La tregua que ha supuesto la renovación de Aspas durará unas horas. Pero el reloj avanza implacable. El debut contra el Espanyol en Balaídos, el 13 de agosto, se aproxima sin que la confección de la plantilla haya experimentado nuevos avances. Esa lentitud inquieta a Coudet. También a sus jugadores. El vestuario se siente desconcertado. El club mantiene su confianza absoluta en Luis Campos y en que el equipo será muy competitivo. Los tiempos del proceso se enmarcan en la parálisis general del mercado. De hecho, el Celta ha sido el cuarto club español que más dinero ha invertido hasta el momento. También es más profunda su reconversión y preocupantes las carencias en delantera y portería.

Coudet siempre ha sido un entrenador exigente en su dialéctica con la directiva. Resultados y juego componen sus bazas. Prefiere jugadores consolidados. Pero ahora le aprietan además las peculiaridades de esta temporada. El Mundial se disputa por primera vez en otoño. La Liga se detendrá el 9 de noviembre, después de la decimocuarta jornada, y no se reanudará hasta el 31 de diciembre.

Nadie en Europa se había enfrentando a un calendario semejante, partido en dos. Los entrenadores han tenido que reajustar sus planes. Sus preparadores físicos no están dirigiendo las cargas de la pretemporada hacia un rendimiento consolidado y estable durante nueve meses, sino hacia uno intenso, comprimido en tres. Ya dispondrán de una segunda pretemporada para recalibrar a los jugadores.

Los equipos, en suma, están obsesionados con arrancar bien. Las dinámicas colectivas están habituadas a la inmediatez de las jornadas. Nunca hay demasiado tiempo para regodearse en las victorias o enmarañarse en las derrotas. Ni siquiera en las breves vacaciones navideñas. Esta vez, sin embargo, habrá seis semanas que resultarán difíciles de gestionar mentalmente, tanto para sostener las alegrías como para recuperarse de las depresiones.

Ese escenario incrementa el nerviosismo de Coudet y de sus jugadores. En la plantilla también han empezado a impacientarse. La falta de efectivos condiciona el trabajo. Sobre todo, se exigen piezas concretas, como el delantero, para confeccionar una alineación competitiva. Y como apenas han visto en un par de ocasiones a Luis Campos, el poderoso asesor se ha convertido en una figura enigmática para ellos.

Existen otras situaciones que les resultan pertubadoras, como la de Denis. El centrocampista, excluido de la minigira por América, trabajó ayer aparte del colectivo.

Tapia, en el entrenamiento de ayer en Afouteza. RC Celta

Pero en Príncipe mantienen la serenidad. Confían en que las operaciones ya identificadas fructificarán a tiempo. Para la directiva, la lentitud obedece a un contexto general. Aunque siempre es difícil resumir las coyunturas veraniegas, entre cedidos que vienen y van, canteranos, fichajes y ventas, el club vigués se mueve en números convencionales, con cuatro altas y diez bajas. Salvo el Almería, con ocho y seis, todos los equipos de Primera ofrecen un salgo negativo en el apartado de los efectivos. La mayoría ha fichado menos que el Celta y ha gastado menos. De hecho, en inversión, solo Barcelona, Real Madrid y Real Sociedad superan los 14 millones dedicados a Swedberg, Luca de la Torre y Unai Núñez, cuya compleja cesión por parte del Athletic Club constituye de hecho un traspaso encubierto por siete millones. La cuestión es que no todos los equipos han decidido una reconversión tan profunda de su proyecto ni centran sus necesidades en demarcaciones tan específicas y vitales. Solo los fichajes que se cierren en Príncipe curarán la inquietud en Afouteza.