevo Mirandilla, pero también con un Granada que, si hoy gana al Almería en Los Cármenes, se colocará a 4 puntos de los celestes.

La sensación de desperdicio se agranda por la buena respuesta del equipo al golazo de Lewandowksi en el último minuto del primer tiempo y a la determinación mostrada durante casi todo el segundo tiempo para no irse de vacío.

La variante Allende

Sorprendió Benítez con cambio de esquema que dejó de partida fuera de la ecuación a Unai tras 24 titularidades consecutivas y un once inédito con Tadeo Allende en banda derecha, Renunció el técnico al dibujo de los tres centrales para apostar con un novedoso 4-4-2: Mingueza y Ristic en los carriles; Starfelt, que regresaba tras dos partidos desaparecido, y Carlos Domínguez en el eje de la zaga; Tapia y Beltrán como doble pivote; Tadeo y Luca en los flancos y Aspas, que regresaba tras dos suplencias, y Larsen en punta de lanza.

Con esta combinación de piezas plantó cara el equipo celeste a un Barça que no se dejó nada en el armero. Apenas Gundogan se quedó de partida en el banquillo de Xavi, que cumplió su palabra de no reservar a sus titulares para el duelo del próximo miércoles contra el Nápoles en la LaLiga de Campeones. Al mejor Barça que el técnico de Terrasa podía poner sobre el tapete tutéo el Celta con buena colocación, orden defensivo y vocación de armar la contra. El equipo azugrana gobernó la pelota, pero el partido estuvo igualado, con ocasiones de gol parejas hasta que apareció Lewandowsi. El polaco dejó sentado a Starfelt con un maravilloso control orientado y descerrajó un trallazo cruzado imposible para Guaita a un minuto del descanso.

Aspas alcanza los 200

El Celta tuvo la virtud de reaccionar casi de inmediato. Lo hizo en el primer minuto del segundo tiempo por medio de Iago Aspas, que anotó su gol 200 con la elástica celeste tras una vivaz combinación entre Larsen y Mingueza. El barcelonés sirvió la pelota de tacón a Iago, que disparó de primera con la fortuna de que Koundé desvió el tiro, sorprendiendo a Ter Stegen

Diez goles en 14 partidos le ha marcado el crack céltico al portero alemán, confirmándose como su peor pesadilla. Como ocurrió hace una semana en el Coliseum, la influencia de Iago en el partido transcendió con mucho al gol. Fue de nuevo el alma del equipo y la salsa de todas las acciones de ataque. Lo intentó por todo los medios y generó muchos problemas a la defensa azulgrana, que tuvo que multiplicarse para apagar fuegos, especialmente en el tramo final del segundo tiempo, cuando el Celta aceleró en busca de la victoria.

Tres solventes centrales

El duelo contra el conjunto de Xavi confirmó el momento dulce de forma que atraviesan tres de los centrales que Benítez ha venido empleando con regularidad este curso. Sorprendió el retorno al once de Starfelt para dar descanso al incombustible Unai y no tanto la presencia en el perfil izquierdo del eje de Carlos Domínguez, un chico que ya había rendido a gran nivel contra el Barça la pasada temporada y que ayer sumó su novena titularidad consecutiva. El vigués se retiró con molestias en el segundo tiempo y fue relevado por Unai, que firmó una actuación portentosa apagando todo tipo de fuegos para dejar sentado al Barça en el segundo tiempo.

Aporte del banquillo

Los cuatro cambios realizados por Benítez tuvieron sentido. Los de Carlos, Ristic y Mingueza fueron más o menos obligados por problemas físicos y Unai, Manu Sánchez y Kevin dieron la talla, Williot, que entró en banda derecha por un desfondado Allende (el argentino aportó velocidad y mucho trabajo) dio energía al equipo, y Douvikas, pese a no tener opciones de tiro, no desentonó.

Penalti repetido

Balaídos pasó de la sorpresa, a la alegría y de la alegría a la desesperación en un final de partido que la afición vivió con el corazón en un puño. Asombro por el absurdo penalti de Beltrán, alegría cuando Guaita detuvo el lanzamiento a Lewandowski y desesperación cuando el árbitro ordenó repetir la pena y el polaco ya no perdonó.

Suscríbete para seguir leyendo