San Xoán Bautista bendice una abundante cosecha ante el atrio de la rectoral meañesa

Los asistentes degustaron sardinas y churrasco

Momento de la procesión de San Xoán Bautista alrededor del atrio de la rectoral meañesa.   | // T.H.

Momento de la procesión de San Xoán Bautista alrededor del atrio de la rectoral meañesa. | // T.H. / Tino Hermida

Tino Hermida

La parroquia de Meaño honró a su patrón San Xoán Bautista con un tradicional encuentro en la noche del sábado. Misa en honor al patrón a las 21 horas, oficiada por el cura párroco José Manuel Taibo y cantada por el coro parroquial, a la que siguió una humilde procesión con el San Juan, única imagen que salía del templo. Su efigie lucía, como es tradición, un pie de maíz prematuro, ya crecido, símbolo de la ofrenda al santo de una aldea agraria, cuando el calendario agrícola viene marcado en estas fechas por el crecimiento del maíz, que otrora dominaba el paisaje meañés a la entrada del verano.

Tras la procesión, el puñado de feligreses congregados en misa, se dirigía a la pequeña explanada al pie de la escalinata de la rectoral, donde les recibía una sardiñada, para posar el pescado sobre generosas rebanadas de hogazas de pan de bollo, y disfrutar de una convivencia parroquial organizada por la asociación de vecinos San Xoán.

El menú lo componían 20 kilos de sardinas, 40 de costilla y chorizos criollos, que pasaron con el mimo de manos expertas sobre la parrilla, regados por vino tinto país y refrescos. Dos grandes mesas con mantel de papel y vajilla desechable ofrecían el soporte idóneo para salir al paso. Unos lamentaban que este año “a sardiña está seca, non molla o pan”, mientras otros loaban el buen punto en que llegaba el churrasco a las mesas.

La celebración del patrón meañés nunca tuvo formato organizativo ni verbena al uso. A lo largo del tiempo vino asomando con algunas celebraciones improvisadas, teniendo como centro el otrora del Campo da Feira -hoy reconvertido en plaza-. Fue a inicios de este siglo que acabó derivando en sardiñada, no en la noche mágica, sino al anochecer del día propio del santo en un entorno histórico junto a una casona del siglo XVIII.

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