Una voz crítica contra las farmacéuticas. El periodista “independiente” Miguel Jara pone al descubierto el lado más oscuro de esta industria. La editorial Auga acaba de publicar la traducción al gallego de “Traficantes de salud”, su penúltimo trabajo de investigación, aunque en castellano ya se puede hallar en las librerías “La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo”. En estas obras el periodista denuncia cómo las farmacéuticas venden medicamentos “peligrosos” y “juegan con la enfermedad”.

-El Gobierno acaba de recurrir el catálogo de fármacos de la Xunta. ¿Cómo ve la apuesta gallega por los genéricos?

-Está comprometida con la reducción de gasto, con el uso racional de los medicamentos y es valiente pues a Farmaindustria, el lobby de la patronal de medicamentos de patente, no le gusta que le recorten beneficios económicos aunque eso cause beneficios sociales. Los intereses de la gran industria farmacéutica y los de las personas están enfrentados.

-Farmaindustria dice que se discriminará a los gallegos...

-Ése es el argumento, propio del marketing del miedo, que utiliza Farmaindustria para asustar a los gallegos y presionar al Gobierno. Lo patético es que el Ministerio de Sanidad también ha hecho coro con esta patronal que solo vela por sus intereses.

-¿Es cierto que corre peligro la investigación de nuevos fármacos, como afirma la industria, por este tipo de medidas?

-La industria farmacéutica dedica el doble -en España, el triple- de su presupuesto a promoción comercial que a investigación, según Joan-Ramón Laporte, catedrático de Farmacología en la UAB. Eso ofrece una clara visión de su espíritu vendedor más que investigador. Pero además, según varios estudios, en torno al 90% de los fármacos que se patentan en la actualidad son los llamados me too -yo también-, copias de otros ya existentes a los que se les hizo algún cambio que no aporta novedad terapéutica. Esto es un fraude científico. Además, la industria suele decir que descubrir un nuevo fármaco le cuesta entre 800 y 1.000 millones de dólares, pero esa cifra está muy inflada, hasta diez veces, según organizaciones civiles.

-¿Por qué las empresas temen a los genéricos?

-Porque lo que da dinero de verdad a la industria son los fármacos de patente, aunque la mayoría no sean realmente nuevos. Los genéricos no interesan, pues al tener un precio muy reducido, no dejan tanto dinero. Aun así, casi todas las multinacionales venden genéricos.

-¿Por qué son más baratos?

-El coste real de cada pastilla es irrisorio. Un catedrático argentino estudió en cuánto aumentaba el precio de un principio activo recién comprado hasta que se vendía como medicamento. Algunos se incrementaban un 11.000 por ciento. Con el sistema de patentes se protege durante unos 20 años el fármaco. Eso permite poner precios muy elevados a una industria que con mentiras y medias verdades nos hace creer que se ha gastado 800-1.000 millones en descubrir un medicamento. Cuando vence la licencia cualquier laboratorio puede fabricar ese producto y por la competencia se abarata el precio.

-El gasto farmacéutico crece año a año y dice que una razón es que los laboratorios estimulan esa demanda. ¿Cómo?

-El gasto farmacéutico crece porque los laboratorios estimulan la demanda de muchas maneras: “convenciendo” a buena parte de los médicos para que receten sus productos con regalos, congresos e incluso dinero -como he publicado-, haciendo relaciones públicas y “comunicación” en los medios para que hablen de nuevas enfermedades por las que preocuparnos; o haciendo lobby sobre los políticos de referencia en la Administración sanitaria (incluida la gallega, lo sé de primera mano).

-¿Cómo influyen los visitadores médicos en el aumento del gasto farmacéutico?

-Los visitadores no informan a los médicos, les venden sus productos, a ser posible los de última generación, los más caros, y ésa es una de las principales razones del aumento constante del gasto farmacéutico. La visita médica hoy está corrompiendo la medicina y ya hay médicos organizándose, por ejemplo Plataforma No Gracias o Farmacriticxs, para cambiar la visita actual. En Extremadura se ha creado un servicio público por el que profesionales farmacéuticos visitan a los médicos para informarles sobre medicamentos, lejos de la influencia de los laboratorios. La Administración debe correr con la formación de los galenos y los médicos informarse por su cuenta pues no les faltan herramientas.

-¿Por qué llama a las farmacéuticas traficantes de salud?

-Porque para conseguir la enorme rentabilidad que han logrado pasan por encima de la salud de la población, que es lo que documento en el libro. Una población que consume tantos medicamentos como la española -somos el cuarto consumidor del mundo- no es sana.

-Afirma que cuando el mercado se satura las compañías crean nuevas enfermedades, como la impotencia, o “enfermedades de diseño”, como la osteoporosis...

-Es el fenómeno de la invención de enfermedades, hacernos creer que estamos enfermos de algo, aunque no lo estemos o no en el grado que dicen los laboratorios -que de manera indirecta fabrican las tasas sobre colesterol o hipertensión consideradas “altas”-, o inventando un concepto para unos síntomas reales como el síndrome de las piernas inquietas. El objetivo es abrir nuevos mercados ampliando diagnósticos y usando más tratamientos: Convertir a los sanos en pacientes y, si puede ser crónicos, mejor.

-Alerta también de los peligros de la automedicación y de cómo los fármacos se siguen probando sobre la marcha...

-Si la gente conociera las experiencias de personas que han perdido a un familiar por medicamentos que fueron aprobados, aunque podían causar muertes, lo entenderían rápido.

-Advierte de que vivimos en una sociedad cada vez más deprimida y más medicalizada...

-Hoy se ha medicalizado la tristeza y al menor problema muchos son catalogados de depresivos y se les receta fármacos catalogados por la mayor agencia de medicamentos del mundo, la estadounidense FDA, de muy peligrosos.

-¿Qué peligros trae convertir los fármacos en un “fetiche de consumo más”?

-La muerte o que nuestra salud quede gravemente dañada. Es de lo que va la primera parte del libro. Ejemplos de numerosos medicamentos de uso cotidiano que han matado o enfermado a miles de personas son Vioxx, Lipobay, Agreal, Avandia, la fenilpropanolamina, la talidomida, Aspirina o los antidepresivos.