El alto nivel de vida delató al grupo de Baloiras

La Guardia Civil incauta 220 kilos de cocaína, cuatro millones de euros en activos y varios coches “trucados” en un taller de Vigo que ejercía de apoyo logístico a la organización

Marcelino Baloiras escoltado por un Guardia Civil en el registro de su vivienda

Marcelino Baloiras escoltado por un Guardia Civil en el registro de su vivienda / Iñaki Abella

A. G.

Corría el mes de abril de 2022 cuando la Guardia Civil, a través de sus redes de colaboración internacional en materia de narcotráfico, se dio de bruces con un entramado criminal con epicentro en la comarca de O Salnés pero con una intensa actividad delictiva por distintas provincias españolas, e incluso, en zonas de Portugal. Era la organización que dirigiría, presuntamente, Marcelino Baloiras, el vilagarciano detenido el pasado miércoles en su casa de Rubiáns en el marco de la “Operación Carplaya” desarrollada por agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Los investigadores comenzaron a deshacer la madeja de la organización, en lo que ayudó el alto nivel de vida de muchos de sus integrantes que, sin disponer de ingresos económicos legales conocidos, ni propiedades, lucían un tren de vida espectacular, adquiriendo con frecuencia coches de alta gama, mobiliario para viviendas a nombre de familiares y viajes exclusivos.

Lo único en lo que participaban, indicó la investigación, era en distintas sociedades en grave estado de déficit declarado. Este descubrimiento derivó en un exhaustivo análisis económico y patrimonial sobre los principales miembros de la organización y de sus sociedades, permitiendo la imputación de delitos como el blanqueo de capitales, además del de tráfico de drogas.

Taller clandestino en Vigo

Durante la investigación, los agentes se encontraron con que algunos de los investigados transportaban cantidades de estupefacientes ocultas en vehículos, sin contar con el apoyo de otros vehículos de seguridad para evitar controles policiales o cualquier otra incidencia, lo que puso sobre la pista de la posible existencia de sofisticados sistemas de caletas para ocultar la droga en su interior.

Esta línea de investigación, llevó a los agentes hasta un taller clandestino ubicado en la parroquia viguesa de Valadares, en el barrio de O Carregal, cuyo responsable era un actor fundamental en la logística utilizada por la organización ahora desmantelada. Los vecinos de la zona comentan que el garaje del detenido, de nombre Álex, registraba un notorio trasiego de vehículos de alta gama. Esto levantó sus sospechas acerca de la actividad del establecimiento, que se vieron agudizadas antes del operativo por la presencia de agentes en la zona.

Marcelino Baloiras escoltado por un agente de la Guardia Civil durante uno de sus registros.   | // I. ABELLA

Droga localizada en la nave de Zamar el pasado miércoles. / I. Abella

El pasado miércoles se desató la operación, procediéndose a la detención de 10 personas, a las que se les imputan los delitos de pertenencia a organización criminal, contra la salud pública y blanqueo de capitales. Además, se realizaron una quincena de registros en lugares como Vilagarcía, Vilanova, Cambados, Tui, O Porriño, Ponteares, Vigo y Viveiro, en la provincia de Lugo. Durante esos registros de la operación “Carplaya”, los agentes intervinieron 220 kilos de cocaína, 2,5 de hachís, 640.000 euros en billetes de diverso valor, ocho vehículos, inhibidores de frecuencia, sistemas de detección de radiofrecuencia, documentación relacionada con los ilícitos investigados y terminales con sistemas de comunicación encriptados. En la parte económica, han sido inmovilizados más de cuatro millones de euros entre sociedades mercantiles, bienes inmuebles, embarcaciones y cuentas bancarias.

Clave en la resolución exitosa de la operación fue dar con la nave de Zamar, en Vilagarcía. Situada en un lugar de difícil acceso sin ser detectado, la nave era el lugar desde el que se organizaba todo el reparto de la cocaína a toda España y a Portugal. En el registro de la misma se encontraron la mayor parte de los estupefacientes intervenidos. Se hallaban en un zulo subterráneo habilitado al efecto y que contaba con un complejo sistema para evitar ser descubierto.

El grupo criminal investigado estaba fuertemente cohesionado, ya que gran parte de sus integrantes estaban unidos por vínculos familiares y delincuenciales que han perdurado en el tiempo, contando con experiencia previa en esta tipología delictiva, así como en el uso de tecnología de mensajería encriptada en sus comunicaciones, sistemas de inhibición y detectores de radiofrecuencia de última generación.

Cuatro a prisión

Los diez detenidos declararon ayer en la Audiencia Nacional, decretándose el ingreso en prisión para cuatro de ellos. Otros cinco quedaron en libertad con pago de una fianza de 2.000 euros y el décimo quedó libre con medidas cautelares de comparecencias periódicas en el juzgado, retirada de pasaporte y prohibición de salida del país.

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