Ninguna administración parece haberse hecho cargo de los posibles daños causados al petroglifo del río Vilar, también conocido como Auga dos Cebros, un mes después de que desconocidos lo cubrieran de yeso y productos químicos y la Policía Autonómica iniciase una investigación. Las lluvias de la semana pasada han logrado desprender la escayola y las vendas de la piedra, pero el material continúa en el lugar. La Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta lleva tres semanas valorando los daños para tomar medidas y el Ayuntamiento de Oia no ha realizado gestiones al respecto pese a ofertar el yacimiento como atractivo turístico en sus guías.

Basta con levantar la capa de yeso para apreciar sus efectos sobre la roca en la que se inscribe el barco y los cuadrúpedos cuya antigüedad ronda los 4.000 años. Ha quedado ennegrecida tras estar cubierta más de un mes y los materiales químicos empleados –aceite y vaselina, según presume Xabier Garrido, el vecino de la parroquia oiense de Pedornes experto en arte rupestre que guió a los agentes policiales al lugar– han matado los líquenes que la protegen de agentes externos. Para Garrido, el ataque "ha echado 50 años de deterioro encima al hallazgo en tan solo minutos", aunque todavía no existe una valoración oficial de los destrozos.

La Dirección Xeral de Patrimonio envió un técnico al lugar que ha elaborado un informe, aunque sus resultados no se conocerán hasta que el servicio de arqueología decida qué hacer para eliminar los restos de yeso de la piedra y rehabilitar el petroglifo.

Tanto Xabier Garrido como otros arqueólogos consultados de la comarca consideran "vergonzoso" que todavía no se hayan tomado medidas para solucionar el problema. Pero no solo lamentan que no se hayan limpiado los restos del ataque cuyos autores podrían ser unos aficionados a la arqueología portugueses que se interesaron por el lugar días antes del mismo, sino que tampoco se haya retirado la maleza colindante pese al riesgo de incendios.