El yacimiento arqueológico de Adro Vello, situado en la playa de O Carreiro –parroquia de San Vicente de O Grove– sigue deteriorándose. Lo hace en vísperas de Semana Santa y después de un puente festivo como el de San José, en el que este lugar recibió una multitud de visitantes a los que tuvo el dudoso honor de mostrar su peor aspecto.
La maleza se apodera nuevamente de este lugar que sigue sin ser revalorizado, a pesar de lo mucho que puede ofrecer y de todas las promesas y compromisos que salen a relucir cada poco tiempo y desde hace décadas.
Y al igual que la maleza cubre la necrópolis y la erosión destroza la duna en la que se asienta y esparce los huesos de los antepasados allí enterrados, las excavaciones realizadas en los años ochenta no se ampliaron, y la carretera bajo la que se cree que se esconden los mayores tesoros de Adro Vello, sigue sin ser desviada.
Por si no fueran suficientes motivos de preocupación, la declaración de este espacio como Bien de Interés Cultural (BIC) sigue sin hacerse realidad, aunque bien es cierto que parece estar próxima.
La situación, por tanto, no es nueva, pero no es menos cierto que cada invierno que pasa parece empeorar un poco más, para desesperación de quienes, infructuosamente, se empeñan en salvaguardar este tesoro arqueológico.
Todo esto sucede porque las diferentes administraciones implicadas –Xunta de Galicia, Concello de O Grove, Diputación de Pontevedra y Costas del Estado– siguen sin ponerse de acuerdo para intervenir y salvar esta joya patrimonial, por mucho que digan intentarlo.
