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Los bomberos piden auxilio

Los bomberos piden auxilio

Los bomberos piden auxilio / Antonio Touriño

Antonio Touriño

Antonio Touriño

Que los bomberos tengan que protagonizar un conflicto y lanzar una petición de auxilio para garantizar sus derechos laborales es de traca. La administración es demasiado faltona con algunos de sus empleados públicos, esos que por ser interinos, laborales o sustitutos se convierten en trabajadores de segunda categoría, simplen parias al servicio de un poder que carece de escrúpulos, de alma y de respeto por el esfuerzo del prójimo.

El problema radica sobre todo en que la prestación de algunos servicios se realiza en precario y, por tanto, los ciudadanos, que son los que los pagan, reciben a cambio una actuación siempre insuficiente e incompleta o sujeta a la intervención de otros. Es decir, el vuelva usted mañana que hace más de un siglo preconizaba Mariano José de Larra sigue vigente.

Obviamente, cuando esta tesis se extrapola a un servicio de emergencias, la situación resulta estrambótica, en tanto que las desgracias requieren de intervención urgente sin que sea posibe cumplirla a plazos.

La solución al conflicto es muy simple pues basta con convertir el consorcio, de carácter mixto, público-privado, en un servicio exclusivo de la administración, pues esa esta a la que corresponden todas las competencias de seguridad.

Ceder esta obligación es una incongruencia, como lo sería el hecho de que se delegara el servicio de policía, el ejército o el salvamento, por citar otros.

Sin dudarlo, hay que poner las bases para su absorción inmediata, pero siempre contando con el personal que durante años ha ejercido unas labores que deben ser reconocidas y respetadas por las autoridades.

Lo que ha sucedido este verano en los parques comarcales es una verdadera irresponsabilidad por parte de las administraciones que tienen competencias en la materia, pero han tenido mucha suerte y la campaña se saldó con algunos conatos, nada importante.

Los bomberos tienen toda la razón al protestar. No es de recibo que haya que cerrar un parque como el de Vilagarcía o el de Ribadumia porque un trabajador renuncie a hacer horas extraordinarias. Eso revela exclusivamente que la dotación es insuficiente a todas luces desde hace mucho tiempo y que episodios tan graves como los incendios que amenazaron casas en 2006 o 2016, o el accidente del Alvia, pudieron ser atendidos gracias a la buena voluntad de unos hombres que arriesgan su vida por nada a cambio.

Recuerden que son profesionales capacitados, que han hecho cursos específicos, que han tenido que demostrar unas capacidades físicas de enorme dificultad y destreza, y que tienen habilidades y empatía con quien lanza un SOS.

Se les debe, por tanto, una recompensa y esta solo pasa por hacerlos fijos en su empleo público como se ha venido haciendo todo este año con otros muchos compañeros de las distintas administraciones.

Aún queda verano por delante y O Salnés multiplica su población de forma considerable; por tanto el riesgo es mayor. Ojalá, la solución no llegue demasiado tarde y que algunos políticos, con falta de predisposición, no tengan que dar explicaciones a un juez o a un tribunal, aunque hailos que también se encuentren en precario.

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