Un filial en ebullición

El Celta B confirma que es el equipo más en forma del campeonato: hace diez jornadas estaba en puesto de descenso y ahora ha metido la cabeza en la pelea por el play-off | Quedan lejos los temores del club a comienzos de temporada tras el radical cambio en su modelo

Los jugadores del Celta B celebran uno de los goles de esta temporada.

Los jugadores del Celta B celebran uno de los goles de esta temporada. / MARTA G.BREA

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

Hace dos meses existía cierta inquietud en la sede del Celta sobre el futuro inmediato del equipo filial. El consejo y la dirección deportiva habían hecho a final de la temporada pasada, coincidiendo con el final del ciclo de Onésimo en el banquillo, un cambio radical en la estructura del Celta B. El tradicional equilibrio para formar la plantilla entre futbolistas salidos de A Madroa y contrataciones de otros clubes –filosofía aplicada durante más de un lustro y que funcionó si atendemos a criterios puramente clasificatorios– dio paso a una apuesta absoluta por el producto autóctono. Un modelo mucho más próximo al tradicional de los equipos vascos. Rejuvenecimiento de la plantilla, incorporación de un puñado de futbolistas del juvenil, regreso de algún “emigrado” como Barcia y un entrenador al frente como Claudio Giráldez con una idea clara sobre lo que el club pretendía. El movimiento venía asociado también a la llegada del Celta C Gran Peña a la Tercera Federación como “suministrador” de futbolistas para el filial en caso de que por algún motivo estuviese corto de efectivos. El plan era que el trasvase de futbolistas de unos equipos a otro se normalizase en función de las necesidades de cada uno. En las oficinas del club se asumía un pequeño riesgo, que el filial estuviese aún demasiado tierno y que el Celta C aún no tuviese los cimientos suficientes para echar un cable en caso de que fuese necesario. “Es posible que el filial lo pase mal esta temporada” se dijo entonces. Y el arranque de temporada confirmó esos temores. La falta de adaptación se hizo evidente en el primer tramo de la campaña y los resultados tardaron en llegar en una categoría especialmente complicada, con una docena de equipos construidos con el objetivo de estar en la pelea por ascender a Segunda División A.

Hace diez jornadas (dos meses y medio de competición) el Celta B estaba situado en puesto de descenso tras un arranque titubeante. Únicamente había conseguido diez puntos en once partidos disputados. Era el quinto por la cola –igualado con el antepenúltimo– y ya estaba a once puntos de la zona que daba derecho a jugar el play-off de ascenso (que en absoluto era su objetivo).

Pero a partir de ese momento el Celta B despegó. Los futbolistas parecieron madurar de golpe, Claudio Giráldez acabó por asentar su plan y el equipo fue respondiendo de forma asombrosa. Desde esa jornada que cerró en zona de descenso el Celta B es el mejor equipo de la categoría. Si en once partidos consiguió diez puntos; en los diez siguientes ha sumado veintitrés. Solo el Alcorcón y el Real Madrid Castilla se acercan mínimamente con veinte puntos en este tramo. El dato aún es más exagerado si limitamos la cuenta a los últimos seis partidos en los que el Celta B ha logrado cinco victorias y un empate. Este impulso ha llevado al Celta B a la sexta posición de la tabla a solo dos puntos de la zona que da derecho a jugar el play-off de ascenso. Sigue sin ser el objetivo del equipo en estos momentos, pero el fantasma de una temporada de sufrimiento para mantener la categoría –algo que se daba por descontado– ha desaparecido. Hoy el club celebra el rendimiento del equipo y su facilidad para adaptarse a la entrada y salida de jugadores en función de diferentes circunstancias. Por ejemplo, los dos últimos e incontestables triunfos han llegado pese a no contar con Miguel Rodríguez (futbolista diferencial) ausente un día por lesión y otro por haber sido convocado con el primer equipo ni con Hugo Sotelo, que pese a ser un futbolista en edad juvenil estaba siendo el faro del equipo. La ventaja del Celta B –y uno de los grandes méritos de Claudio– es que ha llegado a un punto de la temporada en la que casi todos sus futbolistas están rozando sus máximos de rendimiento y no es fácil reunir a tanta gente dando su mejor versión al mismo tiempo.

El descaro del equipo y su brillante rendimiento en campos de otra categoría (como el domingo en Córdoba) resulta aún más satisfactorio viendo que el peso recae de forma absoluta sobre los chicos de la casa.Eso se manifiesta especialmente en el caso del gol. De los 33 goles que ha anotado el Celta B en lo que va de temporada solo dos de ellos han llevado la firma de futbolistas “externos”: el de Javi Gómez y el de Pablo Durán (futbolista del entorno aunque no pasó por la cantera del Celta). El resto son goles salidos de A Madroa: los 8 de Iker Losada, los 6 de Lautaro, los 5 de Miguel Rodríguez, los 4 de Raúl Blanco, los dos de Javi Rodríguez y el que añadieron Hugo Alvarez, Barcia, Carlos Domínguez, Damián y Hugo Sotelo.