Aquellas lágrimas de Iago Aspas tras salir del campo de batalla en Balaídos en el encuentro ante el Villarreal se han contagiado a miles de aficionados celestes durante estos largos meses de sufrimiento por salvar la categoría.

Un llanto de alegría de saberse liberado de la presión de descender al infierno de la segunda división que ha manado en miles de casas, en el mismo feudo celeste y hoy, por fin, en San Mamés. El partido ya había acabado en 'La catedral' y el Celta no había hecho los deberes, pero lo más importante seguía en juego: el duelo entre el Girona y el Levante. Los visitantes acababan de marcar el segundo gol y la parroquia de Príncipe, en familia, soñaba por la radio con el pitido definitivo y ese ansiado 1-2 que acabó dejando a los catalanes en el descenso.

La alegría y la ilusión del punto final en Montilivi hizo que Pablo, un vigués de 13 años, como si de un pequeño Aspas se tratase, rompiera a llorar tras corear en compañía: "El Celta es de primera, el Celta es de primera, es de primeeeeraaa, el Celta es de primeeeeraa".

Sus lágrimas emocionaron a todos, entre ellos, a otro seguidor, que le dijo, antes de que su padre intentase calmarlo: "Muy orgulloso debe estar el Celta con gente como tú, chaval". Y es que el querube, en ese momento, no era otro que el 'Rey de Moaña' encarnado en su juventud.