La situación resulta especialmente grave en los municipios bañados por el Atlántico, donde las corrientes son más intensas. Pero en prácticamente toda la costa, incluso dentro de las rías, puede apreciarse a diario, y mucho más tras jornadas de fuerte temporal, que el mar esconde ingentes cantidades de basura y contaminación de todo tipo.

El oleaje arroja sobre la arena de las playas residuos que constituyen una grave agresión medioambiental. Y el viento se encarga de impulsar esos restos tierra adentro, por lo que en muchos casos introduce la basura entre la vegetación del cordón dunar, incluso en zonas protegidas.

El caso del Concello de O Grove parece el más claro ejemplo, por aquello de situarse en la boca de la ría y tener buena parte de su litoral bañado por las aguas oceánicas.

Pero hay que insistir en que la preocupante situación es apreciable, en mayor o menor medida, en todos los municipios litorales. No hace mucho, a causa de las intensas precipitaciones -que provocaron algunas inundaciones-, ya se alertó de que en Vilagarcía había desbordamientos de alcantarillas debido a las toallitas higiénicas e incluso compresas y otros artículos que se arrojan a los desagües.

Esos restos están presentes después en muchas playas, donde pueden encontrarse todo tipo de artículos de higiene o uso personal, además de los residuos más habituales en estos casos, como botellas de cristal o latas de conserva y de refrescos.

En un recorrido por las playas arousanas, y sobre todo por las de O Grove y, en general, las más expuestas a la acción de las corrientes, es posible localizar también botellas y botes de plástico que forman parte del día a día de los ciudadanos, como pueden ser los recipientes de aceite de cocina, los de yogur e incluso los botes de productos de limpieza del hogar, como lejías, detergentes y similares.

Lógicamente, esos artículos no llegan a la arena, ni después a las playas, por casualidad. Si están ahí es, sencillamente, porque son arrojados al agua de manera imprudente e intolerable, ya sea por parte de los usuarios de las playas -bañistas, paseantes, pescadores deportivos y similares- o bien desde las embarcaciones de recreo o los barcos profesionales.

En lugar de recoger la basura y depositarla en papeleras o contenedores, hay personas que optan por tirarla directamente al agua o la arena, de ahí la presencia de objetos de todo tipo que afean el entorno, generan contaminación, dañan a las plantas de los cordones dunares e incluso pueden matar peces, aves, tortugas y mamíferos marinos.

Al hablar de este riesgo y de la clara amenaza que supone la acción del hombre, mención especial merecen los vertidos de tipo industrial, ya que también puede encontrarse en la arena, entre las rocas o en medio de la vegetación costera garrafas de las usadas para almacenar combustible, al igual que grandes bidones, ya sean de gasóleo o aceites, que navegan a la deriva hasta que el oleaje los deposita sobre la costa.

Y hablando de vertidos procedentes de la actividad profesional, hay que citar una casi escandalosa cantidad de restos de redes y aparejos de pesca de todo tipo -incluidas cajas de madera, plástico y poliespan- que cubren la costa. La misma en la que se localizan botas, guantes y otros elementos usados en la pesca, el marisqueo o la acuicultura.

Junto a las cuerdas, también procedentes de la pesca profesional, viejas nasas y todo tipo de troncos, ramas y algas arrastrados por las corrientes, a veces incluso pueden encontrarse bombillas y tubos fluorescentes, tal y como se apreciaba hace un par de jornadas en varias playas grovenses.

Así pues, la acción humana constituye el principal foco contaminante del medio natural marino y del ecosistema litoral en la comarca arousana -y por extensión en toda Galicia-, lo cual resulta especialmente apreciable incluso en arenales que cada verano lucen la Bandera Azul que acredita su calidad, como sucede en A Lanzada, Area da Cruz y Raeiros, en lo que respecta al Concello de O Grove.

En este municipio hay otros lugares, como A Barrosa, Con Negro, O Espiño, Buraco da Londra o Canelas en los que se aprecia, igualmente, la gran cantidad de algas, ramas, troncos y basura de todo tipo que el océano ha escupido sobre la orilla, como queriendo devolver todo lo que el hombre le ha tirado primero.

Evidentemente hay otros indicios evidentes de contaminación, ligados a la presencia de hidrocarburos e incluso elevados niveles de cobre en el interior de las rías. En estos casos son productos o afecciones menos visibles o llamativos que las botellas y botes antes aludidos, pero también preocupantes.

Lo que está por determinar es cómo y en qué magnitud afecta toda esta contaminación a las diferentes especies, ya que hay ciudadanos que creen que la presencia de determinados productos tóxicos en el agua puede haber provocado la mortandad de numerosas aves en las últimas semanas.