Apurado trago copero del Celta

El equipo de Benítez pasa con dificultades de ronda gracias a la fiabilidad de Douvikas y un penalti regalado

Los celestes pecaron de exceso de conformismo en un partido condicionado por el estado del césped

Douvikas disputa un balón al 
defensa del Sestao Diego 
Mirapeix.   | // LOF

Douvikas disputa un balón al defensa del Sestao Diego Mirapeix. | // LOF / j. bernardo

El Celta pasó, no sin importantes dificultades, el trago copero del Sestao. Un doblete de Douvikas y un dudoso penalti en el momento más comprometido evitaron que al equipo de Benítez se le envenenase uno de esos incómodos partidos que suele deparar la Copa por la extremad combatividad del adversario, el empuje de la afición local y el terrorífico estado del terreno de juego. El Celta no fue mejor que un Sestaoque presentó batalla hasta el último segundo, pero sí mucho más efectivo y tuvo la suerte de que González Fuertes se inventase un penalti justo después de que el cuadro vizcaíno empatase el choque con un autogol de Unai en un mal despeje.

La imagen del Celta no mejora en la Copa, pero el apurado pase de ronda alivia un tanto la tensión y permite al cuadro celeste ganar confianza de cara a la Liga, donde tras el fiasco vivido el lunes contra el Cádiz se impone una reacción inmediata. Necesita mejorar y mucho el grupo de Benítez, que no sale muy reforzado del encuentro, salvo por el fiable comportamiento de Douvikas, un tipo infrautilizado en la competición regular que volvió a mostrar en condiciones muy difíciles una gran fiabilidad de cara al marco rival.

Pocas sorpresas en el once de Benítez, que tiró de la segunda unidad para dar oportunidades y gestionar el esfuerzo de cara al importante duelo del lunes contra el Rayo Vallecano en LaLiga. Chocó acaso la presencia de Starfelt, que sigue sin encontrar un momento de resuello, y la suplencia de Carles Pérez, futbolista que parecía llamado a ser importante este curso y que incluso frente a un rival menor no logró encontrar acomodo en el equipo titular. El resto más o menos lo esperado: Marchesín, como había anunciado el técnico, se puso bajo el travesaño; Kevin y Ristic, en defensa, y Miguel y Cervi, en ataque, ocuparon los costados y Williot y Douvikas formaron en punta.

El certero Douvikas

Con estos mimbres bregó el Celta frente a un rival combativo y un campo levantisco y peligroso, que apenas dejaba correr el balón y mucho menos combinar la pelota con un mínimo de fluidez. El balón pasaba de uno a otro equipo sin solución de continuidad. Juego directo y pocas llegadas a las áreas en un terreno de juego muy poco propicio para el lucimiento.

En estas complicadas circunstancias y muy al contrario de lo que viene ocurriendo en LaLiga, se las apañó el Celta para acertarle al Sestao entre los ojos en el primero disparo a portería. Douvikas no perdonó. En un contragolpe todo lo rápido que permitía el desmochado césped de Las Llanas, el artillero ateniense se plantó frente a Pere Joan y lo batió con un disparo raso ajustado al palo corto. El Celta encarrilaba el partido a los 17 minutos en el primero de los tres disparos que hizo contra la portería rival.

Lejos de darle energía, el tanto anestesió al Celta, que se dedicó a defender su exigua ventaja, contemporizando con un Sestao que fue ganando metros con el paso de los minutos, hasta incluso ganarle la posesión a los de Benítez. La entrada de Jon Cabo en el segundo tiempo dio fuelle al conjunto vasco, que se hizo con la iniciativa y la pelota, aunque sin inquietar verdaderamente a un Marchesín que volvió a vestirse de corto tras casi un año alejado de los terrenos de juego.

Hasta el minuto 70, el Celta no volvió a disparar contra el portal de Pere Joan. Un potente, pero centrado tiro de Ristic que el portero catalán despejó sin muchos apuros y que precedió al autogol de Unai. El central sestaoarra despejó mal un peligroso centro al área celeste, engañando a Marchesín. El conformismo se la atragantaba el Celta, que veía cómo el partido se le complicaba con el rival lanzado y pocos minutos por delante para evitar la prórroga.

Con el Sestao ya definitivamente subido a las barbas, la solución le llovió al conjunto de Benítez del cielo con un rigurosísimo penalti de Álvaro Mateo a Kevin. González. Fuertes señaló el punto fatídico y Douvikas devolvió la tranquilidad a los celestes en un final de partido lleno de nervios. La entrada de Larsen y Tapia mejoró ligeramente a los celestes con la pelota, pero no evitó que el conjunto vasco continuase empujando hasta el último aliento (incluso lanzando a su portero al ataque) hasta que el árbitro decretó el final tras seis minutos de angustioso descuento.