La tienda que vendía féretros

“La de Angelito”, nacida hace 91 años, es uno de los comercios más antiguos de O Salnés y el día 27 el Ayuntamiento de Meis hará un reconocimiento al nieto de los fundadores

Alejandro López Sixto, “Angelito”, ayer en su tienda de Silvoso (Meis).

Alejandro López Sixto, “Angelito”, ayer en su tienda de Silvoso (Meis). / Iñaki Abella

Es uno de los pocos supermercados rurales de la comarca que han sobrevivido a la llegada de las grandes cadenas de alimentación y a internet. Pero, más que eso, es una institución. Cuando uno traspasa la puerta de “la de Angelito” está adentrándose en un pedazo de la historia de Meis.

Una historia que empezaron a escribir en 1932 el matrimonio formado por Ángel Sixto, “Angelito”, y Pastora Peña al abrir en el lugar de Silvoso una taberna, tienda y estanco que ha llegado hasta hoy. El próximo 27 de enero, el Ayuntamiento de Meis hará un reconocimiento a la saga familiar.

El Concello homenajeará a una veintena de personas e instituciones en la gala Meisinos do Ano, y una de ellas será Alejandro López Sixto, un hombre que ha recogido el legado de sus abuelos, Ángel Sixto y Pastora Peña, y el sobrenombre de “Angelito”.

El supermercado y estanco que regenta en la actualidad es uno de los negocios más antiguos de O Salnés, pues lleva abierto de forma ininterrumpida desde hace 91 años. Siempre en la misma casa del lugar de Silvoso, que pertenece a la parroquia de San Salvador. “No cerró nunca, ni durante la guerra”, rememora el nieto.

Hoy, la actual tienda tiene poco que ver con lo que fue en sus orígenes. En 1932, “la de Angelito” era al mismo tiempo taberna y comercio de ultramarinos, un lugar donde tomar unos vinos y abastecerse de todo aquello que se necesitaba en casa. Los tiempos eran muy diferentes a los actuales. La gente acudía mucho más a las tiendas de su aldea porque no tenía coche y un simple viaje de ida y vuelta a Mosteiro o Barrantes, que hoy se hace en menos de una hora, podía llevar entonces la mañana entera.

“En esa época casi no había ni carretera”, apunta Alejandro López. Y los pueblos de Mosteiro y Barrantes tampoco tenían la oferta comercial y hostelera de hoy. La de “Angelito” era, por tanto, a donde tarde o temprano se dirigían todos los vecinos. Y en una época en la que no existían las casas de cultura, fue también un lugar de reunión y encuentro social, donde se jugaba la partida, se veía la televisión o se hacía cola para hablar por teléfono.

Allí acudían los camiones de la fábrica de Larsa para recoger la leche ordeñada por los vecinos en sus casas; y allí iban los agricultores con sus legumbres y su maíz, que Ángel Sixto les compraba para vendérselas después al Ejército. En la tienda había casi de todo, hasta ataúdes. “En aquella época no había ninguna funeraria en la zona”, recuerda el nieto de los fundadores. “Mi abuelo traía las cajas de Ribadavia, en tren, y las almacenaba aquí”. Cuando se producía un deceso, los familiares acudían a la tienda, compraban uno de los féretros, y Ángel Sixto se lo acercaba a casa.

Todo aquel mundo se fue transformando, primero a pasos lentos y casi imperceptibles. Después, a una velocidad de vértigo. “La de Angelito” ya no funciona como bar desde hace décadas, y se ha transformado en un pequeño supermercado con estanco. Para poder sobrevivir a los nuevos tiempos, a Alejandro López no le ha quedado más remedio que diversificarse un poco. “También vendemos alguna cosa de ferretería, de albañilería, cosas que pueden hacer falta en el campo”.

A sus 57 años, está decidido a mantener abierto su comercio, porque “es de lo que vivo”. Lo que tiene entre manos no solo es un negocio, sino también un pedazo de la historia local. Por eso Meis le hará un reconocimiento el día 27.

Suscríbete para seguir leyendo