ATHLETIC 2 - 1 CELTA

El Celta se queda petrificado

El grupo de Carvalhal vuelve a entrar pasmado en el partido y paga su falta de tensión e ineficacia ofensiva con una cuarta derrota que amenaza ruina | El duelo de San Mamés fue el calco de una recurrente pesadilla

Definitivamente el Celta se ha quedado petrificado. Desde que la victoria frente al Elche le puso a tiro la permanencia hace ya cuatro jornadas, el grupo de Carvalhal vive en un estado de pánico permanente y amenaza con tirar a la basura la temporada del centenario. El paso por San Mamés fue un calco de la película de terror que el conjunto celeste revive una y otra vez en este funesto mes de mayo: el equipo sale pasmado al campo, el rival le golpea en la línea de flotación en su primera llegada a portería y el Celta naufraga irremediablemente con el viento contra.

No necesita el rival esforzarse demasiado para marcarle al Celta. No lo necesitó el Villarreal para hacerle un doblete en menos de 12 minutos, no le hizo falta al Getafe para sacarle un penalti mortal a los 60 segundos, ni le fue preciso al Valencia, que le golpeó a los 8 minutos y sentenció el choque en el tramo final después de que Seferovic igualase en un arreón el partido.

Contra el Athletic se repitió el guión. Iñaki Williams transformó sin oposición en el punto de penalti un lejano centro lateral de Óscar de Marcos en el minuto 5 y al Celta se le nubló la vista. La lesión de Beltrán, que tuvo que retirarse mediado el primer tiempo, complicó un partido ya de por sí arduo de sacar adelante sin Aspas. Con el madrileño fuera de escena y Tapia sancionado, Óscar Rodríguez tuvo que ejercer de improvisado pivote y el Celta rara vez fue capaz de armar la jugada con un mínimo de sentido.

La estrategia de Carvalhal, que desplegó de partida un 4-3-3 con Veiga, Beltrán y Óscar en el eje y Carles, Larsen y Cervi en el frente ofensivo para evitar la desconexión de los últimos partidos, ya se había frustrado cuando De Marcos, con toda la comodidad del mundo, le plantó el balón en la cabeza a Iñaki Williams que, sin ser detectado por Aidoo, picó el balón lejos del alcance de Iván Villar.

Desde entonces, el Celta funcionó a trompicones, apoyado apenas en la cruenta batalla que Larsen mantuvo con Vivian y Paredes, los centrales rojiblancos, alguna arrancada aislada de Carles Pérez y la energía de Gabri Veiga, que sin ser el de hace unos meses ayer mejoró las prestaciones de los últimos partidos.

Fue el enérgico centrocampista canterano, de hecho, el que rondó el gol en l a única aproximación con peligro de los celestes al marco rojiblanco. El louriñés recibió el balón de Carles en la corona del área y descerrajó un trallazo que Unai Simón desvió a mano cambiada con una parada formidable. Un espejismo en un primer tiempo igualado en ocasiones que pudo haber sido peor para los celestes de haber sancionado como penalti Melero López una mano de Óscar Rodríguez en el área céltica. Los leones reclamaron la pena, pero el árbitro consideró que la acción fue involuntaria y no la sancionó.

El primer tiempo se cerró para los celestes con una monumental parada de Iván Villar, que desvió a córner un imponente cabezazo de Yuri, que se anticipó a Unai para rematar un peligroso centro desde la esquina de Muniain.

Tras el intermedio, Carvalhal movió ficha. Mingueza suplió a Kevin y Miguel Rodríguez relevó a Cervi en banda izquierda en un intento de dinamizar el plomizo medio campo celeste. Los cambios mejoraron al Celta, que imprimió algo más de velocidad al balón y dio amplitud al juego. Aunque fuera de su posición habitual, arrimado a la banda izquierda, el redondelano dio profundidad al juego ofensivo y fue clave en el gol de Larsen, que igualó a el choque a los 54 minutos en una acción (casi la única del partido) para enmarcar: Gabri Veiga desbordó las líneas en el último tercio y descargó la pelota hacia la izquierda, Miguel la recogió en el lateral del área y la elevó sutilmente hacia Larsen, que la cabeceó sin oposición al fondo de la red.

Por un breve instante, el Celta revivió. El empate era ya de por sí un tesoro, pero el equipo celeste asumió el mando y hasta pareció que podía hacerse con el partido. Infelizmente, Mingueza no encontró el pase decisivo en una contra eficazmente conducida por Carles Pérez.

La reacción celeste, sin embargo, enseguida se quedó en amago con el golazo de Berenguer, que aprovechó la laxitud defensiva de Veiga y Mingueza para sentenciar el partido a los tres minutos de haber restablecido Larsen el empate. El pamplonés se deshizo con suma facilidad del marcaje de ambos y golpeó el balón con rosca para ajustarlo al palo, fuera del alcance de Iván Villar. De nuevo pagaba el Celta un riñón por un grave despiste defensivo.

Desde ese momento, el partido se convirtió en el ejercicio de impotencia al que el conjunto celeste se ha acostumbrado desde que a Iago Aspas, que no estaba ayer en el campo para salvar al equipo, le ha abandonado la inspiración. Un quiero y no puedo apenas maquillado por un par remates lejanos de Javi Galán y Gabri Veiga que no encontraron portería y Unai Simón siguió tranquilamente con la mirada.

Carvahal tiró del resto de su arsenal para quemar las naves. Seferovic relevó a Larsen y más tarde Paciencia suplió a Gabri Veiga. Mingueza pasó al medio campo con el equipo volcado, pero el Celta no fue ya capaz de generar peligro en un final del partido muy cómodo para el Athletic, que estuvo muy cerca de anotar el tercero con un trallazo de Berenguer que sacó astillas al travesaño y un remate de cabeza de Vesga a centro de Zarraga que se perdió ligeramente alto sobre el portal celeste.

La derrota, cuarta consecutiva de idéntica factura, que confirma la perniciosa de deriva en que ha entrado el conjunto de Carvalhal en la decisiva recta final del campeonato. Cuatro puntos de margen sobre el descenso con tres jornadas por jugarse conserva este Celta que no da muestras de ser capaz de valerse por sí mismo para cerrar un objetivo que tiene a tiro desde hace ya demasiado tiempo y en este momento parece más factible por errores de los rivales que por méritos propios.