El Celta se enfundó el traje que desde el principio de temporada se le tenía preparado: calidad, personalidad y gol. Los de Fran Escribá desplegaron un fútbol que, esta vez sí y por fin, hizo crecer en la afición una ilusión que se había sembrado tras la mala temporada pasada. 'El Toro' Fernández conectó una sutil cornada en los primeros compases que dejó herido a un Valencia que se fue desangrando durante los 90 minutos, pero que por momentos revivía metiendo el miedo en el cuerpo a la parroquia local. Maxi -titular en la parcela de Rodrigo- se hizo pequeño vistiendo de negro y Mina agrandó su relación con Balaídos en un regreso esperanzador para todos en el cumpleaños céltico. Denis Suárez pudo sentenciar en el 90 con un penalti que desvió su excompañero Jasper Cillessen.

Balaídos vivió una de esas noches que añoran los mejores tiempos celestes, los que copaban portadas nacionales, de esas que hacen creer que se puede aspirar a algo más que a la indiferencia, unos sentimientos materializados en las botas de Iago Aspas y Denis desde el inicio. Escribá, ante el runrún persistente sobre las dudas en la defensa, dejó a David Costas en la grada y dio entrada a Joseph Aidoo, que acompañó a un Araújo Razo que parece ser el seguro de vida atrás. Fran Beltrán, a pesar de sus quejas y de dejar entrever esta semana su deseo de irse cedido, repitió como titular en un once que no contaba con Hugo Mallo ni Santi Mina, recién salidos de la enfermería. En el Valencia, Carlos Soler, tras una lesión de ligamentos en el tobillo, y Coquelin, expulsado en el anterior partido ante la Real Sociedad en Mestalla, fueron las bajas más acusadas.

A diferencia del choque ante el Madrid, salvando las distancias entre la escuadra merengue y la che, el Celta salió con la convicción de que al Valencia se le podía disputar el partido de tú a tú, mirándole a los ojos, que el toro ya no iba a ser más veces toreado por nadie.

En esas llegó el tanto de Gabriel Fernández, un detalle de calidad que, a primera vista, parecía imposible manar del corpulento jugador uruguayo: el 10 celeste conducía el esférico por el flanco derecho, conseguía cederlo a Denis al otro vértice del área para que, en un pase a la casa chica, se obrase el milagro con un simple toque con la espuela que Cillessen no consiguió atrapar.

Los vigentes campeones de Copa del Rey quedaron tocados tras esta primera demostración, Denis se gustaba cada vez más y los de Escribá, lejos de agachar la cabeza, erigieron sus cuernos para poder asestar el golpe definitivo, con los riesgos que ello conlleva.

A los 15 minutos de la celebración, el excéltico Daniel Wass resucitaba a los de la capital del Turia con un disparo a bocajarro que acabó desperdiciando WassRubén Blanco -y el larguero- con una de esas intervenciones que dan tantos puntos como cualquier gol. A los pocos segundos, de nuevo el conjunto valencianista avisaba con otra acometida con un balón que se paseaba por el área sin dueño.

Los célticos llegaban al descanso con buenas sensaciones, sintiéndose un equipo fuerte, sobre todo en la zaga defensiva, una asignatura que arrastran del año pasado. Con todo, en el examen de hoy, la notable actuación de Aidoo y compañía y las sobresalientes apariciones de Blanco treparon hasta el aprobado general.

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El Celta hace crecer la semilla de la esperanza en Balaídos

Tras la reanudación, el guion se repetía, un toma y daca continuo en el que los locales acariciaban el fallo final y los visitantes se acercaban a un empate que sería demoledor y, posiblemente, preludio de algo más. Sin embargo, en el ruedo se agotaban las fuerzas a cada gota de sudor y se sucedían las arremetidas en ambos bandos.

Cillessen, con una actuación sobrada de talento, reaccionó a lo que podría ser la embestida definitiva sacando una mano a un tiro del de Salcedaque salió rebotado en un defensor. Compases más tarde, se hacía el silencio en la cuna celeste con la oportunidad más clara para los de Marcelino García Toral: conducción de Wass por la banda derecha, cede el cuero a Dani Parejo para que la enchufe a placer, pero se equivoca en la ejecución, floja, y tira por la borda la única opción de reflotar.

En el ocaso de la disputa, Denis Suárez se sacó de la chistera una jugada inmaculada, dos quiebros que acabaron desconcertando a la zaga che y que remataron en un penalti que él mismo se encargó de colocar, pero no de materializar. Que todas las penas máximas que se fallen sean así.

El Celta piensa desde ya en su próximo rival, el Sevilla de Nolito en el Sánchez Pizjuán, que ahora lidera la competición doméstica tras conseguir dos victorias en sendos partidos inaugurales.