Las zonas de mejilla se masifican

La aglomeración de bateeiros aumenta el riesgo

Los bateeiros temen que se produzcan muertes cuando recogen mejilla

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Decenas de bateeiros, puede que un par de cientos, tomaron ayer la costa gallega. Con especial intensidad en el entorno de Monte Louro y los islotes situados en la boca de la ría de Muros-Noia, pero también en Baiona, las proximidades de la Torre de Hércules, Portonovo y San Vicente de O Grove, entre otros puntos de la comunidad golpeados por el Atlántico.

Son los acuicultores que desde el pasado día 9, un mes después de lo que suele ser habitual, se dedican a la recolección de mejilla, es decir, la cría o semilla que necesitan para encordar sus viveros.

El problema con el que se están encontrando, como se explicó en su momento, es que “hay poca cría este año”. Y la consecuencia inmediata de ello es que “se están masificando las zonas en las que queda alguna”, explican en el sector.

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Manuel Méndez

Tanto es así que “donde antes nos reuníamos cinco o seis lanchas en una mañana, hoy había veinte”, explicaban productores arousanos desplazados ayer a Louro.

Mejilloneros como los de A Illa, Cambados, Aldán, Bueu, O Grove, A Pobra, Redondela, Cangas, Portonovo y tantos otros puertos gallegos que se mueven cada mañana por toda la costa en busca de semilla, acudiendo “a tiro fijo” a los tramos donde en semanas y días previos comprueban si la hay y si es de calidad suficiente.

Por tierra y mar

Dependiendo del lugar de partida de cada expedición y de la zona de trabajo elegida, se desplazan por carretera o lo hacen directamente en los barcos auxiliares de acuicultura o las planeadoras que utilizan como apoyo.

Si el desplazamiento es largo y hay que cambiar de ría trasladan las lanchas en los remolques de sus vehículos hasta llegar a la zona de recolección elegida.

Una vez allí se busca una rampa desde la que se botan las embarcaciones y estas se encargan de trasladar a los bateeiros de unas piedras a otras, sirven de apoyo para recoger los sacos e incluso se convierten en un bote salvavidas cuando alguno cae a las gélidas aguas del Atlántico.

Así trabajó ayer el sector, por ejemplo, en Punta Queixal, Punta Burro, Pedra do Espiño y las rocas de Neixón; todos ellos lugares fuertemente golpeados por el oleaje en la boca de la ría de Muros-Noia, y que recibieron la visita del mayor grupo de productores.

Riesgo máximo

Ese trabajo permitió comprobar, una vez más, lo arriesgada que resulta la recolección, pues aunque los temporales hayan remitido, el mar de fondo persiste y las olas siguen azotando con fuerza la costa atlántica.

Prueba de ello es que algunos de los bateeiros que ayer acudieron a Louro se marcharon antes de lo previsto “porque estaba el mar demasiado picado”, explicaron.

Otros se fueron del lugar porque “el mar estaba bravo”, pero también porque “teníamos que estar unos encima de otros trabajando, ya que había demasiada gente”.

Circunstancia que se debe, insisten, a que “es de las pocas zonas de Galicia en las que queda algo de cría, por eso no sabemos si será mejor cerrarlo todo para esperar a que se recupere”, reflexionan algunos.

Reunión en Santiago

Idea de la que podría hablarse por la tarde en una reunión con la Consellería do Mar, en Santiago. Un encuentro en el que se esperaban conocer las nuevas zonas de recolección que ese departamento prometió abrir este año, después de haber vedado para la mejilla en 2022 el 17% del litoral.

“Estamos en una situación crítica y la gente no puede estar trabajando amontonada mientras hay zonas con cría que siguen cerradas; por eso hemos solicitado esta reunión con urgencia, para que la Consellería abra de una vez por todas las zonas que prometió abrir”, explica Alejandro Tubío, presidente de la Federación de Asociaciones de Mejilloneros Arousa Norte (FARN).

Algunas zonas del litoral atlántico en las que hay mejilla amanecieron ayer repletas de bateeiros, en busca de esa cría que necesitan conseguir para encordar sus viveros.

Algunas zonas del litoral atlántico en las que hay mejilla amanecieron ayer repletas de bateeiros, en busca de esa cría que necesitan conseguir para encordar sus viveros. / M. MENDEZ

Como hace un año

Muy molesto, critica que “la situación es exactamente la misma que hace un año”, cuando la Consellería vedó zonas y se desencadenaron algunos de los peores episodios de la llamada “guerra de la mejilla”.

Pero a pesar de esa masificación en zonas como Louro, y del embravecido mar, los bateeiros consideran que “no hay tiempo que perder”, dado que hay muchas bateas vacías ya, después de las buenas ventas de meses pasados.

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Y es que saben que la escasez de cría retrasará la obtención de toda la necesaria para garantizar el siguiente ciclo de cultivo, de ahí que desafíen las adversidades y, en ocasiones, se jueguen la vida para recogerla, por mucho que el estado del mar lo desaconseje.

Buen tiempo

Ya se explicó el sábado en FARO DE VIGO que, una vez superados los temporales, se había intensificado esta campaña recolectora. Pero es que ayer, con el arranque de la nueva semana y con el buen tiempo reinante, ese trabajo se multiplicó de forma sorprendente.

Se llevó a cabo por todo lo alto, registrándose un desembarco de productores en determinados puntos del litoral, como el antes citado entorno de Monte Louro, que bien puede tildarse de masivo.

Es por ello que puede concluirse que la temporada de cría está definitivamente lanzada. Y eso que los alevines del mejillón siguen débiles, según indican en el propio sector y la Consellería do Mar.

Cuanto antes

Pero “hay que apañar lo que se pueda y cuanto antes”, resaltan los bateeiros, centrados en recoger alrededor de 3.500 kilos de cría para cada vivero flotante antes de sujetarla a las cuerdas con una fina red biodegradable.

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El sector mejillonero protagoniza, por tanto, el nacimiento de un nuevo ciclo productivo. El mismo en el que dentro de unos meses habrá que efectuar el proceso de desdoble, que consiste en deshacer las cuerdas de cría que se cuelguen ahora de las bateas para redistribuir el peso en dos o tres diferentes, y permitir así que los juveniles sigan creciendo.

Dentro de aproximadamente un año –dependiendo de la ría y la zona donde esté fondeada cada batea– el mejillón tendrá tamaño comercial y se enviará desde los puertos gallegos a depuradoras, cocederos y conserveras.

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