Tribuna Libre

En busca de la serenidad

En busca de la serenidad

En busca de la serenidad / Pilar Lucas

Pilar Lucas

“Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”. ‘El Quijote de La Mancha’, segunda parte, capítulo XI. Como siempre, el bueno de Don Miguel vuelve a tener razón.

En una vida caben varios cielos, varios purgatorios y varios infiernos. Quienes alguna vez pisamos el averno, por esas cosas de la mala vida, tenemos un máster en resiliencia y sabemos algunas cosas. Una de ellas la dice Cervantes. Hay que tener dominio de las bajas pasiones pues puede asomar, por el mucho sufrimiento, el rostro de la bestia. Y se puede perder hasta la identidad y dejar de reconocernos los unos a los otros.

A veces también nos puede pasar como a Don Álvaro, cuyo sino aciago hace que se le dispare una pistola por las cosas del azar, y se le complica la vida terriblemente.

Y en esas etapas de infiernillo la literatura es buena aliada pues la vida real se vuelve tan imposible que es más fácil soñarla, como dice la escritora Bora Chung. Y al soñar alguien puede dar imagen de altivez pero en realidad muchos narcisistas esconden a un mendigo con sino contrario o adverso. A un niño/hombre herido.

El sino a veces viene dado no solo por lo que hacemos sino por lo que la vida nos hace.

Yo, por si a alguien le sirve, en época de vacas flacas, hago fotos sin parar, asiéndome a la belleza. Me considero una persona sensata y estable pero la vida a veces nos hace zozobrar y que bien viene en esos malos momentos patear por hermosos parajes y captar con la cámara los momentos.

O recrearnos garabateando algunas letras sanadoras, que a menudo filtran lo feo, quedándonos con lo luminoso.

O dando largas caminatas por el mar o el bosque.

O tomando un café y conversando en buena compañía pues somos sociales y la mucha soledad también nos pone aire de fieras tristes. Yo, en el terreno de las relaciones, cada vez me vuelvo más selectiva, privilegios de la edad, y solo me dejo seducir por quienes me hacen amables los momentos y están en las duras y las maduras. Yo es lo que regalo, como respondo, si veo lechos de plumas pues qué duda cabe de que a todos nos seduce el calor. El frío me apaga y distancia.

Estoy con quienes, a la vista está, quieren estar. Con quienes no, se respeta. La vida es breve y no cabe agotarla con pamplinas.

Mil trucos hay para reengancharse a la vida en los días de temporales pues siempre acaba saliendo el sol.

Eso sí, quienes venimos de variados infiernos, tenemos una mirada recelosa con la que es difícil confraternizar. No se nos alcanza fácilmente sino con sensibilidad, bondad y cariño. Como a cualquiera, imagino.

Y por eso no puedo evitar que me pueda la piedad cuando vislumbro el rostro de alguien que está intentando salir del infierno.

Se sale, amigo. Con voluntad se sale. Las letras son guarida para los exiliados por la mala vida. Ponen orden en el caos y luz en las tinieblas.

Las letras y el humor como el de Buenafuente que rescató del suicidio a la gran Concha Velasco, D.E.P., cuando vio al admirado presentador tras haber ingerido una caja de pastillas para quitarse del medio. Al romper a reír con las ocurrencias de Buenafuente, vomitó el veneno y volvió a la vida.

Riamos para escupir el veneno pero no dejemos que nos atrape el rostro de las bestias, Don Miguel.

Para salir hay que soltarse, dejar soltarse y soltar lastre para sanar, evitar lo grave por dañino. Yo estoy aprendiendo a soltar lo que me daña porque hoy me quiero y me priorizo.

En busca de la serenidad.

*Profesora de Literatura

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